30 de diciembre de 2021

El laberinto de las aceitunas, Eduardo Mendoza


Ha pasado más tiempo del deseado para retomar "la Trilogía del detective innombrado" de Eduardo Mendoza, ese escritor que, en cierto modo, me ha quitado el sueño durante esta parte del curso, pero de una forma más que agradable, esa trilogía de novela policíaca que inicié con «El misterio de la cripta embrujada» y que continúa "librificada" en este libro, «El laberinto de las aceitunas», que, desde aquí, me comprometo a traer más pronto que tarde.
No sé qué me pasa con las trilogías, aunque esta ya ha trascendido la trilogía para convertirse en una serie de libros como debe ser, pero siempre llegan a mí desde el segundo libro, en lugar del primero, como debería ser.
Debo tener un imán bibliófilo o algo por el estilo. 
Y fue pequeña cuando descubrí este libro en la estantería de mi madre, en un lugar al que no podía acceder si no era escalando por ella. 
Retomamos en esta novela la vida del detective sin nombre cuyas hazañas vemos surgir de la prosa de Mendoza, y comienza en el momento en que sale del sanatorio mental en el que ha estado recluido para cumplir una misión. 
No exenta de peligrosidad, tendrá que recorrer un laberinto, parafraseando el título del libro, de misterios, muerte y enagños que le llevarán de la mano de personajes que poco o nada tienen de sinceros a un destino desconocido. 
Si algo me gusta de las novelas de Eduardo Mendoza es el hecho de que siempre dota a sus personajes, en los nombres, de pequeñas pistas acerca de la labor o del hecho que desempeña. 
Esta fuente de chascarrillos es muy interesante y muy propia para el tema que nos atañe, en el sentido de que si en la novela policíaca prima el misterio, una vez conoces este pequeño dato del contenido que el significado de los nombres lleva implícito, elucubras incluso inconscientemente lo que pueden significar y qué llevan oculto tras lo que aparentemente resulta algo normal o inocente. 
Lo mismo pasaba en «La verdad sobre el caso Savolta» y eran pequeñas pistas de su desempeño o de su condición psicológica, algo que intensifica, a mi parecer, el interés del lector, algo que lo lleva a querer saber más y más. 
Una novela de folletín moderna que culmina en el momento en que se descubre parte del telón y nada es lo que parece con la que aprovecho para desearos un buen cambio de año y que el que entra sea tranquilo; después de las circunstancias de estos dos años pasados, a veces no se pide más que tranquilidad. 

17 de diciembre de 2021

La luz fantástica, Terry Pratchett


Hoy os traigo la continuación de «El color de la magia», el libro con el que da inicio la saga de Mundodisco de Terry Pratchett
Este también pertenece a la saga del mago Rincewind, aquel hechicero petardo —valga la expresión— que ni siquiera está licenciado en la Universidad Invisible de Ankh-Morpork, y que continúa su periplo turístico con Dosflores
Nos quedamos en el primer libro en que habían caído por el borde del Disco, y, poco a poco, descubrimos que, ahora, su principal misión es sobrevivir a una extraña luz que vislumbran y que amenaza su existencia, pero ahora cuentan con la ayuda inestimable del héroe más peculiar de la saga, Cohen el Bárbaro, y reconozco que uno de mis favoritos, que con su joven prometida ayudará a poner a salvo a los dos amigos. 
Ni que decir tiene que el libro es un continuo de risas y de delirantes acciones con las que Pratchett consigue desconcertarnos y, a la vez, aumentar nuestra hilaridad, ya no sólo por la torpeza inenarrable de Rincewind o la aparentemente poca inteligencia de Dosflores, el único al que se le ocurre enseñar a la mismísima Muerte a jugar a juegos de mesa; un factor importante, a mi parecer una de las bazas en las que se asienta el libro y su fuerza, es la presencia de Cohen el Bárbaro. 
Este héroe anacrónico, y no porque esté fuera de lugar, sino porque el tiempo mismo ha perdido la cuenta de sus años, pervertido y a la vez parodia de héroes de película de la vida real, es justo el que faltaba para completar las andanzas del mago y el turista para reunir los requisitos que pone la propia Muerte, leer los ocho hechizos del Octavo, para que Gran A'Tuin detenga su camino hacia la estrella y el mundo, tal y cómo lo conocen con su forma de disco, siga existiendo. 
El pequeño problema es que para leer esos ocho hechizos hay que encontrar primero el que se alojó en la cabeza de Rincewind mientras aún estudiaba en la Universidad Invisible, y esto crea un problema a los magos competentes que intentan matarle para que les traspase el hechizo, porque, de pronunciarlos, obtendría un poder infinito. 
Cada vez que lo leo no puedo evitar reírme a carcajadas, porque las situaciones son de lo más surrealista y el estilo de Pratchett es único para brindarnos una saga tan maravillosa como es la de Mundodisco.

3 de diciembre de 2021

Fuego cruzado, Miyuki Miyabe


A veces pienso que leo demasiada poca literatura de mujeres y que también os las traigo demasiado poco.
En cualquier caso, intento hacer y dar lo mejor de mí e implicarme con ellas, porque es necesario y porque son demasiado desconocidas a pesar de su valía, que es mucha.
Este es uno de los libros que más me han gustado últimamente y, aunque he tardado en traerlo, y confieso que sentía cierto desasosiego porque así fuera, el tema me atrae y debo reconocer que desde que lo leí se convirtió en uno de los libros que debo leer más de una vez para empaparme de él.
Y aprovechando que se ha comparado a Miyuki Miyabe con Stephen King, y como da la casualidad que hace no muchas noches estuve hablando de él con unos amigos, que me ilustraron sobre obras suyas que no conocía y que ya he empezado a leer, hoy os he traído su segunda novela, la que ilustra esta imagen tan perturbadora.
Junko es nuestra protagonista esta vez. 
Es una joven con determinados poderes piroquinéticos que los intenta manejar y que presencia el asesinato de un hombre, y este hombre le revela el secuestro de una mujer que hay que salvar.
A su vez, aparecen dos investigadores, Chikako, detective de la brigada de incendios de la policía de Tokio, escéptica en lo que se refiere a este tipo de sucesos que se alejan de la cotidianeidad, y Makihara, un detective de lo más curioso que, por un hecho en su infancia, sí que reconoce la existencia de los poderes de Junko. 
Con este trío vamos recogiendo pistas acerca de los casos, y, a la vez, un retrato de lo que es la justicia y de lo que puede llegar a ser, llegando a un final que, personalmente, si no me sorprendió porque se va deduciendo, sí que supuso, cuando menos, un revulsivo.
No puedo hacer sino recomendárosla si os gusta el estilo del terror de los bestsellers de King, si bien no es igual, obviamente, sí que recuerda a su devenir con los tintes sobrenaturales de los que hace uso para imaginar a los personajes y el desasosiego que deja en el lector una vez lo ha terminado.
A mí, por lo menos, la mayoría de las veces me pasa lo mismo, acabo replanteándome en cierto modo la realidad y sus vestigios.
Asimismo, si sois unos amantes de Japón os encantará por los retazos de novela que entrelaza con la historia de este país, con sus tradiciones y su forma de vivir en definitiva, con personajes perfectamente planteados y desarrollados, que casi se hacen tan reales como los que se puedan llegar a soñar.

27 de noviembre de 2021

El sueño del celta, Mario Vargas Llosa


Si digo la verdad, y es algo que me gusta hacer ya que considero que la mentira, junto con la infidelidad, es lo peor que le pueden o puede hacer una persona, Mario Vargas Llosa nunca ha sido santo de mi devoción. 
Siempre me ha producido cierto rechazo, no entendí que le dieran el Nobel y sigo sin entenderlo. 
Aunque está clarísimo que lo merece por su gran trayectoria y, qué diablos, es un gran escritor, pienso que hubo competidores que, tal vez, se hubieran adecuado más a la magnitud y a la finalidad del premio. 
Me transmitía un no sé qué insoportable que ha hecho que hasta hace muy poco no me abriera a su literatura, y el causante de que lo hiciera ha sido este libro. 
Lo recibí como regalo de un amigo invisible en un canal de IRC donde solía prodigarme, y al principio me chocó un poco dado mi poco interés hacia el autor, pero decidí leerlo, y lo cierto es que me gustó, así que aquí le hago un huequito en mi anaquel virtual para mostrároslo a vosotros que me seguís. 
En este libro, Vargas Llosa nos narra la historia de Roger Casement, un hombre que, adelantado a su tiempo y cónsul en el antiguo Congo Belga, es el primer occidental que denunció las brutales torturas, vejaciones y abusos que se llevaban a cabo en este reducto colonial de un país que no lo permitiría en su terruño original. 
Es un hombre de contradicciones, producto de su época y contrario a la misma, que se ve condenado por sus creencias y acusado en vano por defender la que erige como su causa. Es paradójico. La verdad es que, no sé si inconscientemente, identifico al literario Casement —casi biográfico— con el escritor. 
Si por algo se caracteriza Vargas Llosa es por señalar con dedo acusador a regímenes contrarios a su particularísimo sentido de la política. 
Lo cierto es que no se puede negar que combina la realidad con la ficción de una forma magistral, y, al margen de que pueda estar más o menos de acuerdo con sus intereses, debo reconocer que es una muy buena obra, pero que de no ser por el tema que casi parece recortarse de otros libros anteriores, modificando detalles de aquí y de allá y cambiando determinadas localizaciones geográficas podría catalogar de fantástica e indispensable. 
Juzgad vosotros mismos.

16 de noviembre de 2021

Lolita, Vladimir Nabokov


«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.» 
¿Quién puede resistirse a un comienzo así? 
En mi contra, tengo que decir que lo primero que me fascinó fue la portada —a pesar de que es una adaptación de la de la película, por eso de darle más fama al libro, atraer al cinéfilo a la literatura, al origen, a la madre primigenia— y, reconozco, que va que ni pintado en el sentido de que la inocencia de la piruleta, la despreocupación de las gafas y la sensualidad de la pose ofrecen un tácito aperitivo para lo que encontraremos dentro de sus páginas, maravilla literaria en estado puro. 
Esta novela de Vladimir Nabokov pretende narrar o justificar la historia del profesor Humbert, que deja la vieja Europa por los Estados Unidos en una suerte de sueño americano y, una vez allí, alquila una habitación en la casa de la viuda Charlotte Haze, desconociendo que ese será el principio o el fin de su cordura y su futuro. 
La hija de Charlotte, Dolores, llamada Lo o Lolita, es una niña-adolescente que le hace enamorar y obsesionar hasta tal punto que, aun habiéndose casado con su madre, en su diario refleja la realidad de sus sentimientos. 
Horrorizada, la madre huye y es atropellada, quedando la joven Lolita a cargo del profesor Humbert, que, con el tiempo, recorre Estados Unidos de motel en motel manteniendo, incluso, relaciones sexuales con la joven, que le abandonará por otro hombre. 
Esta novela me suena a predestinación o castigo moral por los «males» cometidos, al menos en su final, una suerte de justicia cuasi divina que con su acción mantiene el statu quo antes derrumbado. 
La idealización juega también un papel importante: la Lolita que nos presentan los desvaríos amorosos del profesor no es la real, es decir, es una niña en desarrollo y en una edad fatal, por tanto, es capaz de sacar de quicio a aquel que la rodea dentro de la normalidad. 
Creo que, teniendo en cuenta el erotismo y la posible intención moralizadora, pesa más la segunda, velada entre tintes que se nos presentan atrayentes, tácita entre llamadas de atención no sutiles. 
¿Qué tal leerla una tarde de lluvia? Os gustará.

5 de noviembre de 2021

El emblema del traidor, Juan Gómez-Jurado


Puede que la pasión que dedico a las cosas que me gustan —cuando me dejan tiempo, para mi desgracia— pueda considerarse una suerte de parafilia extraña, aunque, está claro, sin ese componente sexual que lleva inherente. 
Una de esas cosas es un hecho en una época específica, la Segunda Guerra Mundial, y Juan Gómez-Jurado ha llegado a la parte literaria de mi corazoncito con esta fantástica novela.
Da comienzo con una anécdota. 
En 1940, en plena tormenta, el capitán González rescata a unos náufragos alemanes, cuyo jefe le regala, como muestra de agradecimiento, un emblema de oro, que será la puerta que abra el pasado para llevarnos a la Alemania previa al momento nazi
Es en esta época donde aparece Paul, un chiquito huérfano de padre que vive —o sobrevive— sirviendo junto con su madre en casa de unos barones, que son sus tíos. 
Todo cambia para él en el momento en que se da una fiesta en esa casa. 
Aparece otro personaje, Alys, una chica judía, avanzada para su tiempo de mojigatería y reclusión femenina, y más aún con la que se avecinaba, con la que su tío quiere casar a su primo, antagonista de Paul, depositario de rencor, envidia y crueldad, y de la que el pobre Paul se enamora, mientras que su otro primo le confiesa que su padre no murió en combate, sino asesinado, y encima en la misma casa en la que ahora sirve. 
Y ahí es donde empieza, para mí, lo bueno. 
Ahora, tras la sorpresa inicial de la revelación, se erige en una especie de Hamlet que busca la retribución justa por la muerte, asesinato ahora, de su padre. 
Me ha producido algo que, últimamente, me ha pasado poco: la necesidad de terminarlo de un tirón, de conocer los últimos estertores de los personajes hechos páginas. 
Y os aseguro que en plena época de trabajo trasnochar no era precisamente una de mis ideas, pero no pude evitarlo, tuve que terminarlo de madrugada, y ahora os traigo mis impresiones. 
Es muy agradable poder disfrutar de novela actual de calidad, y encima patria. 
Seguramente me dejo en el tintero a muchos válidos y con mi aseveración quizá lo limito un poco, pero es difícil de encontrar, por lo menos, para mi gusto, algo que no se repita hasta la saciedad, que aporte algo de variedad, aun cuando se adecúe a unos cánones que, de primeras, pueda relegarlos.

29 de octubre de 2021

Momo, Michael Ende


De todas las portadas que he encontrado, me parece que esta es la que mejor se adapta a lo que es la novela, a lo que pretende expresar y a lo que se explica a lo largo de sus páginas. Michael Ende, mayormente conocido por «La historia interminable» —que confío en incorporar al este anaquel virtual pronto— nos trae con esta novela una fabulosa crítica y metáfora de la cruel realidad que nos rodea. 
Así nos la vendan de maravillosa, lo cierto es que su magnificencia brilla por su ausencia, precisamente. 
Momo es una niña, en apariencia mediocre o digna de ser olvidada, que vive en las ruinas de un anfiteatro en Italia, y posee la cualidad de saber escuchar, algo de lo que el mundo se ha olvidado. 
Y es en ese mundo necesitado de sus consejos y de su capacidad donde aparecen unos temibles seres que promulgan bancos de tiempo acabando con todo lo bello o lo bueno que hubiera habido en él, extendiéndose cual marea de muerte que arrastra todo a su paso. 
Momo pronto se convierte en una especie de efigie de resistencia, representando todo lo contrario a estos seres que se alimentan del tiempo que se supone que los ciudadanos ahorran, y torna objetivo de acciones que poco o nada tienen que ver con lo correcto, y será entonces cuando la resistencia se personifique en ella y comience un camino hasta el manantial de Tiempo en una aventura trepidante para luchar contra esos seres que buscan llevarse consigo la fertilidad del carácter de la gente por sobrevivir. 
Me reitero en el tema de la metáfora que encierra o que es el propio libro. 
En una sociedad donde vivimos para trabajar, para ahorrar, olvidamos los temas realmente candentes y esas pequeñas cosas que diferencian a los humanos de las personas. 
A través de la metafísica e incluso de lo surrealista, si se me permite, se escenifica un viaje, un ciclo a completar en el que los obstáculos nos los creamos nosotros mismos alimentándolos con nuestros miedos y nuestras carencias. 
Nosotros tenemos en nuestra mano liberarnos de esos hombres grises que nos hacen buscar nuestra propia perdición y no nos damos cuenta. 
Necesitamos que nos escuchen y escuchar buenos consejos. 
Nos hace falta una Momo en nuestra vida.

