30 de enero de 2019

La habitación de invitados, Helen Garner


Lo cierto es que esta vez no he elegido una novela fácil. Reconozco que me ha tenido rodeada de pañuelos de papel en más de una ocasión, y eso que aunque soy bastante empalagosa la mayor parte del tiempo suelo hacerme la dura con estas cosas. 
Helen Garner ha conseguido llegarme al corazoncito y hacerme llorar como una estúpida mientras a duras penas pasaba las páginas porque las lágrimas no me dejaban ver lo que había escrito.
La protagonista de la historia es ella misma, una escritora de mediana edad y prototipo de la mujer moderna, liberal y liberada, que va preparando la habitación de invitados a la que hace referencia el título para su amiga Nicola, que acude a llevar a cabo un tratamiento alternativo para un cáncer que padece pero que, sin embargo, pronto se revelará que la ha destruido más incluso de lo que ella podía llegar a sentir.
Mientras que Nicola es el arquetipo de una hija de la nueva era, por decirlo de alguna forma, que confía en métodos alternativos para algo tan tremebundo como puede ser un cáncer —que yo para un resfriado me hago todas las infusiones que haga falta, pero para un cáncer no lo veo viable—, Helen es el prototipo de quien defiende el método de la medicina química tradicional, que se enfada porque ve en la actitud de su amiga a alguien que está derrochando su vida en algo innecesario que quizá, tratado de otra forma, podría tener hasta solución. 
Y a través de estos dos caracteres opuestos, personificados cada uno por una de ellas, se exploran los misterios de la amistad, de cómo puede afectar una opinión diferente a los cimientos de la misma y cómo a la vez se dejan de lado todas estas riñas de intereses que chocan entre sí ante la inevitable llegada de la muerte que esperaba a la vuelta de la esquina en lugar de en el pueblo de al lado como podían llegar a pensar ambas.
Lo dicho. 
He llorado como una idiota mientras leía el libro porque no pensaba solo en las disertaciones casi filosóficas que se hacen acerca de la amistad, un tema que ha sido tratado hasta la saciedad desde puntos de vista quizá más asépticos. Pensaba en Nicola, consciente o inconsciente de que su vida se apagaba a marchas forzadas y que no estaba dispuesta a dejar que sus creencias se vieran destruidas precisamente en un momento en el que ya no le quedaba nada que perder porque ya estaba todo prácticamente perdido; y pensaba en Helen, en su intento por hacer razonar a Nicola, pero a la vez entendiendo que tal vez diese igual y que si era su última voluntad quizá lo mejor fuera dejar que la llevase a cabo, en su interés en mantener la amistad y al mismo tiempo no dejar que su amiga se fuese.
Es más complicado de lo que parece, ¿no creéis?

26 de enero de 2019

La ciudad de los prodigios, Eduardo Mendoza


Vaya desde esta entrada mi más sincera admiración hacia Eduardo Mendoza, en mi opinión uno de los más grandes escritores que ha dado la literatura patria. Y como hacía tiempo que no me dejaba perdida entre las líneas de sus libros he decidido venir hoy con esta obra que es una de las más preciadas para mí en su bibliografía. 
Barcelona es una ciudad que me apasiona, tengo familia allí y debido a esto he estado muchas veces, tiene esa habilidad que tienen los sitios bonitos de hacerte sentir como en casa aunque no seas de allí. Y el retrato que hace de ella en los siglos XIX y XX uno de mis autores favoritos justo cuando comenzaba su esplendor no iba a dejarse esperar. 
Una ciudad, según creo, además de por sí misma es reflejo de sus gentes, y a través del retrato de estas gentes que la conforman y sus andaduras en la vida nos ofrece Mendoza un fantástico recorrido en la convulsión de estas épocas, una convulsión de la que una ciudad que se erigía como centro alternativo de un imperio obsolescente no se libraba y, acaso, padecía con más fuerza, algo que la convirtió en paradigma necesario para sentar las bases de ideas, luchas e injusticias.
Mediante un personaje casi caricaturesco, de sus andanzas, venturas y desventuras, vamos descubriendo las nuevas tendencias de la época y las diferencias entre una sociedad que, por un lado, crecía sin frenos hacia la burguesía adinerada y su contraparte, el resto, los obreros, sus empleados, que descendían de la misma forma hacia la miseria más absoluta.
En lo que he leído de este autor que, por si no había quedado claro, a mí me resulta delicioso de leer por la densidad y la documentación de las que dota a sus obras creo que este libro es indispensable para entender «La verdad sobre el caso Savolta», la que es de todas mi favorita y que os traeré con algo de tiempo. 
Cronológicamente es posterior. De hecho se sitúa en la mitad de la «Trilogía del detective innombrado» —que, por supuesto, también formará parte de este pequeño anaquel—, y pienso que este retrato de la Barcelona de finales y principios de siglo podría utilizarse e, incluso, recomendarse para entender lo que anteriormente se desarrolló en la trama de Savolta.
Desconozco si el autor la escribió con esa intención, como una precuela en ciernes o explicación de las contradicciones que poblaban la Barcelona de aquellas fechas, pero a mí me resulta una descripción indispensable para perderse en los hilos del asesinato, en las causas y las consecuencias de este. 

22 de enero de 2019

Orgullo y prejuicio, Jane Austen


Tengo el convencimiento de que en alguna ocasión lo he mencionado pero de igual forma he de haceros una confesión: adoro absoluta e incondicionalmente al señor Darcy, tanto en lo que se refiere a literatura como a ficción cinematográfica, incluyendo las versiones en películas que no tienen mucho que ver con la trama de la novela que os traigo hoy.
De hecho, y mirando en retrospectiva, es casi el único personaje que me ha enamorado platónicamente en todo lo que llevo leído. Sé de buena tinta que no soy la única, pero ya lo he dicho.
Ahora pasemos a lo que nos ocupa. 
Siempre bajo mi criterio, si en el siglo XIX hay un paradigma literario de romanticismo ese se encuentra en «Jane Eyre», y si lo hay de ironía, mordacidad y crítica social en este siglo y el anterior está en este libro que os traigo hoy de la mano de mi queridísima Jane Austen, una novelista inglesa que vivió en los últimos estertores de una sociedad georgiana que había perdido ya todos los rasgos que hacían que fuese ensalzada, en la que el caos social era el que reinaba y se advertían los primeros repuntes de statu quo victoriano, perfeccionado, claro está, por la soberana que le da nombre. 
Es en este entorno en el que se sitúa la novela. Elizabeth Bennet, nuestra protagonista, tiene veintiún años, una edad que la hace mayor en una sociedad donde jovencitas menores que ella ya están cargadas de niños, así que su familia decide casarla cuando llega a su entorno el señor Bingley, un joven adinerado y soltero, junto con su amigo, el señor Darcy. 
En un principio, Elizabeth y el señor Darcy adolecen de los dos «pecados» que dan nombre al libro, con una especie de resentimiento mutuo que les impide cualquier tipo de relación, incluso una cordial, pero a medida que ambos maduran acaba surgiendo el amor incondicional que les une. Sin embargo no es todo lo bonito que parece. 
Tras esta historia de amor que vemos en lo superficial entre líneas encontramos la crítica social mencionada que hace uso de las personas como si fuesen mercancía para lograr esta o aquella mejora, reflejada en la familia Bennet que busca casar a sus hijas a cualquier precio y siempre con uniones ventajosas. 
Ya sabéis, si habéis repasado mi trayectoria en este pequeño anaquel virtual y ha coincidido que lo comenté, las adaptaciones literarias no suelen ser mis favoritas.
Pienso que es prácticamente imposible —salvo notables excepciones, claro está— adaptar correctamente un libro a la pantalla, sea como película o como serie, principalmente porque considero que la interpretación que hace cada uno del libro es personalísima y un director o guionista difícilmente puede entrar en todas las mentes para siquiera vislumbrar un collage de estas interpretaciones que se adecúe a todas ellas. No obstante admito que las adaptaciones, con mayor o menor fortuna, de esta fantástica novela me han gustado y se han hecho muchas, pasando de las que se ceñían a la historia desde una con zombis hasta otra de Bollywood. Esta última me pareció especialmente original y divertida, otra forma de ver la misma historia.

