30 de mayo de 2018

El jinete de la onda de shock, John Brunner


No sé si sabéis que soy un poco dramática y que me gustan los libros que me hacen "sufrir", entendido en el sentido de ponerme en tensión, sorprenderme y disfrutar de esa adrenalina que se agolpa conforme voy leyendo más y más páginas.
También disfruto especialmente con esas obras que se adelantan a su tiempo y parecen prevenir a los lectores de una época futura que se antoja extraña, como si el autor fuera una especie de profeta o visionario y para mi gusto particular John Brunner es uno de ellos. 
Nos encontramos en el año 2010 para nosotros cercano en el tiempo, pero en el momento en que se escribió, 1975, aún estaba lejos y la imaginación se disparaba acerca de lo que podía pasar en ese futuro aún ignoto, donde una red informática abarca todo Estados Unidos pero que, en contra de las ventajas que se podrían presuponer derivadas de este acceso a la información, la sociedad se consume, con un código basta para intentar encontrar algo a lo que agarrarse, pero es de todas formas imposible. 
Se ha vuelto al primitivismo en el sentido peyorativo de la palabra contra lo que se podría suponer en este entorno futurista y en apariencia halagüeño, y en este marco hostil surge un informático, nuestro protagonista, reclutado por el gobierno en un plan de sobredotación intelectual que no es nunca quien dice ser, o que puede ser nadie, y que trata de desmontar esta red que reduce a la sociedad a poco menos que ineptos sin causa y sin ninguna motivación.
Como veis hoy os traigo un fantástico hijo del cyberpunk más duro que me fascina.
Se me queda corto este espacio para recomendaros todas las obras de Brunner. Cada cual es mejor que la anterior y lo cierto es que consigue innovar aunque el tema, claro está, esté relacionado entre sí. Os iré trayendo poco a poco más obras suyas para que las disfrutéis tanto como lo hago yo.
Si he elegido este clásico de las distopías es porque a veces me da por filosofar y me parece un preludio bastante aterrador de lo que podría venir con el tiempo.
Está claro que no hay que ser alarmista, lo que sea que elijamos acabará siendo, pero me resulta curioso cómo se puede tergiversar algo tan útil pero que seamos sinceros, consume el tiempo que antes pasábamos, por ejemplo, buscando información que ahora tenemos a golpe de clic con mil ediciones complementarias que refutan cualquier cosa que buscáramos hasta convertirlo en una especie de Gran Hermano, en el detonante de lo peor que puede haber en nosotros mismos.
Uno de mis mejores amigos dice que la información es poder, está claro que sí, el problema es en qué manos cae ese poder y cómo puede llegar a usarlo.

26 de mayo de 2018

Fariña, Nacho Carretero


Si hay un libro que ha generado controversia en los últimos tiempos por todas las oscuridades que lo rodean y porque se ha visto prohibida su venta y distribución es este que os traigo hoy, Fariña, de Nacho Carretero.
El libro recoge de una forma fidedigna, con mapas y de una forma documentadísima la historia del contrabando en Galicia desde su inicio, ilustrándolo con el caso de un vecino que se dedicaba contrabando de bicicletas con Portugal, por ejemplo, siguiendo con el tabaco y acabando con la "fariña", la cocaína, a partir de los años ochenta, con la aparición en escena de Sito Miñanco, Laureano Oubiña, etcétera. 
A lo largo de los doce capítulos Nacho Carretero recoge testimonios de todos los implicados, pasando por vecinos, políticos y policías y acabando por los propios narcos, y muestra cómo la propia orografía propicia escondites y sitios prácticamente a la vista que se han empleado a lo largo de los años para múltiples menesteres relacionados con el contrabando, y a mí, personalmente, me resultó encomiable el trabajo de investigación que lleva a cabo porque no se casa con nadie, expone los hechos con la crudeza que tienen, ni más ni menos, sin caer en faranduleos que supongan un morbo innecesario. Es innegable que el libro lo tiene por lo que cuenta y por sus personajes, pero no llega a caer en el amarillismo y eso me parece tan necesario como importante.
Desde el punto de vista de una simple lectora, y aunque es un libro que llevaba el número de diez ediciones que se dice pronto en la fecha del secuestro cautelar creo que han conseguido justamente lo contrario, algo así como lo que sucedió con la profesora Umbridge y el Quisquilloso que recogía la entrevista a Harry Potter sobre la vuelta de Voldemort saga que os traeré con el tiempo, porque aún la releo de tanto en tanto. 
Cuando prohíbes algo se incrementa el interés general en ese algo, somos humanos y va en nuestra naturaleza querer conocer todo lo prohibido, y a la vista está si tenemos en cuenta la de triquiñuelas que se han hecho para poder leer el libro, si consideramos que venden ejemplares de segunda mano por hasta ciento cincuenta euros y el éxito de la serie que se ha basado en los hechos narrados en el libro.