22 de octubre de 2021

El extranjero, Albert Camus


Quizá este es uno de los comentarios —notas— más ambiciosos en los que me he embarcado a lo largo de lo que llevo manteniendo el blog, pero si lo he elegido es porque en este mundo raro en el que las guerras afloran bajo las piedras y en el que no quedan muchos alicientes, me siento extraña, terriblemente extraña. 
Inevitablemente, en un momento en el que estos sentimientos me inundan, no pude sino recordar esta obra fantástica e ineludible —a mi parecer debería estar en todas las librerías y bibliotecas del mundo— de Albert Camus, este francés que se desviaba tan pronto hacia la filosofía como hacia la literatura y que en todos los derroteros en los que se movía, destacaba. 
Y es precisamente esta novela en la que el protagonista es incapaz de moverse con la esperada libertad e, igualmente, incapaz de formarse unos sentimientos que le integren en una sociedad infame, la que más me hace pensar, bien por la carga psicológica que trasciende a lo largo de todas y cada una de las palabras, bien porque como mencioné arriba de una manera tácita, me identifico total y profundamente con el protagonista.
Es el absurdo al que se reduce la sociedad el que le cataloga de extranjero en su propio mundo, la injusticia y la locura, y la existencia se convierte en una carga más que en un camino, yendo de la mano de un escepticismo no esperable de una situación como es aquella a la que se enfrenta.
Es la descatalogación del individuo la que centra la novela, como preludio de lo que ocurrirá después y de lo que, a mi parecer, sin necesidad de conflictos factibles, sigue ocurriendo. 
El rechazo marca los ritmos del individuo y le predestinan, en cierto modo, a ser lo que es. 
Es la sociedad la que le obliga a actuar tal cual hace, a través de una enseñanza que ha seguido toda su vida sin ser plenamente consciente, como si se tratase de una sentencia contra algo no cometido, pero que obligará a cometer. 
Considero que es una injusticia, y me explico. 
No se debería producir una situación así. Reconozco que quizá no se haga a grandes niveles, tan hiperbólicos como los que se narran, pero sí de una forma sutil que impide que tengamos constancia de que sucede, e inevitablemente sucede. 
La sociedad acaba siendo un paraíso desierto lleno de gente que evita las diferencias, todos cortados por el mismo patrón, y no me parece bien. 
Qué le voy a hacer, estoy metafísica últimamente.

17 de octubre de 2021

Insomnia, Stephen King


Incauta o ingenua de mí, la primera vez que vi la portada de este libro lo relacioné con el insomnio como trastorno del sueño, algo que me atormenta a rachas discontinuas, algo que padezco demasiado a menudo para mi gusto, aunque, obviamente, no llego a alcanzar a los niveles del protagonista del libro que hoy nos ocupa. 
Inconsciente de mí, lo convertí en mi mente en una especie de ensayo, terrorífico, desde luego, porque ya había leído a Stephen King anteriormente —y os lo he traído a este anaquel virtual que poco a poco estamos llenando—; creo que el primero fue Carrie, el primero que leí y el próximo que traeré, pero la verdad es que ni mucho menos pensé que lo enfocaría así, y debo decir que me gustó. Muchísimo, además.
Stephen King —si me preguntáis, maestro del terror—, hace un maravilloso y cruento retrato de lo que puede llegar a ser semejante carga psicológica, pero lo convierte en algo bastante desconcertante como acostumbra. 
Nuestro anciano protagonista, Ralph Roberts, queda viudo, y, a raíz de este suceso, padece un insomnio progresivo que le lleva a adquirir o a desarrollar una sensibilidad paranormal que le permite ver más allá de las personas y de la vida. 
Aquí entremezcla la mitología griega con su relato, en el momento en que recurre a las Moiras, las que medían el hilo de la vida y lo cortaban para enviar al alma del difunto al Hades, para explicar una situación similar aunque en su presente, una especie de agentes de la Muerte que se llevan al humano en que habitan y que precisamente toman el nombre de ellas para identificarse ante Ralph, y mientras tanto, la gente que conforma su entorno, cada vez se va convirtiendo en más agresiva como una respuesta, quizá instintiva, hacia el nuevo don —o carga— de Ralph. 
Poco a poco, con esta novela, King va sentando precedentes de lo que luego será su bibliografía.
Encontramos a personajes que veremos después y conceptos que más tarde, a lo largo del tiempo, se irán asentando y, por qué no, tomando vida propia hasta seguir un camino totalmente diferente. 
La verdad es que ese pequeño detalle es algo que me gusta en los escritores, y hasta en los cantantes —Ismael Serrano lo hace mucho—, porque es como si te dejasen ver parte de su alma, de su mente, de lo que les asusta o de lo que planean. 
Igual son sólo imaginaciones mías por la falta de sueño. 

11 de octubre de 2021

Rebelión en la granja, George Orwell


¿Quién no se ha encontrado con, o, al menos, le han recomendado este libro que hoy os traigo en la entrada del blog?
¿Quién no conoce, salvo que esté desconectado totalmente de la política y de estos tiempos aciagos en los que vivimos, algo del argumento de esta historia?
A través de las páginas de esta novela que os traigo hoy, Orwell nos enseña, a grandes rasgos y a su manera de ver, cómo se tergiversa una idea política que, en principio, es adecuada, necesariamente consensuada y aparentemente igualitaria contra el granjero que explotaba a los animales de la granja en una fuerza política y represora porque los propios animales empiezan a equipararse a las personas que anteriormente les . 
Lo que en principio fue una buena idea, justa y, en teoría, procuradora de un futuro mejor, poco a poco fue corrompiéndose hasta el extremo de convertirse en una auténtica tiranía, los vencedores, al fin, fueron los opresores. 
Orwell, con esta obra, nos ofrece un punto de vista diferente, una sátira sincera de aquello en lo que puede convertirse cualquier sistema político, incluso aquel que está coronado de las mejores intenciones para con sus ciudadanos. 
En el libro, el autor recurre a lo que, como humanos, podríamos considerar primitivo y carente de raciocinio, a los animales, —aunque, por supuesto, hoy sabemos qué capacidades tienen realmente pese a que no se acerquen a las que como humanos tenemos— para ser mordaz en una suerte de fábula que, recordando a aquellas primigenias, pretende ser didáctica en cuanto a lo que no se debe hacer. 
Además de la crítica a este sistema político construido por los animales rebelados en la granja, Orwell ofrece una velada crítica al género humano en tanto que los animales entienden, poseen una personalidad bien delimitada —cruel y represiva, por parte de Napoleón; eficaz y esforzada en Boxer en el caso que se nos presenta— y son capaces de comunicarse perfectamente con los humanos que primero les oprimen y luego les sirven en cierto modo al establecer contacto comercial con ellos. 
Esta obra es, en fin, una buena forma de enseñar y aprender sobre los fallos ya cometidos —porque, lógicamente, todos somos capaces de identificar las actitudes de los animales, de forma más o menos alegórica y con las metáforas de los nombres con que se denominan— y que no deben volver a cometerse, sobre lo que no debe volver a ser, no por la idea, sólo la forma de llevarla a cabo.