19 de enero de 2019

El evangelio del mal, Patrick Graham


Aviso: lo que sigue a estas líneas no deja de ser una opinión personal y admito que alguien pueda sentirse ofendido. En ese caso os animo a que me contradigáis si así lo creéis necesario y que me intentéis convencer de lo contrario aunque sea una tarea dificilísima después de aguantar por puro orgullo hasta la última página y convencerme de que la historia no tiene ni pies ni cabeza. Para mí es una línea más que añadir en la lista de libros de conspiración que se subieron al carro que marcaba la moda literaria del momento y ganar dinerito fresco y rápido. 
Los que estéis más o menos familiarizados con cierta editorial que contempla el nombre hipónimo de la Tierra en cuanto perteneciente al Sistema Solar —me niego a darle publicidad— sabréis que más o menos de vez en cuando van vendiendo colecciones de enciclopedias y grandes hitos de la literatura y cosas así y que para engatusarte regalan «de-buena-fe-y-sin-ningún-tipo-de-interés-lucrativo» algunos libros que en mi honesta opinión creo que les sobran que están en boga y utilizan de gancho. Pues bien, hace unos años me tocó este que os traigo hoy de Patrick Graham
La historia en sí, en otro contexto y escrita de otra forma, puede estar bien como lectura de entretenimiento en un viaje, por ejemplo, y creo que eso es lo que más me cabrea de todo el asunto. Tiene los alicientes necesarios: intriga, religión, conspiraciones, médiums, FBI y al mismísimo Satanás de personaje principal. En otra situación habría encontrado algo que sacar, un mínimo momento de lucidez a lo largo de las páginas —que admito que hay— pero es que me parece demasiado descarado. Hasta un reloj parado puede dar bien las horas dos veces al día.
Desde el momento en que aparece la mafia tuve deseos de cerrar el libro, pero respiré profundamente y mi orgullo pudo vencer ese deseo —no sé si fue del todo bueno— y logré terminarlo tras combatir contra mi propia cordura. 
Me parece sobrecargado, repite tópicos uno tras otro hasta que se hace imposible de digerir, utiliza fórmulas que en poca cantidad pueden llegar a engancharte al libro y a animarte a seguir leyendo, pero de verdad que llegué a un momento en el que se me atragantó. 
De este libro no puedo cantar bondades pero sí puedo mostraros qué he encontrado yo entre sus páginas, y reitero que esto es una opinión meramente personal. Quizá en otras circunstancias no habría sido tan inflexible.

16 de enero de 2019

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte


A veces cuando deseas algo con todas tus fuerzas, ya sea que pasen los exámenes o bien que llegue determinado día para, yo qué sé, comprarte un libro que te apetece mucho tener, en el momento en que sucede eso que esperamos te das cuenta de que no te ha merecido la pena volcar todas tus ganas y tus fuerzas en el hecho en cuestión. Te sientes mal porque piensas —no sin razón— que has desperdiciado ese tiempo en el que te habías involucrado tanto y que podías haber empleado para otras cosas muchísimo más productivas. 
Pero por suerte no todo es así en la vida.
En ocasiones desear algo con todas tus fuerzas es el preludio de algo muy bueno, de algo que posiblemente cambie tu vida y cierre uno —o muchos— de los capítulos que la componen. 
Y por eso os traigo hoy el séptimo y último libro de la saga de Harry Potter, el libro con que concluye la que quizá ha sido una de las series de libros más importantes de las últimas décadas, más vendidos y, por lo menos por mi parte, de los que más han significado y más me he releído.
Como digo, este es el libro con el que se pone fin a una historia y también con el que se cierran cabos sueltos a lo largo de toda la saga, y la verdad es que —salvando los detalles que consideraríamos fuera del canon— J. K. Rowling lo hace de una forma bastante satisfactoria, porque aunque no esperásemos que fuese Lord Voldemort quien ganase la batalla —en la literatura es raro que el mal triunfe, sobre todo cuando hay tanta gente expectante— y supiésemos que sería Harry quien triunfase, descubrimos la faceta más secreta de otros grandes personajes como Snape y, personalmente, lloré a mares, tanto de pena cuando mueren personajes que a mí me parecían insustituibles como de emoción en la Batalla de Hogwarts. 
Tuve la inmensa suerte de crecer a la par de Harry y sus amigos, personal y literariamente hablando, y también de sus problemas. 
Recuerdo que cada año prácticamente rezaba porque me llegara la carta que me admitiera en Hogwarts, hasta tenía pensado en mis sueños más infantiles una especie de texto con el que pedía que me hechizaran para entender a la perfección el idioma y no perderme nada; y en el momento en el que dejé de ver viable la situación, no por realidad, sino por edad, siempre mantuve la esperanza de alguna forma imaginando durante horas una escuela de magia mediterránea, con sus casas, sus símbolos y hasta con su sistema educativo. 
Quizá esa fue la magia más grande de Harry Potter, la de hacer que una parte de nosotros tuviera —o conservara en momentos difíciles— algo de esperanza.