22 de mayo de 2018

El caso de Betty Kane, Josephine Tey


Aunque la gente que me conoce pueda llegar a pensar que por mis manos han pasado la mitad de los libros del mundo confesaré que aún me quedan muchos mundos en los que entrar y vidas en las que sumergirme. Así siempre estoy buscando nuevas recomendaciones, tanto de novedades como de clásicos, porque nunca se sabe qué maravillas puedes encontrar. 
El libro que hoy nos ocupa fue una de esas recomendaciones, indirecta, por cierto, que encontré en Twitter. Reconozco que me muevo en un círculo un poco limitado en esa red social y que muchas de las cuentas que sigo son de gente relacionada con el mundo de los libros y la literatura, y de esa manera llegó a mis manos esta pequeña maravilla de la novela negra, que aunque todavía no lo sepáis es de mis géneros favoritos. 
Josephine Tey nos sitúa en Milford, el típico pueblecito inglés en el que a veces hemos soñado con vivir por su tranquilidad y porque nunca pasa nada más allá de la vida. Sin embargo, un día Betty Kane, quien da título a la novela, y quien es una jovencita de lo más angelical y digamos adecuada para las convenciones sociales y lo que se esperaba para una chica de la época en un pueblo como ese acusa a las Sharpe, madre e hija, de haberla secuestrado y provocado tremendos horrores en el desván de su casa. Por supuesto las Sharpe se defienden, aducen que ellas, tranquilas como son, jamás podrían haber llevado a cabo las infinitas torturas que se listan, pero Betty empieza a dar detalles, algunos que solo podría saber si de hecho ha permanecido tiempo en ese desván. 
Todo lo que se presenta apacible y hasta anodino de repente se convierte en una olla a presión que nos hará plantearnos si los personajes aparentemente maniqueos y divididos en buenos y malos se ajustan a sus características o si realmente todo es lo que parece. 
Es bastante razonable imaginar por qué me ha encantado y por qué me he bebido el libro de un tirón y sin tomar aire. 
Desde pequeña me ha gustado lo relacionado con el misterio y la intriga próximamente os hablaré del primer libro de "adolescente adulta" que leí y que a día de hoy sigue acompañándome en mi mesilla de noche porque sigo teniendo la necesidad de releerlo de vez en cuando—, y por eso me resulta refrescante esta novela, porque se adhiere a los cánones del estilo pero, a la vez, me resulta rompedora en tanto no necesita de giros increíbles de guión o personajes rimbombantes para conseguir que no puedas despegar los ojos de las hojas. Nuestro detective, Robert, que es quien lleva el preso de la trama, no lo es por profesión, simplemente le toca serlo porque desde la mismísima Scotland Yard no consiguen desbaratar la madeja, y la verdad es que lo hace de la mejor de las maneras, y está tan bien escrito que resulta creíble, algo que se agradece infinitamente. 
Ya veis que lo que puede resultar en apariencia sencillo o anodino puede guardar grandísimas sorpresas, así que os propongo que lo leáis y que vayáis al pequeño pueblecito que es Milford, os va a encantar. 

19 de mayo de 2018

Orlando, Virginia Woolf

Dentro de un tiempo os contaré el impacto social y el acto de rebeldía que había constituido "El retrato de Dorian Gray" tras su publicación en su época, pero si bien esto es indiscutible, no es menos cierto que Virginia Woolf, como prácticamente toda su bibliografía, supuso un revulsivo similar con la publicación de su Orlando, porque en ella trata tabúes de la época y ojalá pudiera decir que han dejado de serlo como la homosexualidad y el papel de la mujer como autora y dueña de su vida, algo impensable para finales de la década de los veinte, a pesar de que poco a poco se rompían barreras y se avanzaba muy lentamente hacia un mundo que, aún hoy, sigue necesitando mejorar en ciertos aspectos sociales.
Para el devenir de su novela Woolf utiliza tres periodos históricos diferentes, el isabelino, el victoriano y su propia época, y en ella relata la biografía de su amante, Vita Sackville-West, de una forma, digamos, muy peculiar, permitiéndose numerosas licencias que rozan la fantasía y de forma paródica, porque con ella se burla en cierto modo del género y lo construye a su deseo y semejanza.
Para mí Orlando es una de las mejores obras en lo que respecta al movimiento feminista de la época, criticando la opresión generalizada que sufría, y sufre, la mujer a lo largo de su vida, primero por parte de su padre y sus hermanos, si los tenía, y después del marido, si tenía la mala suerte de encontrar un ejemplar de los que quedaron anquilosados en el siglo anterior. A este cóctel se añade la opresión sistemática del resto de la sociedad y los oprobios construidos como normas, pero también, y especialmente, en el mundo literario, tradicionalmente hecho a medida de los hombres y solo para ellos.
Aunque lógicamente tenga todas estas características que acabo de exponer, considero esta novela como un canto internacional y profundo hacia la igualdad y me explico.
La razón fundamental en la que me baso es que tras el cambio de sexo de Orlando lo que se esconde es una metáfora y la muestra de que, a pesar del susodicho cambio, él seguía siendo la misma persona y que, en cierto modo, los roles destinados a los sexos, excluyendo al contrario únicamente por serlo, además de ridículos son innecesarios.
Este viaje por la historia, porque, como he dicho, el texto se desarrolla a lo largo de varios siglos y varias cortes reales de Inglaterra, por el amor el propio hijo de Vita Sackville-West describe al Orlando como "la más larga y encantadora carta de amor en la literatura*, las injusticias y la crítica social debería erigirse como bastión de cambio en una sociedad que, convulsa y corrompida, es perfecta para sembrar la duda y la mejora.
Ya no solo por nosotros, sino por los que vendrán después.

*La cita del hijo de Vita Sackville-West está sacada del artículo de la propia Vita en Wikipedia.

16 de mayo de 2018

Doña Bárbara, Rómulo Gallegos

Posiblemente sepáis que "Doña Bárbara" fue una telenovela porque se emitió en televisión hace no demasiado tiempo y posiblemente siga en emisión en algún canal oscuro, pero lo que probablemente no sepáis es que antes que telenovela fue ópera y película, y sobre todo, antes de película fue libro, un libro escrito por Rómulo Gallegos allá por el final de los años veinte en Venezuela.
Doña Bárbara, cómo no, es la protagonista de este libro al que da nombre. Es una mujer fuerte, una terrateniente a la que hicieron dura y cruel la noche en la que la violó un grupo de piratas y le regalaron, si puede decirse así, un profundo odio a los hombres, a quienes considera tan salvajes como aquellos piratas que le destrozaron la vida y le quitaron a su primer amor, convirtiéndola en un témpano de hielo sin sentimientos, únicamente movido por la ambición de imponer su ley y por la necesidad de venganza, que es su fin último.
Y cuando precisamente es su ley la que impera aparece Santos Luzardo, un abogado proveniente de la ciudad, que es oriundo de Los Llanos y que, en consecuencia, ha sido "civilizado" por la ciudad como ente.
La novela, como habréis empezado a suponer, refleja el dualismo entre civilización y barbarie, reflejado por los dos personajes principales que son Santos Luzardo y Doña Bárbara respectivamente, así como por su entorno y por el nombre que reciben ellos mismos y los lugares en que se prodigan, como por ejemplo la hacienda de la Doña, que se llama "El Miedo".
Estas características abundan en la novela hispanoamericana de la época, y en ellas subyace el ansia de la parte urbanita, por denominarla de alguna forma, por dominar y civilizar en definitiva a la salvaje, a la exótica y ajena; trasmite el deseo de un profundo cambio social, alejando a la sociedad del caudillismo y de las prácticas dictatoriales que a causa de este asolaban el país.
Es en este dualismo donde se refleja la realidad de la Venezuela de la época, y me atrevería a decir desde la obvia distancia que es la realidad que permanece en las zonas más rurales del país aún hoy: una zona entregada a caciques locales, corruptos, influenciados quizá por un temor ancestral a las antiguas creencias.
En este contexto, como reflejo de la vieja Europa y la nueva América, aparece Santos para imponer la ley que es la ley de la civilización, para amansar a la fiera salvaje de Los Llanos y acomodarla al nuevo orden del progreso, valiéndose de la hija que tuvo solo para conseguir su hacienda, porque, en última instancia, ni la siente ni la padece, y a la que a medida que Doña Bárbara va deshaciendo el muro enamorándose de él, convierte una rival por su afecto.
Y cuando Doña Bárbara renuncia y comprende, cede la barbarie ante la civilización y triunfa sobre lo ancestral.
A mí, personalmente, me encanta.

12 de mayo de 2018

Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik

Fue hace unos cuantos años cuando llegó a mí algo de la poesía de Alejandra Pizarnik y puedo decir que ya no hubo vuelta atrás desde entonces. 
Admito que al principio no solía tener paciencia para la poesía. Me gusta escribirla, de hecho tengo terminado un poemario y he empezado otro y aspiro a publicarlos en algún momento, y la mayoría de las veces lo único que me sale es el verso, nada algo más largo o con más cuerpo que un poema relativamente breve y que vaya al grano. Sin embargo, que me guste leerla siempre es otro cantar. 
No sé exactamente por qué, pero a veces me resulta forzado seguir entera después de leerla, como si mi cabeza fuese formando el ritmo mientras la leo y se identificase con cada verso, con cada cuerpo que habita el poema; en el fondo es una relación de amor y odio al mismo tiempo que tengo con muchas más cosas de las que me gustaría.
He elegido este libro precisamente porque no me resulta forzada su lectura, sino que el verso libre, lo corto de cada poema y la catarsis a la que llega Alejandra en cada uno de ellos me hace sentirlos y pensar que son un emblema suyo, casi como una pequeña autobiografía que, irremediablemente, arrastra la cordura para abofetearla con su dolorosa verdad.
Este libro es hijo de la madurez de Pizarnik, y a pesar del simbolismo que desprende y que ya empieza en el propio título asociando la carga mitológica del nombre al propio contenido, está cargado de dolor, el dolor del amor y del desamor y de todos los sentimientos que la llevarían a elegir su propio final en una vida tan atormentada y tan frágil al mismo tiempo. 
Quizá los que más me han llegado han sido estos fragmentos:

ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe
-----------------------
una mirada desde la alcantarilla
puede ser la visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa 
hasta pulverizarse los ojos

Supongo que Pizarnik tenía que acabar como acabó porque no podía ser de otra manera.
Fue una mente demasiado genial que no supo o no quiso amoldarse a la banalidad del mundo que la rodeaba y no pudo reaccionar de otra forma que no fuese el suicidio, como colofón triunfal a su obra, como un acto necesario para su supervivencia literaria. 
Quizá esta sea una forma de honrarla.

8 de mayo de 2018

Cuernos, Joe Hill


No tiene que ser para nada fácil darte a conocer en el mundo de la literatura en mi humilde opinión, saturadísimo, y eso que yo soy una de las que aspira a poblarlo y sobrevivir en él, y reconozco que no debe de ser fácil tampoco dedicarte al mundo de la literatura, concretamente a la literatura de terror y fantasía, cuando uno carga en la espalda un bagaje tan amplio como el que supone que tu padre sea el autor que más libros del estilo vende a nivel mundial aunque esto suponga, por supuesto, una inestimable ayuda, tanto por el respaldo económico como por el conocimiento indescriptible que puedes llegar a tener sobre el tema. 
Hoy os traigo la que quizá sea la novela más conocida del autor estadounidense Joe Hill, una historia que parte de la base tan inverosímil como surrealista de que al protagonista, Ig Perrish, un día le crecen cuernos en la cabeza. Este es el punto de partida de una novela que explora la condición humana, la venganza.
Este desafortunado incidente de la aparición de los cuernos tiene que ver con que la novia de Perrish, Merrin, fue asesinada hace un año y todo el pueblo, incluyendo a su familia, y sin saberlo él le cree culpable, y un año después y después de una borrachera amanece con estos apéndices en la cabeza, que le descubren todos los susurros y sospechas de las que era objeto y que nadie se atrevía a exponer directamente.
Los cuernos, aunque al principio suponen un obvio desconcierto, le proveen de cierto poder de seducción, podríamos decir, que le hacen depositario de los secretos de sus conciudadanos, porque de ellos emana una fuerza diabólica que les impele a desnudarse y contarle todos sus deseos más oscuros.
Aunque peque de algo a lo que ahora mismo no puedo ponerle nombre admito que si me hubieran dicho en el momento en que llegó a mis manos que Joe Hill es el hijo del archiconocido Stephen King me habría echado a temblar figuradamente. Habría pensado de forma injusta que no merecía la pena, que era otro más de los polluelos a la sombra de su padre o madre famosos que intentan abrirse paso en el mismo campo que ellos porque todo les viene dado, o, simplemente, no me habría atrevido a dejarme llevar por sus páginas.
Ni que decir tiene que me habría perdido un libro muy entretenido, de esos que te gusta leer por ejemplo cuando viajas o cuando todo lo que necesitas es sumergirte en una historia de suspense y, por qué no decirlo, un poco de terror que te permita ver con perspectiva cualquier cosa que en el momento te aflija. Creo que sabéis a qué momentos me refiero.
Así que por eso os lo recomiendo, por los momentos de humor negro que se permite Hill para ilustrar una situación tan surrealista como la que padece su protagonista, por los pequeños enlaces entre capítulos que unen a un tiempo presente y pasado y, en fin, porque es una novela que captura desde el primer momento y que devoras de una vez. Recordad que, como bien dice el subtítulo, "el diablo está en los detalles".