5 de octubre de 2021

El padrino, Mario Puzo


«Le haré una oferta que no podrá rechazar». 
¿A quién no se le viene a la cabeza esa obra maestra que es la película de «El Padrino»?
Pues, a aquellos no avezados, les sorprenderá conocer que antes que película fue libro, y bastante más extensa que la propia trilogía editada cinematográficamente.
Quizá esa la frase más conocida de toda la obra, además de la una de las más reveladoras. 
Con ella se identifica el prototipo del hombre razonable, Don Vito Corleone, a quien las vidas de todos los que le rodean, incluidos vínculos extrafamiliares, están ligadas indisolublemente. 
La trama, en principio, puede resultar confusa, pero conforme nos vamos adentrando en sus páginas comprendemos ese lazo irrompible que constituye la Amistad con el Padrino. 
La novela constituye una magistral crónica del mundo de la Mafia y los valores que regían, y tal vez sigan rigiendo, las vidas de aquellos relacionados con este grupo. 
Esta magnífica obra de Puzo —magnífica de forma incuestionable, pero puede llegar a ser muy densa en muchos momentos y avanzar puede convertirse en un reto debido a la cantidad enorme de información que contiene y a lo puntilloso y detallista del autor en lo que concierne a su obra—, como he dicho, trata la vida, milagros y obra de Don Vito Corleone, emigrado desde Sicilia hacia América en un momento en el que los Estados Unidos eran el prototipo de tierra prometida para muchos pobres que morían de hambre y de falta de recursos en la vieja Europa; una América que, aparentemente, recibía con los brazos abiertos al extranjero, pero que en realidad les condenaba a guetos y les era hostil. El sueño americano, en muchos casos, podía ser una pesadilla.
Es en estas circunstancias cuando Vito llega a América y construye su negocio, su familia y su Familia, estando la primera compuesta por el temperamental Sonny, aparente heredero por primogénito pero indomable y vehemente, el pobre Fredo, su hija Connie, cuya boda es parte del hilo que se tira para la trama y, finalmente, Michael, para quien todo el mundo espera algo bueno y que acaba heredando el negocio familiar. 
En esta novela, supongo que como en la vida, casi todo el mundo es sobornable y todo el mundo debe respetar el poder de aquellos que manejan los hilos, y por eso he elegido esta imagen para ilustrar la entrada. 

30 de septiembre de 2021

El color de la magia, Terry Pratchett


Hace muchísimo tiempo que tenía ganas de abordar la saga de Mundodisco de Terry Pratchett, porque en esta casa honramos su nombre y su memoria y porque, sin género de dudas, es uno de los más grandes autores de todos los tiempos; y esto lo digo sin que esté sesgada mi opinión: es un hecho comprobable.
La saga de Mundodisco a la que aludía más arriba es una serie de libros que me ha procurado muchas, muchísimas risas. y que descubrí relativamente tarde, apenas hace unos años; pero os diré que he hecho todo lo que estaba en mi mano para resarcirlo y resarcirme al mismo tiempo. 
En un tono paródico en el que los casticistas del género fantástico pudieran llegar a considerar como una vil injuria hacia tan interesante temática encontramos un delicioso mundo en forma de disco, sostenido por cuatro elefantes que tiene en su caparazón Gran A'Tuin, la tortuga gigante, lleno de magia, troles, dragones y seres sobrenaturales, y humor, mucho humor. 
Esta novela que os traigo hoy es la presentación de la saga, aunque, realmente, hay diferentes subsagas, o, más bien, diferentes arcos argumentales con sus diferentes protagonistas y sus novelas correspondientes. 
En «El color de la magia» encontramos un poco el inicio, lo que nos descubre lo que será este fantástico universo poblado por criaturas y situaciones inverosímiles. Y, a la vez, es el primer libro del arco de Rincewind — un mago que ni siquiera está licenciado en la Universidad Invisible al haber sido expulsado por un pequeño accidente con uno de los más poderosos libros de magia dejado en la tierra por el mismísimo Creador— y el primer —y tal vez último— turista de Mundodisco, Dosflores, que va acompañado de su Equipaje a Ankh-Morpork en busca de aventuras y de conocimiento. 
Paradójicamente, esta es una ciudad de mala muerte, en la que el crimen y la delincuencia pululan a sus anchas regidas por Lord Vetinari, el Patricio, que considera que, ya que en la ciudad hay tanto delito, pues por lo menos que pague impuestos. 
Esta ciudad se rige por el fabuloso sistema democrático de "un hombre, un voto". Como habréis supuesto, el hombre es el Patricio y el voto es el suyo. 
La verdad es que, como digo, me llegó tarde, pero en cuanto lo leí ya no quise dejarlo, y eso que son un total de cuarenta y una novelas, cada una más maravillosa que la anterior, con detalles, comentarios y múltiples referencias que van desde el mismísimo Shakespeare a la Mitología pasando por el escándalo de Watergate de Richard Nixon. 
Con esta reseña os invito a que, por lo menos, probéis a leer esta. 
Estoy convencida de que pronto querréis más.

26 de septiembre de 2021

La isla del tesoro, Robert Louis Stevenson


Ya sé que a estas alturas del año esto parece el blog de las aventuras literarias, pero qué se le va a hacer, mi alma bibliófila se ha decantado por cosas así, supongo que en un intento de hacer que me desconectara de verdad de todo aquello que me ha tenido absorbida todo el año. 
Y también sé que la vergüenza de mi bibliofilia queda a la altura del betún cuando hace muchísimo tiempo que comencé las andadas literarias en este blog mostrándoos mi humilde biblioteca y todavía no había hecho mi personalísima revisión de uno de los grandes clásicos de la literatura universal. 
Creo que esta novela de Robert Louis Stevenson —al que conoceréis también por «El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde», que queda apuntada mentalmente para revisar y traer para rellenar este anaquel cada vez más completo— es de las primeras de las que una persona que lea más o menos regularmente o tenga acceso a información de este tipo lee por sus muchísimas versiones, tanto literarias como cinematográficas como alegóricas; y es esta influencia y su forma innovadora de acceder a mundos exóticos y temerarios que estaban fuera del alcance de la sociedad de su época salvo en relatos que venían de ultramar la que le otorga una fama clara y abiertamente merecida. 
Y siendo heredera de su época precisamente, no está exenta de metáforas que se adhieren a una crítica social y moral no expresadas de forma abierta, sino que podemos hacernos eco a través de la descripción psicológica de los personajes y de sus actos, que, en cierto modo, están ahí para que los juzguemos, tal vez inconscientemente. 
Lo curioso es que no fue una de esas novelas que se revalorizan con el tiempo y el cristal de los años, sino que desde su edición fue famosa entre las gentes de cualquier estructura social, e incurrió en la novedad de anexar un mapa a la novela, como guía y como sustento de las palabras escritas, para hacer que los lectores se convirtieran en un pirata más de la historia y conseguir que les atrapara totalmente el argumento. 
Esto y las demás descripciones supusieron el establecimiento, en cierto modo, de los parámetros que debía seguir un pirata para ser considerado uno, prototipos y caracterizaciones que llegan hasta nuestros días. 
Podría decirse que, prácticamente hasta esta novela, no caló hondo en la imaginería popular cómo debían ser aquellos hombres malvados que surcaban los mares y que asaltaban barcos para hacerse con sus riquezas, esos pendencieros que eran los amos de las olas y de las tormentas y que se escondían en islas para que las autoridades —en la mayoría de ocasiones tan corruptas como ellos— no les capturasen. 
Yo siempre la recomiendo encarecidamente, y no sólo a los niños y a los jóvenes que empiezan sus andaduras en el mundo bibliófilo, sino también para aquellos que deseen pasar un rato agradable y disten de ser aquellos jovenzuelos en los que la imaginación primaba sobre todas las cosas.

21 de septiembre de 2021

Invisible, Paul Auster


A veces siento que es posible que os sature con la fantasía y no quiero eso, y por eso suelo dar los bandazos literarios que doy; no tanto para no encasillarme, sino para no cansaros. 
Uno de esos giros extraños viene hoy, y lo doy hacia uno de los autores que más me han satisfecho en estos últimos años, Paul Auster,pese a todas las discrepancias.
La verdad es que a veces pienso si no estaré siendo demasiado veleta o si os mareo con tanto cambio drástico, pero imagino que esta es la gracia que tiene el factor sorpresa. 
Ya sabéis que, por supuesto, podéis quejaros o proponerme sugerencias para que las lea y os las traiga a modo de reseña. 
Esta vez nos trasladamos al pasado, a 1967, y encontramos a un estudiante poeta, paradigma de todo lo antisistema en esa época, contrario a la guerra de Vietnam, con ganas de cambios y, sobre todo, de literatura. 
Y, una noche, en una fiesta, conoce a una pareja de franceses, cautivadores, quizá en parte por el arrebato que nos posee al acercarnos a lo ajeno, a lo extraño, y empieza a crearse una especie de triángulo entre ellos que irá preparando el terreno a las situaciones de las que se nutre la historia. 
A veces son pequeños detalles los que te ligan a algo, chorradas que hacen gracia en un momento o en una circunstancia concreta, y esto le pasa a nuestro protagonista, que relaciona el nombre del francés con Bertran de Born, que aparece en la Divina comedia de Dante
Poco a poco se va formando el triángulo mencionado anteriormente, que culmina en la proposición de trabajo en una revista literaria que el propio Born, Rudolf en este caso, dirige, y empieza el gran problema que constituye el eje central de la novela, que continúa en su presente y que, en su futuro, será objeto de la catarsis del protagonista, pretendiendo purgarse a través de la confesión. 
Os soy sincera si admito que una de las cosas que más me gusta es la crudeza con la que este autor relata todo. 
A lo que a algunos pueda parecerles como cruel o incluso rayano en lo obsceno por lo que se recrea, a mí me gustan esos detalles. 
Creo que es una parte innegable del ser humano, de la propia condición de humano, y negarla sólo supone negarnos a nosotros mismos. 
Me resulta increíble que sigamos a trancas y barrancas acerca de estos temas, es casi como si quisiéramos cubrir bajo una pátina de divinidad nuestra existencia, y considero que no hay nada que refleje mejor una condición que lo peor de ella. 
Por otro lado, lo que más llama la atención, por lo menos eso me ha parecido a mí, es que es tres novelas en una: encontramos el presente, el pasado y el futuro ligados indisolublemente en la narrativa de Auster, que consigue sin formas abruptas traerlo y llevarlo a través de la obra, trasladando al lector junto con él. 
Creo que es un punto bastante importante de la novela, que hace que se aleje de las narraciones lineales a las que en muchas ocasiones nos acostumbramos de forma cuestionable.

15 de septiembre de 2021

La torre de la golondrina, Andrzej Sapkowski


Efectivamente. mis queridos, con este ya hacen seis los libros que os he traído de la Saga de Geralt de Rivia de Andrzej Sapkowski.
¿No os da como penita saber que se van acabando los libros y que después de ellos está el videojuego, la serie —que tantas alegrías nos da— y ya?
A mí sí, mucha, y no me pasa sólo con los libros, sino que en cualquier cosa que yo vea que está por acabar me autorralentizo no sé si para disfrutar más de ella —si hablamos de un libro— o para torturarme.
Pero como el apego ya es por sí mismo un suplicio y hay que aprender a desprenderse de las cosas, no me enrollo más y os presento la que a mí me ha parecido una novela de transición, porque da más importancia a personajes que hasta el momento fueron una especie de secundarios de lujo aunque innegablemente tuvieran sus momentos de gloria y estuvieran bien definidos y porque quizá porque sé que ya el final está cerca la veo como el inicio del colofón.
Y es que, en este libro que constituye la entrada de hoy, Ciri vuelve a ser más protagonista que el propio Geralt, y cada vez Sapkowski la define más y la prepara para lo que se advierte será un gran final, un final que pide a gritos para que Geralt y los demás protagonistas de la saga reaparezcan bajo el manto de nuestra princesa, que, como digo, en este libro les ha tapado un poco.
También se nos van atando cabos que se abrieron con los libros anteriores, algo que clarifica y que acaso prepara al lector para lo que vendrá después, lo que yo preveo como toneladas de pañuelos de papel a mi alrededor para frenar la emoción.
Es curioso lo que diferencia a un autor de otro.
Las comparaciones son odiosas, todos lo sabemos, sobre todo si con quien nos comparan es algo mejor que nosotros, pero hace no mucho leía en twitter las diferencias que había entre George R.R. Martin, creador de la archiconocida serie de novelas de "Canción de hielo y fuego" —más conocida por Juego de Tronos así a palo seco y que, por cierto, un día tengo que traeros, porque, personalmente, me parecen interesantísimos pese al chasco de la serie y estoy deseando que salga Vientos de Invierno— y Sapkowski, y aunque a ambos los catalogaba de escritores brutales en su género, pero brutales de buenos, no de sangrientos, aunque también, la mayor diferencia estribaba en el cariño que le profesa el autor a los personajes. 
Decían que Martin los mataba a todos, y que extrañaba que hubiera personajes que se hubieran mantenido desde el principio de los libros hasta este último que ha salido, y que Sapkowski adora a sus personajes, hasta al más cutrecillo entre los secundarios y que por eso divagaba en pequeños detalles que les pertenecían.
¿Vosotros qué preferís?

10 de septiembre de 2021

La canción del verdugo, Norman Mailer


Lo cierto es que hoy me apetece cambiar un poco de registro. 
Creo que han sido pocas las ocasiones en las que os he traído un ejemplo del periodismo literario, y, siendo como es el periodismo otra de mis vocaciones frustradas —sí que me inclinaba más hacia otras opciones, pero el periodismo en sí no me desagradaba; por lo menos uno que en mi cabeza concibo decente—, qué mejor que una novela ganadora y merecedora del prestigiosísimo Premio Pulitzer —aunque, recordad que no por ser clásico o por ganar premios un libro tiene que ser necesariamente bueno, su grandeza o su vileza están determinadas sólo por nosotros y la subjetividad con que los miramos— del autor norteamericano Norman Mailer
Esta pequeña joya periodístico-literaria es la crónica y biografía de Gary Gilmore, quien tuvo el dudoso honor de ser la primera persona ejecutada legalmente en los Estados Unidos sin oponerse ni recurrir después de la restitución de esta condena infame que, a pesar de que en muchas ocasiones y apelando al instinto la imposición está relativamente aceptada, en caso de inocencia, y ahí radica su ineficacia, es imposible de subsanar. 
La historia comienza relatando su libertad condicional, nos lo muestra como lo que es, un inadaptado social —¿su culpa o la del sistema?— que ha pasado media vida en la cárcel y que lo único que puede caracterizarle acaso como humano es la relación que mantiene con su novia y los intentos, fallidos, cosa obvia dado el fin que se nos presenta, de reinsertarse en la sociedad. 
Cualquier situación acometida para convertirse en parte del engranaje se ve frustrado por sus malos hábitos, comienza con hurtos y acaba con el homicidio, y este será el principio del fin. 
Junto con su vida, lo que encontramos es una mordaz crítica a un país joven poblado con los descendientes de la más baja estofa del viejo mundo que domina ahora desde una posición hegemónica, un país que, con un sistema judicial que no siempre es como debería esperarse consigue imponerse sobre inocentes y culpables y la hipocresía propia del puritanismo más extremo y de quien tiene mucho que callar pero que prefiere hablar del entorno. 
Mailer consigue que, a pesar de los hechos, nos compadezcamos en cierto modo de Gary con los detalles dados, todos los pequeños matices que muestra y los resquicios de humanidad que quedan en él cuando ama a Nicole. 
Después del ajusticiamiento, vuelve la crítica, pero esta vez critica al capitalismo más cruento y despiadado, reflejado en los medios de comunicación que buscan la carroña de quien ha decidido no defenderse para, en última instancia, humillar al poderosísimo sistema judicial americano y que acaba siendo el colchón en el que reposarán sus familiares. 
Si os la he traído es porque me parece que es un ejemplo cercano. Cada día vemos muestras más salvajes de esto que nos refleja Mailer en su novela. 
En cualquier medio de comunicación podemos observar que quien manda no es el más apto, sino aquél que sabe vender mejor su historia y sacarle más partido, y un día la cuerda dejará de tensarse y acabará por romperse. 

4 de septiembre de 2021

La flaqueza del bolchevique, Lorenzo Silva



Quizá os hayáis preguntado alguna vez cómo empecé a navegar por internet o que os hayáis retrotraído a vuestros propios inicios en alguna ocasión. En mi caso, fue hace mucho tiempo, en los chats de MSN; ni siquiera Terra, porque para eso era muy pequeña. 
Siendo de natural tímido, el tema de los chats me facilitaba bastante las cosas para conocer a nuevas personas, y, lógicamente, "evolucioné", si se le puede llamar así, y acabé al cabo del tiempo en IRC. 
En este caso, la de la retrospectiva he sido yo, y para la entrada de hoy, me puse a pensar en una charla en un canal de IRC en la que contamos con la maravillosa y amabilísima presencia de Lorenzo Silva
Gracias a este canal de literatura descubrí el libro que hoy os traigo, a pesar de que ya tiene unos añitos, y cada página, cada palabra fue una droga que me ató hasta la última de ellas. Luego, indagando, vi que se había hecho una adaptación cinematográfica, aunque no puedo decir si se adecúa a la historia o no porque no he tenido ocasión de verla. 
Lo cierto es que es una novela un poco dura en cuanto a determinados temas, pero creo que precisamente eso es lo que consigue engancharte hasta el final. 
Es la historia de un hombre que, tras un accidente de coche y sus consecuencias, opta por la venganza contra la ejecutiva contra la que se empotró, y decide perseguirla hasta el punto de llegar a conseguir su teléfono para acosarla... y se obsesiona con su hermana, de quince años. 
Aquí, a mi parecer, viene el meollo de la cuestión, en una suerte de suplantación histórica. 
El protagonista está alucinado —si se me permite decirlo— por una de las hijas del zar Nicolás II, guardando una foto de las cuatro que, por cierto, ilustra esta portada de las que tiene el libro, y en cierto modo vuelca esta obsesión, pasión o atracción en la hermana de la mujer del descapotable con el que se estrella. 
Esto abre amplios matices, ya no sólo acerca de tabúes o fijaciones, sino que se sitúa en el punto en el que la madurez pasa a ser algo carente de significado no delimitado por edad o época, sino por pensamientos. Y esta fijación es cuestionable en múltiples vertientes. 
Esta es la conclusión que obtuve de esta comedia amarga hasta la saciedad. 
El equilibrio, en esta novela, pasa a ser algo más subjetivo de lo que es ya desde el momento en que él mismo se extrapola personal y mentalmente al bolchevique encargado de matar a las hijas del último zar con poder efectivo, alimentando así su obsesión y su forma de actuar. 
En resumen, considero la obra un fantástico recorrido a través de la humanidad y del grado que puede alcanzar en su locura.

30 de agosto de 2021

Por trece razones, Jay Asher

Hace unos años estuvimos una de mis primas y yo recomendándonos lecturas mutuamente —me hizo superfeliz, lo admito—, porque le pasa como a mí, gran parte de su mochila iba llena de libros, y en un momento dado salió este de Jay Asher que, aunque como me comentó está destinado a un público juvenil, las etiquetas que los adultos ponemos no tienen por qué limitar más allá de lo que nosotros mismos dejemos que nos limiten. 
Hannah Baker es una chica adolescente que toma la terrible decisión de suicidarse, y decide, antes de hacerlo, convertir su nota de justificación en unas cintas de cassette que hace llegar a trece personas de las que quiere que oigan su historia. 
Una de estas personas es Clay Jensen, un compañero suyo de clase que, un día cualquiera, encuentra una caja a su nombre con siete de estas cintas, con la intención de que una vez las oiga, las pase a más gente para que sepan lo que pensaba y cuál fue su motivación para esa decisión una vez ha perdido toda esperanza. 
Sin embargo, estas peculiares notas de justificación, más que pretender enseñar a las personas destinadas que no hagan tal o cual cosa, es un poco una acusación implícita de que ellos, de una forma u otra, son causantes de todo el dolor que ha padecido y ha acabado llevándola a matarse. 
Como una pequeña venganza póstuma bastante cruel, la verdad, aunque para ella no menos cruel de lo que ha padecido. 
La cosa aquí es que lo que va explicando la desconcertante voz de Hannah, tan desconcertante como escuchar a una chica que ya ha muerto y encima por esas causas, a simple vista no parece tan grave. Son pequeños detalles, otros más grandes, claro, que van llenando un vaso de desesperación y que, una vez llega al borde, se derrama haciendo que decida morir. 
No nos paramos a pensar en las consecuencias de lo que hacemos, quizá yo sea la primera que no lo hace, pensamos que, tal vez, un acto de broma no puede ser tan malo, pero no nos damos cuenta de que a la otra persona le puede afectar hasta el punto de querer desaparecer para siempre, sin esperar a ver si cambian las cosas, posiblemente convencida de que es un ciclo y de que continuará aunque intente evitarlo. 
Aunque es un poco trágico el libro, y no hay más que ver la historia de la protagonista, me parece que es bonito. 
Me recordó, en cierto modo, a «Campos de fresas» de mi queridísimo Jordi Serra i Fabra, porque poniéndose en lo peor da un toque de atención muy fuerte a chicos, entorno e incluso a padres que quieran hacer llegar este libro a sus terribles adolescentes. 
En esas edades creemos que lo sabemos todo, que somos adultos y que nada va a afectarnos, y es precisamente lo contrario, y pienso que la lectura es una buena forma de llegar sin presionar —directamente al menos— a unos jóvenes en plena efervescencia hormonal que se toman todo a mal aunque sea por su bien.

25 de agosto de 2021

El día de la lechuza, Leonardo Sciascia

La historia de cómo llegó a mis manos de devoralibros este fantástico libro de Leonardo Sciascia es un tanto peculiar.
Pertenezco a una suerte de club de lectura —aunque hace tiempo que no nos reunimos— en el que estamos pocos amigos, pero que nos complementamos y sabemos qué es lo que queremos de una forma tácita y agradabilísima; a pesar de que no nos vemos físicamente, mantenemos unas reuniones un tanto sui generis que, sin embargo, satisfacen plenamente mi curiosidad bibliófila. 
Si el primer autor interesante hasta la saciedad que me descubrieron fue Luis Landero, el segundo gran descubrimiento fue esta novela con tintes de mafia que me gustó hasta tal punto que se ha convertido en una de mis novelas de cabecera. 
Y me gusta hasta el extremo de que la portada es fantástica y se adecúa tan bien a la novela, que entre nosotros hemos creado una especie de culto en torno a ella. 
Yo, en mi incultura, tenía a Mario Puzo como único referente de la novela "mafiosa", único e insuperable, y cuán equivocada estaba. 
En Sicilia, la vieja y compleja Sicilia, un antiguo albañil, ahora propietario de una pequeña empresa, es asesinado cuando va a subir a un autobús y, milagro, nadie ve nada, además de huir todos. 
El único que tratará de descubrir el entramado es un capitán de los Carabineros, joven y despreocupado, que no cuenta con encontrar detrás de este crimen, en apariencia simple, una elaborada trama política, económica y mafiosa. 
Lo que creía límpido y justo, resulta protegido por la omertá cumplida más a rajatabla; lo que, en un principio, parecía ser el bando de los buenos, poco a poco se convierte en la pesadilla que le arrastrará a un pozo sin fondo en el que el precio por descubrir es la muerte. 
Las claves, a mi parecer, las encuentro en la portada y en la desbandada que se produce cuando se comete el asesinato. 
Para mí son los dos puntos de inflexión del libro —y por eso me parece tan sumamente bien colocada— aunque el primero esté un poco puesto en relación por la editorial que nos ocupa. 
El silencio de una sociedad manejada por un juramento invisible lucha contra las voces que pugnan por recobrar una normalidad que, quizá, nunca se haya tenido en un sistema encorsetado de mirar hacia otro lado y decidir que, en la habitual comodidad, sobrevivir es el mayor premio de la vida. 
Da que pensar. 
Bajo el trasfondo de un "inocente" —valga la expresión— asesinato, se esconden tras el telón de normalidad las aspiraciones políticas y económicas más despiadadas. 
Y ahí es cuando se empieza una a preguntar si nosotros y nuestras circunstancias no seremos producto de nuestra propia comodidad. Si lo que permitimos es lo que se ajusta a nuestras creencias o, por el contrario, no es más que mirar para otro lado como los del autobús y pensar que la historia la escriben los que escapan o sobreviven. 
Juzguen ustedes mismos.

21 de agosto de 2021

La Reina de la Oscuridad, Margaret Weis y Tracy Hickman

No creáis que se me ha olvidado finalizar la trilogía de las Crónicas de la Dragonlance, a pesar de que haya pasado tanto tiempo. 
Mi memoria es, a veces, un poco desastre, pero no podía olvidarme de finalizar las crónicas de los libros que me introdujeron cuando aún era una adolescente en plena efervescencia hormonal en el mundo del rol y de la fantasía de este cariz.
Así que para concluir el repaso que comencé en noviembre con «El retorno de los dragones» y continué en febrero con «La tumba de Huma», hoy os traigo «La reina de la oscuridad», del cual reconozco que es mi absoluto favorito. 
La guerra ya ha comenzado y es imparable. 
Los dragones van a enfrentarse por su diosa Takhisis, la Reina de la Oscuridad que da nombre a este libro, y Paladine, en su sabiduría, concede de nuevo la capacidad de crear nuevas lanzas dragonlance para equiparar a nuestros amigos con el propio Huma, para que así el equilibrio siga en el mundo de Krynn y el mal no sea capaz de conquistarlo. 
Y como más ayuda, aparecen los Orbes de los Dragones, que no son sino más ayuda para vencer la guerra que se preveía desigual pero que, por desgracia, y como en casi todas las relaciones humanas, se ve enturbiada por secretos y por traiciones que hacen peligrar todo por lo que se ha luchado, lo que se ha construido. 
Este desconcierto se hará patente cuando el grupo se enfrente a la mismísima Reina, que está acompañada de un mago familiar, con ojos como relojes de arena, cuya humanidad y sentimientos están en entredicho desde el abandono y deberá demostrar de qué lado está realmente, si de la luz, la oscuridad o la neutralidad.
En este tomo vemos que personajes que casi pasaron desapercibidos cobran un especial protagonismo y son de gran valor para la historia, y, para mi gusto, la propia lucha entre el bien y el mal no se refleja sólo en la guerra, sino que creo que se ve personificada —aceptemos elfos como humanos para la comparación— en la propia historia entre Kitiara y Laurana, y debo reconocer que junto con Sturm o el propio Raistlin son mis personajes favoritos de toda la saga, sin ellas no tendrían ni la mitad de gracia muchas de las escenas ya que piden a gritos el mal o la bondad extrema de cada una de las dos. 
De nuevo vuelvo a recomendaros la saga de Dragonlance si no la conocéis o no habéis tenido oportunidad de que os llegue, y más aún si habéis jugado a Dungeons & Dragons y queréis recrearos en su geografía acompañados de los personajes de los libros.

16 de agosto de 2021

La ladrona de libros, Markus Zusak

 

Normalmente tengo un sentimiento contradictorio hacia los best sellers
Si bien el sentimiento inicial que, inconscientemente, planea por mi mente cuando encuentro uno marcado y remarcado, aclamado a bombo y platillo, con el logotipo correspondiente es un poco de rechazo, fenómenos como los de Pendergast me hacen recapitular y decir, "eh, frena, ¡que puede ser que sea bueno!". 
Y eso me pasó con este libro de Markus Zusak
Aunque está dedicado al público infantil y juvenil en principio y una se va alejando de este colectivo poco a poco, no fue un impedimento para tomarlo entre mis manos cuando me lo recomendaron, y no me decepcionó. 
Lo que primero me gustó fue que el narrador, la narradora en este caso, fuera la propia Muerte
Es un punto de vista, desde luego, diferente en lo que se refiere a lo que estamos acostumbrados. 
Suele ser un personaje tangible, habitualmente alguien que ha "vivido" la situación o que la cuenta desde su perspectiva. 
En este caso, como digo, es un ente abstracto con una connotación muy marcada y que sirve para criticar y evaluar la locura a la que puede llegar el ser humano, y se explica en la ambientación en la Alemania nazi de la novela, contando la historia de la niña. 
También me gustó mucho el planteamiento que se mueve entre lo epistolar, el diario y la propia omnisciencia —y quién más omnisciente que la Muerte, ¿no?—, porque consituye un fantástico cuaderno casi de viaje en lo cruel que podía resultar esa época de prosperidad, sólo para los perfectos dirigidos por un líder lleno de las imperfecciones, justo aquellas contra las que luchaba, para aquellos que no se ajustaban al molde permitido. 
No hagáis como yo y os dejéis llevar por la primera vista, hay libros que engañan. 
Por cierto, la coincidencia de la elección de hoy para publicar esta revisión y la narradora del libro ha sido eso, pura coincidencia, nada premeditado. 
Palabra.

11 de agosto de 2021

El club de la lucha, Chuck Palahniuk

 1.- La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.2.- La segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el Club de la Lucha.
3.- La tercera regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita "basta", desfallece o hace una señal.
4.- La cuarta regla del Club de la Lucha es: Sólo dos hombres por pelea.
5.- La quinta regla del Club de la Lucha es: Sólo una pelea cada vez.
6.- La sexta regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
7.- La séptima regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
8.- La octava regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en el Club de la Lucha TIENES que pelear.  

Revelador y turbador a un mismo tiempo, ¿verdad?
Podríamos extraer miles de enseñanzas de este compendio de normas que Chuck Palahniuk recoge en su primera obra publicada. 
A pesar de lo que pueda parecer, por la violencia, se transmite honor, lealtad y hasta una disciplina en ocasiones necesaria, aunque luego acabe por irse de las manos. 
Nuestro narrador es nuestro principal protagonista, un hombre que odia su trabajo, descubrir fallos en modelos defectuosos y las indemnizaciones a fallecidos, es un perfecto consumista, dada su capacidad adquisitiva y el entorno capitalista en el que se desarrolla, pero padece de insomnio debido al estrés de su trabajo y a los constantes viajes a lo largo y ancho del mundo que debe hacer por su empleo; así que buscando una solución a este insomnio que realmente le supone un problema en su vida, acude a diferentes terapias aunque no las necesite, aconsejado por su médico, para que vea qué es sufrir de verdad y no es sorprendido hasta que conoce a una joven, Marla, que llega a odiar y con la que llega a repartirse las terapias para no coincidir. 
En un momento dado conoce a Tyler Durden, el personaje prototipo de nihilista, que subsiste gracias a trabajos nocturnos bastante malos y que le permiten llevar a cabo sus "travesuras" con total impunidad, y gracias a él surge otro tipo de grupo de apoyo, «el Club de la Lucha».
Algo que me pareció curioso fue que esta obra surgió como un reto. 
En principio, Palahniuk llevó una novela a una editorial, «Monstruos invisibles», y se la rechazaron por perturbadora, así que decidió hacer una que disgustara aún más al editor de turno, pero ocurrió justo lo contrario, se la publicaron.
La verdad es que llevaba tiempo queriéndoos traer esta joya de la ultraviolencia, porque, a mi parecer, es casi una heredera de «La naranja mecánica», salvando las pertinentes distancias. 
Aunque parezcan diferentes, las motivaciones, en última instancia, son las mismas, sentirse grandes, fuertes y, sobre todo, liberados, como si la violencia fuera el leitmotiv de sus anodinas vidas. 
Y, al final, ambas perturban tanto al lector que consiguen que se replantee casi su existencia, no con el fin de acabarla, sino de remodelarla. 
No en vano, en una de mis películas fetiche, «Donnie Darko» ya se afirmaba: La destrucción es una forma de creación.

6 de agosto de 2021

La playa de los ahogados, Domingo Villar

De vez en cuando no puedo evitar volver a mi género favorito de entre todos, la novela negra, no sé si por vocación frustrada y desconocida de estar en uno de los dos bandos, sin saber cual más atroz según el cariz que, poco a poco, van tomando las cosas, o bien porque sencillamente, aunque al final todos mueren, me gusta la duda que se crea con la identidad del asesino de turno y disfruto del proceso de resolución del enigma como si fuese una pequeña colegiala a la que dan un caramelo. 
Así, y casi sin pretenderlo, llegó a mis manos este libro de Domingo Villar que me llamó la atención desde que vi su portada y empecé a adentrarme entre sus páginas, principalmente porque hace no demasiado tiempo tuve la suerte inmensa de poder ir a Galicia una semana y, aunque los paisajes no son los mismos, recordé esas imponentes costas que no sé qué tienen, pero tienen algo.
Leo Caldas es un inspector tímido, callado y podría decirse que hasta bohemio; alguien que disfruta del jazz y de la noche a base de paseos, y su ayudante es Rafael Estévez, un aragonés que ha ido a parar a Galicia y que no la entiende, y con el que al principio se producen ciertos roces. 
Y un día, uno de los cadáveres que devuelve el mar no ha sido otro desafortunado que mientras trabajaba encontró la muerte, sino que aparece en la playa con las manos atadas, signo inequívoco de un asesinato, o, cuando menos, de un acto violento y no hay rastro de su embarcación, así que ambos se sumergen en la Galicia más profunda de los pescadores y marineros de la que sólo obtienen el silencio cerrado de los pueblos que guardan secretos casi ancestrales y ligado prácticamente a todas las familias. 
Una de las cosas que más me ha gustado es que casi podemos seguir nosotros mismos la investigación policial porque las pruebas se nos presentan a la vez que la trama, mientras que la ironía aparece por todos lados y vamos desvelando más de la relación de los propios investigadores con su entorno, y al final, nada de lo que aparentaba ser es, puesto que las pesquisas al final conducen a un punto que no hubiera aparecido en la cabeza de ninguno de los personajes. 
A mí, personalmente, hasta me sorprendió.
Este autor, casi a ejemplo de mi adoradísimo Eduardo Mendoza o mi no menos querido Lorenzo Silva, ha creado una saga policíaca, de la que ahora mismo sólo hay dos libros —este es el segundo y quizá no dentro de mucho os traeré el primero, sí, ya sé, me suelo saltar el orden a la torera pero, qué diablos, las reglas están para romperlas, ¿no creéis?— y que ya me tiene cautiva. 
Y la verdad es que fue toda una sorpresa para mí, no porque no me fuera a gustar el género, uno que con pocas excepciones siempre me atrapa, sino porque el ambiente ya hace propicio el misterio. 
Para mí, el mar siempre ha tenido connotaciones relacionadas con la intriga y lo enigmático, por lo que guarda y porque es una fuerza incontrolable que lo mismo es propicia o bien decide destruir todo a su paso. 
La forma de asumir quienes trabajan en él que la suerte consiste en volver a casa siempre me supuso un golpe a lo establecido, que me hizo replantear cualquier esquema que hubiese podido crear en mi mente.

*Edición del 8 de agosto:
Amablemente me han contado en los comentarios que ya son tres libros, ¡más para disfrutar!

2 de agosto de 2021

El maestro del Prado, Javier Sierra

He tenido que esperar más de lo que hubiera deseado para poder sumergirme entre sus páginas, pero, por fin, soy libre y os puedo traer, con gran solaz, una de las últimas obras —y nunca mejor dicho, dado el tema pictórico del que trata— del misterio, de manos de Javier Sierra
Esta vez, y en una forma entre novelada y biográfica, de la mano de él mismo allá por los tiempos en los que estudiaba todavía su carrera de periodismo y del doctor Fovel, nos descubre los secretos y símbolos del arte, concretamente del arte que resguardan los muros del Museo del Prado, un museo al que tengo que volver, y esta vez con el libro en la mano. 
Quiero que me sirva de guía y, a la vez, poner en ejercicio mi objetividad para compararla con la novela.
Aunque indudablemente lo que cuenta de primera mano Javier Sierra-personaje es interesante, ese punto de oportunidad y de misterio inherente al doctor Fovel se me antoja el pilar sobre el que se sustenta esta mezcla de ficción y realidad. 
Es de destacar lo de la mezcla de ficción y realidad. 
El propio autor afirma que se permite la novelización de ciertos asuntos, por aquello de la coherencia y de darle continuidad a la historia —en el fondo los recuerdos son pequeñas novelas más que historias reales—, pero, desde luego, que lo que le cuenta Fovel al Javier-personaje hay que planteárselo.
Es más, en las reproducciones de las obras que podemos encontrar en el libro, podemos comprobar nosotros mismos que existen esos símbolos, esos detalles. 
Y ahora en esta época masificada tecnológicamente, que no negaré que ha facilitado mucho el asunto, podemos recurrir a hemerotecas, enciclopedias y mil textos que cuentan y amplían la historia que se expone. 
Quizá más ortodoxa, pero los hechos son hechos al fin y al cabo.
Me he bebido el libro en una tarde, del tirón, y es que no sé qué tiene Javier Sierra pero engancha como la peor de las drogas, y mucho.