13 de enero de 2019

Plenilunio, Antonio Muñoz Molina


Es preciosa la portada, ¿verdad?
Recuerdo que llegó a mis manos hace muchísimos años, tranquilamente más de ocho, porque a una amiga de entonces se lo habían mandado como lectura obligatoria en su instituto y le encantó, y sabedora de que devoradora de libros es mi profesión oficiosa me lo recomendó y la verdad es que no pudo acertar más. 
Lo curioso del asunto es que yo iba ya con la predisposición a leerlo. Antonio Muñoz Molina es un autor que me gustaba —y me sigue gustando a día de hoy— particularmente, y más cuando hube visto la portada. Tengo una pequeña manía, ya sabéis. Si la portada del libro que tengo intención de leer me gusta o me llama la atención por cualquier motivo busco la manera de conseguirlo, y me da francamente igual que el autor solo sea conocido en su casa o sea un superventas consagrado. Ni que decir tiene que esta fue uno de esos casos, un impacto total.
Muñoz Molina no resulta fácil a veces aunque en realidad parezca que lo que dice tiene absoluta coherencia y dinamicidad. Es su trasfondo el que en ocasiones puede resultar dificultoso, pero en lo que a mí respecta no es sino un reto que superar para disfrutar plenamente de la lectura. 
«Plenilunio» es un libro que, si se me permite, roza lo retorcido. 
Es la historia de un inspector jefe de policía trasladado a la ciudad natal del autor desde el norte de la Península que, por causas evidentes y por el asesinato de una niña, está obsesionado con el crimen. El hecho de que el carnicero esté suelto, paseándose por todas y ninguna parte, de acá para allá sin ton ni son, le hace acariciar la paranoia en un entorno que podría rozar la banalidad por lo anodino y en el que, sin embargo, se mezclan presión, rechazo y asfixia.
Cuando las cosas empiecen a retomar su cauce y se relaje será cuando el asesino cometa un error que le devuelva de su mundo feliz a la realidad, y donde deberá aprovechar para poner en orden todos los asuntos y asestar el golpe final.
Si bien tengo épocas en los que el realismo y la actualidad no me satisfacen plenamente por la costumbre que he tenido siempre de usar los libros como evasión más que como lectura admito que Muñoz Molina consigue lo imposible en mi caso con la fantástica caracterización de los personajes, tanto física como psicológicamente. 
Estos tintes obvios de novela negra que en ocasiones puede llegar a tener son los que me atraparon del todo y llevarme a devorar «Plenilunio» en un solo día.
Es una lectura deliciosa. 

11 de enero de 2019

El último pasajero, Manel Loureiro


Reconozco que me da cierto pudor abarcar este libro. 
No porque lo denueste o porque lo desprestigie por el género, sino porque me ha tenido sin dormir toda la noche y cuando eso pasa no suelo ser capaz de dar pie con bola. Un amigo me solía decir que dormir es de cobardes, pero solo hasta que caes rendido de sueño. Y de ahí el pudor, por no ser capaz de soltar toda la retahíla de cosas que se me pasan por la cabeza. 
Yo descubrí a Manel Loureiro casi por casualidad, en una de estas charlas que se tienen con amigos en las que picas de aquí y de allá sin centrarte en un tema concreto. Y siendo de natural aprensivo y sin ser muy dada a leer o ver cosas que den mucho miedo salvo que antes me haya leído de cabo a rabo todos los spoilers del universo porque aun así soy capaz de sobresaltarme al principio no estaba precisamente contenta de ponerme a leerlo. 
Fue precisamente uno de estos amigos quien me hizo ceder en cuanto a leer cosas de zombis cuando ya se había desmadrado el asunto —comercialmente hablando— y por suerte comprobé que no todo era igual de morralla y que había autores como Loureiro que agrandan el género y lo dotan de una calidad que el exceso ha hecho que se diluya.
Así las cosas cuando me enteré de que sacaba un nuevo libro me puse a dar saltitos interiores de alegría y cuando supe que se alejaba del género me alegré aún más, no porque no me gusten, sino porque la verdad es que me ponen muy nerviosa si nacen de su pluma.
En retrospectiva, en 1939 el barco Valkirie aparece de la nada entre una densísima niebla, preparado como si la vida se hubiera mantenido intacto hasta el mismo momento en que lo encuentran con el único problema de que los pasajeros parecen haberse volatilizado. Los tripulantes de la embarcación que lo encuentra se queda estupefacta ante el descubrimiento, y quedan aún peor cuando descubren que el único superviviente es un bebé envuelto en una manta, un bebé al que nadie puede identificar.
En la actualidad un millonario controvertido se hace con el barco a toda costa y decide repetir paso por paso el viaje del Valkirie para descubrir qué es lo que sucedió entre esas planchas de acero, para saber con rigurosidad científica si los rumores son ciertos y descubrir qué ha sucedido en determinadas zonas del planeta a los largo de los siglos.
Simplemente os digo que ahora después de devorarlo veo la niebla de otra manera.
No sé si debido a mi natural inclinación a la divagación he encontrado referencias y homenajes por todas partes, relaciones con series y con experimentos cuyos visos de verdad empiezan a dejar de estar en entredicho y me ha gustado muchísimo, sobre todo el hecho de que el lector va sacando conclusiones conforme va leyendo —a mí por lo menos me ha pasado—, y luego... ¿serán esas conclusiones ciertas o habrá algo ancestral, más terrible, escondido tras las paredes del barco que es al mismo la causa y la consecuencia de todos los actos?
Como digo es un libro que te atrapa desde el primer momento. Lo que comienza siendo algo «normal» en el sentido de que puede pasarle a cualquiera poco a poco se va convirtiendo en algo más irreal, en algo que solo la literatura puede permitir. ¿O no?

7 de enero de 2019

A sangre fría, Truman Capote


Quizá últimamente estoy más visceral de lo normal —será que yo también me hago vieja— y quiero empezar el año con el maestro de maestros de la literatura periodística norteamericana, con el mismísimo Truman Capote, personaje atormentado y apasionante donde los haya. 
Cómo no, no me alejo del género policíaco para celebrar un día como hoy. 
En la que yo considero su obra maestra —en mi humildísima opinión—, Capote nos hace una crónica magnífica del asesinato de la familia Clutter, un asesinato que estuvo investigando cinco años para contar con la documentación suficiente para el libro, y la causa de su investigación no fue otra que el aparentemente anodino asesinato como los que se dan cada día en los Estados Unidos porque le producía un resquemor inusual que en un pueblo aparentemente tranquilo, en un sitio tan pequeño, se había asesinado a una familia respetada y respetable que adoraba todo el mundo con tal acontecimiento. Y lo que en principio comenzó como un mero libro que reflejase las vidas casi provincianas de los asesinados acabó convirtiéndose en una obra que descubriría el auténtico misterio del crimen de la familia Clutter.
Lo cierto es que el libro es como una espiral que te acaba devorando, porque como lector también vives el proceso de creación y de investigación, como si también estuvieras con Capote recabando información sobre la causa del asesinato, como si también estuvieras en ese pequeño pueblecito de Kansas empapándote de todo el mundo rural de Estados Unidos y de lo que éste implica.
Admito que es un libro que no puedo dejar de leer una y otra vez, porque es tan perfecto, tan redondo, que es imposible no caer presa una y otra vez de la crónica que hace Capote en sus páginas.
Reconozco también que a pesar de lo que os acabo de confesar me resistí al principio a sumergirme en sus páginas. De Capote tenía una imagen de frivolidad vacua que me alejaba y en mi inocencia pensaba que la extrapolaría a sus obras más realistas —las novelas son un mundo maravillosamente aparte—, pero por suerte no es así. 
No en vano estamos ante el paradigma del género del nuevo periodismo y lo es con razón.