5 de mayo de 2018

Ardalén, Miguelanxo Prado


Una vez presentadas las excusas y esperando no volver a desaparecer en algún momento, es hora de proseguir.
Si habéis seguido mi trayectoria anterior en este mismo blog sabréis que soy bastante sentimental. Un mazapán escondido bajo un caparazón casi indestructible en el que los resquicios son tan poquitos que últimamente solo pasan libros o solo dejo pasar libros, aunque no siempre es así.
Hace unos meses conocí a una persona que me abrió los ojos a muchos mundos distintos y me hizo recordar el mundo del cómic. 
Esta persona me presentó, por decirlo de alguna manera, a Paco Roca, a Colo y a Miguelanxo Prado, que es quien hoy nos ocupa, y creo que nunca se lo agradeceré lo suficiente. 
Ardalén es una historia deliciosa que nos habla de la memoria, de los recuerdos y de las jugadas que nos hacen al bailar en nuestra memoria.
Ardalén es la historia de Sabela, que acude a una pequeña aldea de Galicia en busca de sus recuerdos. Desde que era pequeña su familia ha contado una historia sobre el abuelo que emigró a Cuba en busca de fortuna en una España destruida por la guerra y sus consecuencias. De él solo sabe las palabras que su tía le contó a escondidas, los silencios de su abuela y los restos de unas cartas que son las que la dirigen hacia esa aldea, pues en ellas habla de que embarcó con uno de sus habitantes, Fidel, y con él recorrerá lugares imaginados, personajes que se cuelan y alteran cualquier percepción que consideremos real. Y con él los habitantes del pueblo, que guardan silencio, secretos, envidias y viejas inquinas que se esconden en los cajones de la memoria. 
Cuando antes decía que era una historia deliciosa creo que me he quedado corta.
Admito que tuve que releerlo una vez lo cerré, tenía que seguir empapándome de recuerdos porque no había podido controlar las lágrimas.
No os voy a engañar diciéndoos que es una historia fácil, porque no es así, especialmente para las personas que están inundadas de recuerdos y que son estos los que las mueven a seguir caminando entre los vivos. 
Ardalén es el dolor que golpea por la noche cuando te quedas a oscuras intentando dormir, es la fuerza que te ayuda a seguir adelante cuando solo te quedan los recuerdos que atesoras en el sitio más profundo de tu mente. Es, en definitiva, el vaivén al que nos vemos sometidos si vivimos.
Miguelanxo Prado trabajó en él durante mucho tiempo para regalarnos esta pequeña maravilla, y eso se nota en sus ilustraciones, en sus diálogos y en toda la sensibilidad que transmite a lo largo de la obra. Juega con nosotros igual que juegan los recuerdos con Sabela y Fidel, y el hecho de que hasta el último momento consiga hacer que guardes la emoción que te aprieta el pecho hace justo comenzar con Ardalén el nuevo camino de este blog.
Comencemos.
Parece que fue ayer y han pasado años desde que me tomé unas vacaciones y dejé en suspenso el blog.
Mi intención, palabra, era volver en unos días, pero supongo que al final me pudo la comodidad de no tener que pensar también en esto -si bien tenía planificadas muchas cosas a lo largo de mucho tiempo- para cerrar los ojos y seguir adelante.
No voy a excusarme en el hecho de que estaba pasando una mala época, tanto sentimental como en lo que concierne al resto de mi persona. Todos las pasamos.
Sí os diré que ya no era lo mismo. Que más que un placer escribir se había vuelto una carga. Y aunque para mí la lectura en sí nunca lo ha sido -y nunca lo será, estoy convencida- me costaba la vida sentarme delante del ordenador y escribir letras que me sonaban tremendamente forzadas porque no las sentía.
Así, he decidido volver con más calma. Habrá algunos cambios. Me temo que la «infame categoría de infumables» va a desaparecer, porque aunque era una forma legítima de exponer mis sentimientos encontrados respecto de los libros incluidos lo cierto es que al final me repercutía emocionalmente. No quita, desde luego, que si un libro no me gusta o lo considero por debajo de los mínimos estándares de la decencia lo plasme aquí, pero usaré un tono menos impulsivo, por decirlo de algún modo, para describirlo.
También van a desaparecer las entrevistas a escritores y no recuperaré las que hice. En su momento superé la vergüenza que me producía dirigirme a personas que, en muchos casos, admiraba, pero no sé si seré capaz de nuevo, y me parece un despropósito colgar entrevistas que hice hace muchos años.
Los que hayáis seguido el blog al principio veréis que ha cambiado también la interfaz por una menos recargada, más sencilla. No es que la otra no me gustase, al contrario, pero he llegado a la conclusión de que un cambio radical necesita partir desde la base, y la base de un blog, como todos sabemos, es su apariencia.
Espero que esta estadía se prolongue en el tiempo y que me acompañéis como antes hicisteis.
Bienvenidos de nuevo a mi humilde biblioteca.