23 de febrero de 2019

De catro a catro, Manuel Antonio


Como sabréis si de vez en cuando seguís estas pequeñas referencias que os hago a mis libros favoritos —y no tan favoritos, seamos sinceros—, los poemas últimamente no son lo mío, ni a la hora de escribirlos ni a la hora de leerlos y disfrutar de ellos.
Será que no estoy inspirada o que no me veo lo suficientemente llena de los sentimientos necesarios para afrontarlos, pero hace muchísimo tiempo que no soy capaz de dedicarme enteramente a un poemario, y reconozco que me parece bien, puesto que solo suelo escribir poemas cuando estoy destrozada emocionalmente y ahora no lo estoy.
Sin embargo, con este libro me pasa algo especial, desde que me lo recomendó hace años una amiga no puedo dejar de leerlo.
Lo cierto es que no es un libro fácil.
Es una ruptura con todo, incluyendo los cantos tradicionales y a la misma vez es un hijo digno de su tiempo vanguardista y de "ismos", y Manuel Antonio se erige en perfecta versión antagonista gallega de un Rubén Darío introducido a cal y canto en su torre de marfil, destinada solo a que accediera a ella el iniciado en la poesía. 
En el libro se nos presenta un viaje en el mar y los escritos se convierten en la bitácora del mismo.
Como un Ulises que recorre mares para regresar a Ítaca, el poeta se busca a sí mismo en esta aventura heroica, recorriendo recovecos de su alma a los que superficialmente no puede llegar. Es alguien perdido que necesita encontrarse y la única forma de hacerlo es emular lo mítico y embarcarse para llegar a lugares recónditos dentro de sí mismo.
Me gusta. Me gusta porque no es lo normal y me explico.
Dentro de las múltiples vanguardias que recorrieron el país —y toda Europa en realidad—, a pesar de que se catalogasen con este o aquel nombre, yo creo que todas eran huérfanas a su manera porque se diferenciaban lo suficiente las unas de las otras como para no convertirse en una etiqueta más, algo que, por otro lado, se pretendía.
Desde luego era la finalidad última, la ruptura, la diferencia, pero Manuel Antonio va más allá, consiguiendo que cualquier teoría en la que se basase para desnudar su alma quedase como aprendiz de todo aquello que él hacía.

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