29 de noviembre de 2018

Chernóbil, 25 años después, Santiago Camacho


Creo que en más de una ocasión os he dicho que soy una persona de obsesiones, tanto para lo bueno como para lo malo —la mayoría de las veces para lo malo, el runrún nunca acaba.
Cuando algo me gusta o me disgusta soy incapaz de dejar de pensar en ello, me pongo a buscar información hasta que se me hace tan tarde que tengo que acostarme, veo documentales, películas, leo... la mayoría de las veces sin ninguna finalidad más que la de empaparme, porque lo cierto es que nunca estará todo dicho de ninguna cosa, y, por lo tanto, nunca me satisfará lo que encuentre. 
En la historia hay tres momentos que me convierten en ese animal obsesivo: uno es la Segunda Guerra Mundial, el segundo es la historia de la Orden del Temple, el último es el accidente de Chernóbil.
Como veis, y como decía, son temas de los que nunca sabremos todo, ya sea por ocultamiento premeditado o porque el tiempo y los implicados ya han escondido el camino hacia la verdad.
Y hace no mucho y casi por casualidad encontré este pequeño libro que me llamaba, y más aún me llamó cuando vi que su autor era mi adorado Santi Camacho, quien me ha regalado alguna de las horas más interesantes —y enloquecedoras, todo hay que decirlo— de mi vida, y un autógrafo que conservo como oro en paño, por cierto. 
Este libro es al mismo tiempo una crónica del viaje que hizo él mismo a la que quizá sea la zona más maldita del mundo, al margen de hipotéticos fantasmas, inhabitable hasta unos días que se pierden en el tiempo, y un repaso al ´cumulo de cosas que aceleraron la llegada de la tragedia, y esta doble vertiente de un mismo asunto hizo que me lo devorara en apenas unas horas.
Iker Jiménez hizo hace unos cuantos años uno de los documentales más duros y que más me han impactado acerca de Chernóbil, más incluso que el de Jon Sistiaga. 
En él no se centraba solo en el accidente, en él contaba lo que vino después, las vidas truncadas, las experiencias tan dolorosas que aún hoy, después de más de treinta años, siguen marcando el porvenir de aquellos a quienes les tocó vivir tamaña locura, y quizá es ese miedo atávico a lo desconocido y más poderoso que una misma es el que me lleva a querer saber más, no sé si para protegerme o para acabar de enloquecerme, y aunque tal vez no sea el libro más exacto del mundo acerca del tema, porque de nuevo nadie tiene la verdad absoluta y menos cuando se escribe desde la subjetividad, me parece importante que se hable de ello, que no se entierre junto con el núcleo en aquel sarcófago de hormigón que hoy se sigue haciendo pedazos. 
Para mí la información es el arma más poderosa, a pesar de que la ignorancia es a veces el estado más feliz del hombre y apenas se ha escrito acerca de Chernóbil, apenas conocemos la superficie de todo aquello que sucedió y quizá hoy ya va siendo hora de que salga a la luz, aunque la luz sea tan terrible o más que las tinieblas. 

