29 de mayo de 2021

Olvidado Rey Gudú, Ana María Matute

Hace muchos, muchos años, que llegó este libro a mí, y como suele ocurrir en los grandes libros de mi vida, llegó a mí por casualidad, como si de una mano del destino se tratase y me orientase hacia él. 
Y hoy, al cabo de todos esos años, de nuevo es la casualidad es la que me inspira para esta comentar esta novela. 
Hoy estaba pensando en los libros en los que me gustaba leer cuando tenía veintipocos años, cuando la fantasía de rol se había apagado un poco —que no extinguido, pues aún hoy la disfruto— pero cuando la pasión por estos mundos de fantasía todavía seguía presente, muy presente, y enseguida este me ha venido a la cabeza, esta maravilla de Ana María Matute
Esta que os traigo hoy, de toda su bibliografía, es, para mí, mi favorita, y traérosla a este rincón de mi humilde biblioteca. 
Con una ambientación fantástica y medieval, con tintes feéricos y de libro de caballerías, nos regala esta joya literaria, imprescindible en cualquier anaquel que se precie. 
Es el nacimiento y expansión de un reino fantástico lo que se nos muestra, en cuya consolidación son determinantes la magia, la inocencia de una niña y lo que se antoja un juego cruel y emocionante a partes iguales; y se convierte en una maravillosa alegoría de la naturaleza humana, con su ansia de poder y de brillo sobre los demás, el miedo, el amor y la crueldad más fiera. 
El simbolismo está presente a lo largo de toda la novela, reflejado en los puntos cardinales que, contradictorios, se complementan y limitan el desarrollo del reino, aunque también lo condicionan. 
Si por algo me gusta, es por la originalidad y lo personalísimo de su devenir. 
Últimamente estoy pasando una etapa en la que necesito cosas nuevas, algo que no esté trillado hasta la saciedad y copiado a partes iguales. 
Esta novela me lo da, me da épica y época medieval, me da descubrimiento y me da trepidantes aventuras. Es fantástica en todas sus formas. 

25 de mayo de 2021

El lejano país de los estanques, Lorenzo Silva

 

Hace unos años, más de los que a veces pienso o quiero pensar, entraba a un canal de IRC de literatura, y, en una de esas ocasiones, Lorenzo Silva hizo aparición para tener un encuentro con nosotros, y fue a raíz de este, en el que tuve oportunidad de interactuar con él, que conocí su obra más profundamente y me dediqué a leerla.
Fue en esos días de descubrimiento donde vi que se había prodigado en el delicioso terreno de la novela policíaca, un terreno que me fascina. Así que me dispuse sin más dilación a dejarme llevar por su prosa. 
Habiendo leído ya «La flaqueza del bolchevique» —que os traeré más adelante—, supe que no podía decepcionarme, y así fue. 
Este libro de sugerente título —me encanta, me hace evocar y recordar mundos exóticos y olvidados— es el primero de la saga del sargento Bevilacqua y la agente Chamorro, que, en esta ocasión, comienza con el cadáver de una extranjera aparecido en una urbanización mallorquina. 
Ambos, complementándose, uno por su experiencia y la otra justo por lo contrario, deberán descubrir cuál es el motivo de ese asesinato y qué conlleva, y os aseguro que es mucho. En la obra, Silva nos descubre el mundo que todo conocemos pero que no queremos admitir. 
El de la desidia, el de los trapicheos, la promiscuidad y lo oscuro en definitiva. 
Un mundo de vicios que corrompe y deja al descubierto lo peor de una sociedad que pretende ser civilizada pero que se deja llevar por sus más bajos instintos, y no es que esté mal, de hecho, me parece perfecto que cada cual haga lo que le plazca con su cuerpo y con el de las personas que les dejen, lo que no está tan bien es que acaben surgiendo situaciones extraordinarias como esta, que deriva en asesinato. 
Lo que quizá me gustó más fue el humor que desprende toda la novela, pese a lo severo que otorga el género policial. 
Está presente en gran parte de las situaciones, y esto constituye una corriente de aire fresco hacia todo este género. Gravedad y humor se pueden combinar de manera perfecta y en esta saga está la prueba. Si sois de los míos, de los que prácticamente morís por este tipo de novela, estoy convencida de que os fascinará hasta el punto en que lo hizo conmigo. 
Veréis qué grande es el manejo de la prosa de este hombre y qué grandes son sus hijos literarios. 
Disfrutaréis.

21 de mayo de 2021

El guardián entre el centeno, J.D. Salinger

Si la he elegido es porque en una época personal convulsa una novela no exenta de polémica siempre constituye una especie de bálsamo. 
Imagino que el ver que otros son o están peor que uno mismo produce una falsa imagen de bondad o éxito que nos exime de nuestra fragilidad real. 
Y es la experiencia de su protagonista, Holden Caulfield, la que se narra en esta fantástica novela de J.D. Salinger y la que le erige como icono de rebeldía adolescente
La élite a la que pertenece le marca, y le convierte en un joven arrogante, cínico e hipócrita. Lo peor de la sociedad.
Pero es precisamente lo que no quiere ser lo que más brilla en él, y, además de asco, acabas sintiendo pena. El sexo, el desmadre, los excesos... todo lo socialmente proscrito abunda en la novela, y es precisamente porque está proscrito que lo dota de una dolorosa realidad. 
Por más que se intente evitar, son esos «pecados» los que mueven el mundo, y el férreo control ejercido sobre ellos no hace sino fomentarlos, la belleza de lo prohibido. Salinger, ya muerto, huyó de la popularidad otorgada por su obra, llegando a desarrollar ciertos modos de conducta que rozaban lo compulsivo, y es curioso que ya cuando publicó esta obra se le considerara como un elemento disruptivo, un instigador de malas conductas, preludio, tal vez, de lo ocurrido, pero lo que más llama la atención es que, aún hoy, después de casi cincuenta años de haber sido publicada por primera vez, ésta sea una de las obras más prohibidas. 
Esto da que pensar acerca de la libertad de elección que tenemos. La manipulación y el control no hacen sino mostrarnos que realmente no todo es tan bueno como parece ser, y el hecho de que las palabras sean prohibidas, de que la expresión sea coartada, demuestran que quizá los que nos equivocamos seamos nosotros. 
Algo falla.

16 de mayo de 2021

Abraham Lincoln cazador de vampiros, Seth Grahame-Smith

De veras que intento ser comprensiva con las modas, y me cuesta un trabajo indecible porque tiendo a ser bastante exigente y tiquismiquis, lo admito —y admitirlo es un paso, eso también os lo digo—, pero a pesar de que primero me pongo la meta de leer lo que no me llama la atención para poder criticar con conocimiento de causa y a veces hasta tengo la esperanza de que me sorprenda, y eso ha ocurrido. 
La verdad es que no es la novela del siglo, el clásico entre los clásicos; de hecho es un poco plana, las cosas como son, pero, desde luego, está hecha para eso, y hasta ha habido ratos en los que me he reído con ganas. 
Sí debo decir, en cambio, que ha sido un libro curioso en el sentido de que hace un recorrido extenso e intenso, hasta interesante, por la vida y obra de Abraham Lincoln, el presidente estadounidense, aunque, naturalmente, la faceta que se le otorga de cazador de vampiros es, cuando menos, inverosímil. 
Es obvio que su quehacer no se redujo a cazar vampiros —y no, ni siquiera como metáfora puede tomarse así—, pero la obra se convierte en un libro de serie B, gracioso y, a veces, hasta innovador, al respecto de la figura histórica de Lincoln para hacerle poco menos que un histérico matamurciélagos. 
A veces, la literatura de zombis y demás —a falta de un nombre de género mejor— me cuesta un poco, ya lo sabéis, pero creo que para un viaje en tren, por ejemplo, puede estar entretenido, para no pensar en lo que tienes delante o para calmar los nervios de la llegada, y, para eso, el autor construye una especie de realidad paralela a partir de la historia tomándose las pertinentes licencias. 
¿Lo habéis leído?

12 de mayo de 2021

La tumba de Huma, Margaret Weis y Tracy Hickman

Siguiendo el camino que comencé con «El retorno de los dragones», continúo la trilogía de las Crónicas de la Dragonlance. En la segunda parte, reanudada meses después de los hechos que cerraron el primer libro, nuestros héroes continúan con su misión. A la vez de la misión, que acaba conmoviéndoles por encontrar la tumba del legendario Huma, se van desarrollando cada vez más los personajes, se empiezan a ver los caminos que van a tomar —aunque en realidad queramos que siga siendo como lo planeamos al leer el primer tomo—, y, paradójicamente, va girando desde las aventuras hasta el misterio, cuando deben descubrir cuáles son las motivaciones ocultas de ellos mismos, casi como si a través de sus peripecias pudiéramos descubrir, a la par de ellos, cuáles son las causas que les llevan a esta o a aquella decisión. 
Lo único que no me gustó nada es la muerte de un personaje que era muy querido para mí. 
Ya sé que es un ciclo natural, no sólo la muerte, sino la muerte de un personaje. 
Es algo necesario para dar continuidad a la historia y para justificar los motivos de esta o aquella acción, pero, al igual que cuando lo leí la primera vez —y admito que estuve llorando horas y dejé el libro aparte y no quise leerlo más, aunque luego me pudo la curiosidad—, sigo pensando que la historia podría haber seguido con la muerte de otro personaje menos especial y que podría habérsele más jugo al que murió. 
La verdad es que Margaret Weis y Tracy Hickman nunca me decepcionan. 
Y cada vez que me introduzco en los fantásticos mundos del universo Dragonlance siempre acabo contenta y feliz, porque no es fantasía épica al uso. 
Podría decirse que fueron casi pioneros, y, por suerte, no han conseguido equipararles, por mucho que se hayan hecho libros absolutamente fantásticos pertenecientes al género. Siempre me resulta divertido, y reconozco que necesario, volver a los juegos de rol
Es una de las formas que tengo para comprobar cómo olvido lo que me hizo «sobrevivir» en mi adolescencia y darme un pequeño toque de atención para que no deje ir una de los pilares en los que me apoyé para superarla y, por qué no decirlo, recordarme que la literatura también podemos escribirla nosotros mismos, siendo, incluso, los personajes que decidamos ser. 
Porque la literatura no tiene que limitarse sólo a los libros, ¿no creéis?

8 de mayo de 2021

Crepúsculo, Stephenie Meyer

Si mantuviera la infame categoría de Infumables, este libro, culpable de que si ponemos en Google imágenes "crepúsculo" nos salgan fotos de vampiros bañados en brillantina en lugar de los atardeceres tan preciosos que nos brinda la vida, estaría ahí.
De todas formas, con el paso de los años, he atemperado un poco mi opinión y ahora pienso que si a alguien le gusta algo, siempre y cuando no dañe a nadie, me parece maravilloso y espero sinceramente que lo disfrute, por más que a mí no me guste. 
El caso es que, antes, me habría mostrado del todo intransigente, considerando del libro que lo único bueno es que los adolescentes saben qué significa esta palabra, desconocida, en principio, para muchos de ellos, y que ha hecho que la lectura —ah, esa gran olvidada— crezca en sectores en los que brillaba por su ausencia, pero la verdad es que para un entretenimiento anestesiado, en el que solo necesitas desconectar, es perfecto. 
También hay que admitir que, en su momento, consiguió que tiernos jovenzuelos —aunque creo que entre el sector femenino es donde más ha calado, desde luego— despreocupados, centrados únicamente en vacilar por la calle con motos, maquillajes imposibles y pantalones escasos de tela hagan el esfuerzo —¿sobrehumano?— de sentarse con un señor tocho de los que hacen historia, y no solo uno, sino cuatro; próximamente cinco, aparentemente. 
Y así estaban todas, emocionadísimas con que un vampiro se enamore de ellas y lo dé todo por ellas. Y luego vino la película. Y la histeria se multiplicó por mil. Empezó a surgir un alarmante número de adaptaciones —incluso españolas—, vampiros por todas partes, libros, series, películas... y lo que pasa es que cuando explotas demasiado un formato, se agota. Se agota y hastía. 
Así que pasaron a los zombis, que también da para hablar largo y tendido. 
Pero bueno, si bien me gustan las cosas empalagosas, esto es una vuelta de tuerca que hace que hasta a mí, a veces, me resulte grimoso, y hace unos años tenía la teoría de que haría temblar a Bram Stoker en su propia tumba. 
La historia de amor de estos vampiros llenos de purpurina, la chica en apuros y el lobezno puede llegar a ser cuestionable, pero, de nuevo, al final se trata de desconectar. 

3 de mayo de 2021

El lector de cadáveres, Antonio Garrido

Esta preciosa portada —porque no me negaréis que es maravillosa, espero— nos lleva a la mismísima China, donde Antonio Garrido ha tenido a bien ambientar su novela, que debo reconocer que cogí con cierto temor pero que, sin embargo, me ha enamorado.
Los lectores de cadáveres en la China de hace unos cuantos siglos eran unos forenses muy especiales, unos jueces que solo llegaban a ser lectores por su avidez al descubrir hasta los más pequeños secretos de las muertes y no dejar que quedasen sin castigo hasta los crímenes más irresolubles, y Ci es uno de ellos, un joven que ha ascendido desde lo más miserable al puesto, quizá, de mayor consideración en la China imperial, y donde destaca por ser revolucionario con sus métodos e implacable con los culpables. 
De su mano, nos introducimos en una época que desde luego nos es extraña, como puede serlo el siglo XIII, y a su vez en un asesinato terrible que sólo él puede solventar, un crimen que pone en peligro a la mismísima estructura imperial amenazando con su destrucción. 
No es solo que la ambientación y la caracterización de los personajes sea impecable, que lo es, es que me parece de un tremendo valor criminológico, en su vertiente histórica, porque poco a poco nos cuenta cómo se sientan las bases de una profesión que hoy en día está en auge y es famosa por las chorrocientas series que hay del tema, y me consta que esa es la causa de que sea una de las carreras más solicitadas. 
Aparte, es el trazado histórico que recorre, que, con las pertinentes licencias históricas, es fidedigno y, sobre todo, verosímil, algo que consigue el autor con unas maravillosas descripciones y, como digo, con unos personajes que si pecan de poca credibilidad es por lo perfectos que son. 
Decía al principio que era un libro que me había enamorado, y la razón es que China, sobre todo en sus años imperiales, y al igual que Japón por la época del shogunato, me parece un país que destila misterio, precisamente por lo herméticos que han sido a lo largo de la historia y que, indudablemente, siguen siendo. 
Pero ese afán exclusivista, ese aislamiento voluntario hacia prácticamente todo lo que viniera del extranjero y luego solo permitirlo con cuentagotas me parece fascinante. 
Los países asiáticos suelen ser reservados, y quizá eso sea lo que aliente el interés por descubrirlos, y Antonio Garrido lo ha reflejado de una forma deliciosa, así que os invito a que os sumerjáis en él sin temores, porque, aunque sea novela, vais a descubrir mucho de lo más desconocido de esos países, las estructuras sobre las cuales sustentaron el secreto.