4 de enero de 2019

Persépolis, Marjane Satrapi


No sé si alguna vez lo he mencionado —pero desde luego sí sé que quería hacerlo— pero escribir este blog me da la oportunidad de descubriros —y descubrirme— nuevas lecturas, nuevos mundos en los que sumergirme. 
Y en una época en la que por suerte poco a poco vamos abriendo nuestras mentes para abandonar clichés manidos por el tiempo tengo la oportunidad de tocar en este pequeño anaquel que voy reconstruyendo poco a poco todos los géneros y todos los tipos de literatura escrita por mujeres que se me ocurriesen alejados de lo típico de mazapanear y tener sexo sin fin con el caballerizo de la hacienda de turno, y no me malinterpretéis, eso también está bien y es lícito disfrutarlo, lo que me escama es que hubo un tiempo en el que la literatura escrita por y para mujeres se centraba simplemente en variaciones de lo que os he contado arriba.
Así que no podía faltar entre mi selección una novela gráfica, una de las que me han resultado más emotivas por la carga autobiográfica que contiene. 
Este cómic de Marjane Satrapi quizá sea uno de los más representativos, no solo por su contenido, sino porque creo que es uno de los trazos más sinceros que he encontrado últimamente en este género.
La vida de Marjane fue fácil en algún momento. Su familia era progresista y además acomodada, eran los descendientes de la anterior dinastía reinante en Irán derrocados por el Shah, y en 1979, con diez años, se produce una revolución con la que, en principio, su familia simpatiza y que luego se convierte en la vuelta a un fanatismo religioso que va minando su país. 
Por este progresismo mencionado Marjane fue criada en un sentido occidental, y en vista de la actitud del nuevo régimen con sus detractores la envían a Europa a estudiar; sin embargo la vuelta no será tan fácil ya que la creen «contaminada» pues está educada en un mundo en el que la mujer es libre en comparación con la mujer iraní postrevolución, y es una especie de flor en un campo de hierbas, extraña y propia al mismo tiempo. 
Imagino el revulsivo que tuvo que suponer este cómic para cualquier tipo de sociedad cuando apareció.
Para la suya por las reivindicaciones, por las comparaciones que hace de la talla del mismísimo dios comparándolo con Marx, porque quiere parecerse a Mahoma y a Jesús y ser profeta en su tierra, porque bajo su pañuelo su sudadera afirma que el punk no ha muerto y porque su abuela, a pesar de todas las restricciones sigue siendo libre, porque había escogido su enclaustramiento. Para la sociedad ajena presentaba un mundo lejano que en nada se parecía al propio, exótico y distante, que no sabía que alguien se podía rebelar silenciosamente pero al mismo tiempo a gritos. 
Es imposible que con el libro que os traigo hoy sea parcial. 
Como os digo más arriba no deja de ser la vivencia de esta mujer cuando era niña, las vicisitudes por las que tuvo que pasar para llegar a Francia donde ahora reside y, por tanto, la historia la cuenta a su manera. Igualmente es innegable que la revolución benefició a muchos y que no todos eran beneficiados por causas políticas; las envidias también supusieron un empuje importante para la caída del Imperio iraní, y al final se les fue de las manos y se convirtió en algo que quizá no deseaban. 
Sin embargo y a pesar de todo lo que relata a mí me parece que lo hace con cierta añoranza, como si todo lo vivido no hubiese contado y si las cosas cambiaran pudiera volver.