25 de noviembre de 2018

Una habitación propia, Virginia Woolf


Para mí es indispensable en este blog la presencia de Virginia Woolf porque además de ser una de mis autoras de cabecera pienso mucho y a diario en su vida y en su muerte, más de lo que cabría reconocer. 
Y por eso os traigo este libro que viene de una pregunta que le hicieron a ella en una de las charlas que daba acerca de la mujer y su papel en la época. Le preguntaron que qué necesitaba una mujer para escribir buenas novelas. Ella respondió que independencia económica y una habitación propia.
Es con esta ironía tan suya que va haciendo libro la relación de la mujer con la novela a lo largo de la historia, tanto en forma de su ausencia antes de su época como en la dificultad de encontrar a alguien como ella después de sí misma.
Radical y maravillosa como solo ella puede y sabe serlo. 
Frente a los desastres de la educación que deshumanizaba a la mujer que describía Simone de Beauvoir en «El segundo sexo», Virginia Woolf afirma que da igual lo que la educación haya podido hacer de la mujer, en qué la haya convertido. Lo único que importa es su independencia y un cerrojo bien hermoso para impedir que las interrupciones de lo mundano la alejen del mundo literario. Y alienta con su breve ensayo a cualquier mujer que escriba, aunque sea mediocre o aunque sean cosas pequeñas y sin sentido, porque esto que en apariencia puede resultar banal, puede servir de apoyo a todas aquellas que vengan después y que decidan sustentarse en estos escritos para obtener de ellos algo mejor y mayor y en los que escudarse para desarrollar su carrera en la literatura.
Me parece absolutamente fantástico el planteamiento que expone en el libro, no solo por lo rompedor del mismo, que lo fue, y seamos sincero, sigue siéndolo aun en estos días en los que más o menos estamos equiparadas a los hombres.
Ella preconiza la armonía, algo que considera necesario para que todo discurra como debe hacerlo y ese es un punto de vista que me encanta. 
Sin embargo, creo que me fascina porque es muy Woolf, porque casi entrevemos a Clarissa Dalloway gritar por su liberación, porque casi vemos a su Orlando rompiendo tabúes mientras que la sociedad se empeña en oprimir a aquello que se aleja del statu quo establecido, porque casi hace patente el amor que tuvo por Vita o porque simplemente los autores dejan más de sí mismos en sus obras de lo que ellos quieren o piensan.

22 de noviembre de 2018

La leyenda del ladrón, Juan Gómez-Jurado


No hay que irse muy atrás en el tiempo para encontrar libros buenos y eso es algo que es imposible de discutir.
A veces los de más reciente aparición dan sorpresas, y estas sorpresas pueden ser de lo más agradable. Y precisamente porque me gusta sorprenderme os traigo hoy un libro que apareció hace hace unos pocos años y que en su momento tuve el inestimable placer de devorar.
El artífice de esta trepidante maravilla es Juan Gómez-Jurado, y supongo que habéis oído hablar de él puesto que además de con su literatura nos deleita en diferentes podcasts que, personalmente, disfruto muchísimo, tanto o más que sus libros. 
La verdad es que, aunque la timidez siempre me ha podido, lo cierto es que siempre me ha gustado la idea de conocer a quien hay detrás de las palabras que suelen transportarme a mundos ficticios bastante más agradables a mi parecer del que nos es real, y a pesar de que pocas veces me haya atrevido a acercarme a algún escritor valoro infinitamente que interactúen con sus lectores y en cierto modo lo envidio, quizá algún día me atreva a ir a una feria del libro a conocer a mis ídolos. 
Estamos en la Sevilla del siglo XVI, casi a punto de pasar al XVII, y en el camino que va de Écija a la capital, descubre que el lugar donde iban a reponer fuerzas antes del trayecto final está afectado por uno de los peores males del medievo y los principios de nuestro Siglo de Oro: la peste bubónica; y a punto de partir, casi guiado por una fuerza digamos divina, nuestro guía, del que no quiero revelar mucho, descubre a un chiquito al lado de su madre muerta por esta enfermedad.
El chiquito, Sancho, también afectado, va a sobrevivir sin embargo a la enfermedad casi por ensalmo, y salvado de la inanición por nuestro guía comenzará un periplo increíble en el que su destino será convertirse en todo aquello que falta a una sociedad paupérrima, llena de miseria, pícaros y delincuentes.
Sancho, junto con los personajes que se irán acercando a él durante su camino y que le cambiarán, le motivarán y, por qué no, le amarán, será la personificación de la esperanza.
Debo decir que fui una de las que ansiosamente y en su momento se leyó el fragmento que el propio autor y la editorial pusieron a disposición de los lectores y me dejó un fantástico sabor de boca, no solo porque cuando leí la última página me quedé con unas ganas infinitas de conseguir el libro, sino porque, y aquí entra mi parte casi parafílica, el vocabulario que utilizaba es tan evocador que no pude evitar subirlo de categoría. 
También vi y reví el tráiler hasta que me aprendí cada detalle que se ofrecía, y fue aún mejor para mí incluso, porque entendí cosas que no había terminado de comprender del fragmento, y ahora que he leído el libro no puedo sino recomendároslo por los buenos ratos que pasaréis leyéndolo, por cómo está de conseguida la acción y la ambientación en la novela y porque, me reitero, Gómez-Jurado es uno de esos escritores que hacen que tenga la absoluta necesidad de leerme el libro del tirón hasta acabar de madrugada porque es imposible dejar a un lado la historia. 
Cuando os sumerjáis en ella y paséis a ser uno de los personajes que pululaban por esa Sevilla de la época en la que transcurre la acción lo demás pierde importancia, os lo aseguro.

19 de noviembre de 2018

Sin City, Frank Miller


Continúo hoy en el mundo de las novelas gráficas para traeros uno de los mejores regalos de cumpleaños y reyes que tuve hace unos años ya, la pecaminosa Sin City de Frank Miller
En estos días de otoño en los que nos puede la pereza y acaso la desgana se necesitan distracciones, desconectar, no leer como si fuese una obligación y creo que estos dos tomos son precisamente lo que se necesitan. 
En ellos se recoge la edición íntegra de Sin City, la historia de la ciudad de Basin City, paradigma y entorno prototipo de la novela más negra, llena de sexo, alcohol, muerte y, en definitiva, pecados por doquier, y Marv es nuestro protagonista en este mundo sórdido. 
Marv es corrupto, esquizofrénico, violento y podría decirse que hasta cruel, pero ¿hasta qué punto influye el entorno en la persona? Él se ve guiado hacia la venganza tras una noche de sexo con una prostituta llamada Goldie que aparece muerta y él no sabe por qué.
A pesar de los clichés —erróneos— que pueden asaltar nuestra mente cuando sabemos que es prostituta, Goldie es la única mujer que le ha tratado bien y por eso se ve impelido a vengar su muerte y la utiliza de detonante, de hilo del que tirar para descubrir quién anda detrás de todo lo malo que corrompe la ciudad y por extensión a sus habitantes.
En última instancia la única que prevalece es la ciudad como recipiente, así que siendo el nexo común de todos estos pecados que cometen sus habitantes, como una especie de imán que les atrae, en cierto modo se la puede considerar como la principal protagonista. Casi como un reflejo de todo lo que pasa, ella es la que sufre, la que manda, la que organiza; es la artífice de los excesos y en los diálogos —que son pequeñas delicias y hay algunos que impactan especialmente— se puede vislumbrar esta conexión ineludible e impalpable entre la ciudad y sus ciudadanos.
Sin embargo, aunque como he dejado patente el vicio y el pecado son como el agua que beben se destila cierto humor santurrón, casi como una rebelión silenciosa que pretende purgar y expiar todos los males de los que se duele. ¿Y cómo se expían esos males? Lo habéis adivinado: matando y haciendo que sobreviva el más fuerte.
En este cómic he encontrado enseñanzas que ni siquiera imaginaríais. No es, como parece ser, la muerte por la muerte, sino todo lo que conlleva y lo podéis adivinar por la magnífica caracterización psicológica de los personajes, tan buena que os descubriréis conforme avancéis en la trama apiadándoos de ellos, quizá porque nos consideramos moralmente mejores que ellos y, en cierto modo, queremos traerles a la luz, aun cuando desde principio a fin la obra no es sino un retrato esperpéntico de nosotros mismos y en lo que podríamos acabar convirtiéndonos sin un mínimo de sensatez.

15 de noviembre de 2018

Apartamento 16, Adam Nevill


Estamos acostumbrándonos últimamente, por desgracia para los lectores y por suerte para los autores que los venden como churros y se hacen ricos, a que las oleadas literarias vayan por modas, es decir, hace unos años, cuando la fiebre Crepúsculo todos los libros que salían del género eran de vampiros, hasta que se les agotó el modelo y empezaron a salir zombis y, de nuevo, todo fueron zombis, y así hasta la saciedad.
Vamos, que el género de terror se había quedado en una mera zarandaja y, aun pecando de exagerada, creo firmemente que los mismísimos Edgar Allan Poe y Bram Stoker se revolvían en su tumba al ver cómo se había defenestrado el género.
Pero, albricias, no todo es el mal absoluto.
De vez en cuando surgen autores como Adam Nevill que con su gusto victoriano y el placer que proporciona al relatar historias de la vieja escuela sorprenden porque realmente queda algo de luz en un género tan vilipendiado y, por eso, os traigo la primera publicación suya que llegó a mis manos.
Esta vez no os voy a dar pinceladas de la historia porque temo contaros demasiado.
Solo os diré que, como mencionaba arriba, es un libro de la vieja escuela, que va construyendo el terror y el clímax final peldaño a peldaño, como si fuera una escalera que conduce a la buhardilla donde Dorian Gray escondía su cuadro, al apartamento que da título al libro que hoy os traigo, y eso es algo que yo, por lo menos, aprecio con toda mi alma de bibliófila casi bibliófaga, porque el cuentagotas con el que va dosificando los temores acaba llenando el vaso antes de que lo imaginemos, y es precisamente esa cualidad la que hace que nos bebamos, literalmente, con gusto el libro, a pesar de que pueda pensarse que se hará pesado en algún momento de la lectura.
Ni por asomo.
De veras os digo que hacía tiempo que no me daba tantísimo miedo leer un libro, y mucho menos un libro relativamente actual porque este se publicó en 2010. Nevill narra su historia con un gusto exquisito, con una mezcla de susto y desasosiego tremendo, y ya sabéis que la imaginación es una yegua que corre libre y la mía es poderosa, muchas veces demasiado poderosa para mi gusto. 

12 de noviembre de 2018

Harry Potter y la Orden del Fénix, J.K. Rowling


No os podéis imaginar las ganas que tenía de superar el ecuador de la saga de Harry Potter que hoy continúo para poder llegar a mi segundo favorito después de «Harry Potter y el prisionero de Azkaban», la quinta entrega, donde ya se van ciertos asuntos relacionados con la lucha contra Voldemort, la guerrilla particular establecida por el bien común, aunque él diría que solo hay poder y personas demasiado débiles para buscarlo, y donde aparece el personaje que más repelús me ha dado en mi historia de la literatura particular.
Sí, lo habéis adivinado: Dolores Umbridge.
Me da un ascazo tremendo, y eso significa que está magníficamente bien caracterizada, por lo que a pesar de sus consideraciones sobre la sangre que se verán sobre todo en el último libro de la saga, pienso que es uno de los mejores retratados en toda la heptalogía.
A lo que iba.
Recuerdo que la primera vez que leí el libro fue como si el corazón me diese saltos de emoción en el pecho él solito y por libre, porque aunque anteriormente, en las cuatro primeras entregas, ya se había producido alguna que otra escaramuza con Voldemort, esta es la primera vez que se produce un enfrentamiento de adultos, por decirlo de alguna manera, con la Orden al completo, o más bien con los que quedan de ella, y con los Mortífagos más representativos en el otro bando, con la aparición estelar de Bellatrix Lestrange. Además, se produce la tremenda lucha entre el mismísimo Albus Dumbledore —estoy conteniéndome mucho de decir todos sus nombres tal y cómo él los pronuncia en la película cuando entra a la vista de Harry— y Voldemort en el Ministerio de Magia.
Y no solo fue la emoción la que me inundó el corazón cuando leí la última de sus páginas.
Fue la primera vez que después del asesinato de los padres de Harry se produce la muerte de otra de sus figuras paternas, y sigo pensando que Sirius no tendría que haber muerto y menos a las manos de quien lo hizo. Si tenía que morir sin remedio, por lo menos que hubiese sido por la mano de otro que no fuese Bellatrix.
Al margen de opiniones personales, aunque de hecho este blog está construyéndose sobre ellas, es para mi gusto uno de los mejores libros, uno de los que más acción tienen y uno de los que descubren más personajes cuya trascendencia se verá más adelante, hacia el final de la saga, y eso, bajo mi criterio, lo hace merecedor de especial atención.
El lector avezado descubrirá que los bandos ya están hechos, quizá antes de lo que imaginaba, y no solo por lo obvio, sino que incluso algunos de los personajes acaban sorprendiendo por su posicionamiento, y ese pequeño factor sorpresa a mis ojos es impagable.

8 de noviembre de 2018

El mes más cruel, Pilar Adón


Hace un tiempo recibí un correo electrónico de un profesor amigo de madre. En él me comentaba que había un libro fantástico que había encontrado en la biblioteca municipal, que sabía que me gustaría, y hubo pleno, aunque yo, en lugar de ir a pedirlo prestado, decidí hacerme con un ejemplar digital.
Últimamente, no sé si porque estoy más nostálgica que de normal o si porque, como las personas, el gusto también va cambiando con el tiempo, me cuesta más trabajo leer novelas o cosas densas. 
La desgana me puede y recurro sobre todo a cómics —para estas navidades planeo pedir varios más— o relatos, y este libro me ha venido de perlas, porque forma parte del segundo grupo. 
No tenía el placer de conocer, literariamente hablando, a Pilar Adón, y me ha sorprendido gratamente. 
A través de estos catorce relatos, sin embargo, he podido acercarme un poco a lo que sentía en el momento de la escritura, porque la verdad es que pienso que lo que escribimos es reflejo de lo que sentimos, y aunque alguien pueda fingir muy bien o escribir algo diametralmente opuesto a lo que siente siempre quedará un pequeño rescoldo involuntario que le delatará y será una veta de vulnerabilidad no pretendida que hace que el lector haga suyo el texto.
Al englobar una serie de relatos es difícil poder haceros un resumen coherente con todos ellos, cada uno hiere y llega a una parte distinta del alma, pero sí que puedo deciros que en todos ellos se encuentra cierta predisposición a la catarsis, como una especie de bofetada de realidad que alienta a superar todos aquellos temores que nos despiertan por las noches, para sobrevivir en medio de todos ellos y proclamar la fortaleza sobre sus restos.
Puedo decir que, en cierto modo, me han resultado útiles.
Aunque me deleite en las explicaciones y demás me gustan los escritores que no suavizan la crudeza de la realidad, sino que la muestran y cuentan cómo vencerla.
Qué queréis que os diga, me impacta esta portada.
Me parece, en verdad, todo un arte el tema de las encuadernaciones, porque consiguen —al menos en mi caso— que prejuzguemos un libro desde la cubierta y que libros que a lo mejor no tenías en mente pasen a formar parte del anaquel que tengas más cerca y resulten ser los más queridos.
A mí, por lo menos, me pasa.

4 de noviembre de 2018

El arpista ciego, Terenci Moix


He decidido empezar por esta novela de Terenci Moix porque me falta algo de humor en este momento de mi vida, pero no significa que me olvide de traeros más adelante sus novelas históricas que me fascinan.
La diferencia entre esta y las otras radica en que el irreverente —y adoradísimo— Moix escribe esta fascinante novela en clave de humor sin olvidar los momentos dolorosos, el esperpento y la tragicomedia van de la mano en una novela en la que lo imposible se hace tan cierto como cualquier cosa que ves alrededor y el favor de los dioses y sus secretos marcan su existencia.
El libro es una fantasía, tal y como indica el subtítulo, del reinado de Tutankamón, y es en esta época cuando nacen Ipi, un niño ciego, y Jonet, un picaruelo al más puro estilo del Lazarillo, y en la ciudad hereje de Akenatón nace el que luego será conocido como Tutankamón. Podríamos decir, por tanto, que sus vidas están ligadas.
Irremediablemente, éstas se entrelazarán en una fantasía surrealista llena de ironía y giros sorprendentes, y serán estos giros los que expliquen las motivaciones y las actuaciones de unos humanos que alternan con los dioses de una manera absolutamente cotidiana. 
El tiempo y el comadreo aderezados con amores imposibles, según la moral de la época, pero que no tienen de malo por su naturaleza, serán guía para unas situaciones rocambolescas en las que unos jóvenes vivirán unas aventuras que, quizá, nunca habrían podido imaginar.
Aquí Moix vuelve al rito iniciático que parece llenar todas sus novelas como el agua del Nilo que lo inunda todo, y será ineludible, puesto que, en cierto modo, la vida no deja de ser el más grande ejemplo de iniciación para cualquiera que la viva, con cualquier fin que ésta presente.
Es una de mis novelas favoritas, lo admito, ya no solo por el humor y la picardía, que llega al erotismo que destila, sino por cómo narra, por cómo presenta unas situaciones que acarician lo trágico y que, sin embargo, por la ironía de la que van cargadas no dejan de ser cómicas. 
Una sonrisa triste para situaciones tristes. Yo creo que os gustará.