13 de marzo de 2021

Beatriz y los cuerpos celestes, Lucía Etxebarría

Hay libros cuyo contenido te gusta porque en su momento te entretuvieron o porque realmente la historia te llama sin que el autor o la autora, por decirlo diplomáticamente, te sean afines, y este libro de Lucía Etxebarría que os traigo hoy podría considerarse perteneciente a esa categoría, incluso podría ser el libro que la corone. 
Como si de un satélite en dirección a su Órbita Cementerio se tratara, Beatriz recorre su vida a través de Mónica, Cat, Ralph y las ciudades que marcan su existencia, Madrid y Edimburgo. 
En una espiral de destrucción adolescente entre presiones familiares por los que no siente cariño, pues ve que todo no deja de ser un teatro a ojos del mundo, decide evadirse, escaparse de lo planeado y arriesgarse a la aventura. 
Yendo a parar con sus huesos a Edimburgo inicialmente por un único año, prolonga su estancia , Beatriz, que considera que el amor no tiene género, conoce a Cat, con la que comparte su vida hasta que se marcha sin despertarla, y decide volver a su Madrid, aquel Madrid que tanto extrañó cuando lo dejó atrás. 
Una vez allí, se da cuenta de que el tiempo y la distancia no han sido tan benévolos con Mónica como con ella. Mónica no pudo escapar a aquél «inocente» juego de las drogas e hizo mella en ella y en su cuerpo. 
La vida de Bea nunca fue fácil y el amor será su guía, tanto para lo bueno como para lo malo. A través de Mónica, Cat y Ralph irá creciendo hasta convertirse en lo que es, y cuando llegó a mí este libro, allá por mis tiernos —y lejanos ya— dieciocho años, en los que era una adolescente frustrada y, sobre todo, muy intensa —como todos—, me marcó de una forma bastante potente.
Después lo lees y te das cuenta de que es porque, naturalmente, siendo adolescente te sientes incomprendido —la mayor parte de las veces lo eres, tampoco os quiero engañar—, y viéndote raro y desubicado es fácil ver que no eres el único que se siente así, y, aunque no lo quieras, es un pequeño paso que das para asentarte y, por extensión, asentar tus sentimientos.
En esa época en la que te sientes solo, a pesar de estar rodeado de gente, las más de las veces a disgusto, a mí me resultó útil identificarme en cierto modo con la protagonista y las presiones familiares que tiene, y me hubiera gustado evadirme, no lo niego, pero solo podía hacerlo a través de un libro. 
De todas formas, y viéndolo en retrospectiva, me parece que no me ha salido tan mal. 

No hay comentarios: