9 de marzo de 2021

No tengo boca y debo gritar, Harlan Ellison

Parece que cuando se acerca el buen tiempo es para mí la época de los Premios Hugo, teniendo en cuenta que con este es el tercer —si mal no recuerdo— elemento literario que ha sido galardonado con este premio de la ciencia ficción
No lo conocía, lo admito, fue un buen amigo, un apasionado del tema y de los videojuegos, el que me puso al tanto hace unos años de su existencia. 
También admito que fui posponiendo, y cuando lo leí, vi que había sido bastante a mi pesar, porque reconozco que, aunque quizá no sea igual que las obras de otros maestros del terror, Harlan Ellison ha conseguido que me estremezca pensando en el destino de los que protagonizan este relato de sólo catorce páginas. 
Es un futuro distópico, en el que un ordenador toma conciencia de sí mismo y conocedor de todas las cosas, decide provocar un holocausto nuclear que acabe con la humanidad, rescatando únicamente a cinco personas, una mujer y cinco hombres. 
Y no contento con haberles destruido, continúa su venganza, torturándoles y otorgándoles lo que a mi parecer es el peor don que puede dárseles en este contexto desolador, la inmortalidad, pero, lo que me resultó extraño, el suicidio les está concedido, pero no permitido, y precisamente contra el hecho de que lo lleven a cabo lucha AM, el ordenador rebelde. 
La desesperación toma partido y la humanidad vence a la lógica consiguiendo que uno de los habitantes mate a sus compañeros, poniendo fin a su sufrimiento y a la tortura, pero la venganza vuelve a girar la tuerca del dolor, convirtiéndole el ordenador cuando intenta suicidarse en una masa deforme incluso sin boca para impedir que se autolesione, que grite o que oponga resistencia, siendo la tortura mayor. 
Es de lo más violento que he leído últimamente, y lo único que en mucho tiempo ha hecho que la metaparanoia que a veces me asalta se alimente. 
Cuando lo acabé, reconozco que estuve parada bastante tiempo, intentando recomponer en mi mente los fragmentos del relato y tratando de buscarle una lógica coherente a los sucesos que cuenta. Parece mentira como en un cuento, a mi modo de ver, predecesor absoluto del cyberpunk más actual, se puede concentrar tanto odio, tanta venganza y tanta muerte. 
No sé si es idóneo para estas tardes que, al hilo del relato, va acercándose el calor, pero sí sé que es fantástico para queramos pasar un poco de miedo, del sano. 
Yo no sé vosotros, pero yo, desde entonces, intento mirar con otros ojos a mi ordenador.

No hay comentarios: