7 de noviembre de 2020

El Decamerón, Giovanni Boccaccio


A pesar de que, al principio, la literatura medieval y yo no nos llevábamos muy bien, pronto fui cogiéndole gusto y aprendí lentamente a saborearla y disfrutarla como bien se merece.
Fue hace años, en una de las tardes de estudio —ya se sabe, la literatura española medieval bebe de las fuentes de la italiana— donde encontré este título. 
Ya había oído hablar de él, pero reconozco que hasta ese momento no me había llamado la atención. Supongo que es por el tema de que, cuando estás estudiando, todo te interesa más que el propio estudio. Decidí hacerme con una copia, y creo que ha sido una de las mejores cosas que hice.
Salvando las distancias, evidentes, por otro lado, ideológico-sociales, debo reconocer que es una lectura agradable y curiosa. Resulta divertida la narración en el sentido de que el erotismo aflora de forma muy sutil —otras no tanto— y que intentan mantener el pudor y la honra, aun cuando la ciudad adolece bajo el manto mortuorio de la peste negra que asoló Florencia en el siglo XIV.
Precisamente es describiendo esta enfermedad como empieza el relato, y ella es la que motiva a siete mujeres y a tres hombres a huir fuera de los muros de la ciudad para escapar del abrazo de muerte. 
Allí, para pasarlo lo mejor posible, cada uno de los miembros de este grupo tan dispar, cuenta una historia, y así se cuentan las cien de las que está compuesto el libro.
Allí donde lo profano y lo misógino van de la mano del amor, de la fortuna y del antropocentrismo que pugna por comenzar a surgir en una sociedad que va abandonando el temor a Dios, se desarrollan estas historias que retratan una sociedad lejana en el tiempo asolada por la destrucción y la muerte pero que intenta ver el lado positivo, olvidándose cada noche de su desgracia.
P.D.: La ilustración de la portada se refiere a uno de los cuentos, uno en el que el amante se esconde en un barril y... mejor dejo que lo leáis.

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