5 de noviembre de 2021

El emblema del traidor, Juan Gómez-Jurado


Puede que la pasión que dedico a las cosas que me gustan —cuando me dejan tiempo, para mi desgracia— pueda considerarse una suerte de parafilia extraña, aunque, está claro, sin ese componente sexual que lleva inherente. 
Una de esas cosas es un hecho en una época específica, la Segunda Guerra Mundial, y Juan Gómez-Jurado ha llegado a la parte literaria de mi corazoncito con esta fantástica novela.
Da comienzo con una anécdota. 
En 1940, en plena tormenta, el capitán González rescata a unos náufragos alemanes, cuyo jefe le regala, como muestra de agradecimiento, un emblema de oro, que será la puerta que abra el pasado para llevarnos a la Alemania previa al momento nazi
Es en esta época donde aparece Paul, un chiquito huérfano de padre que vive —o sobrevive— sirviendo junto con su madre en casa de unos barones, que son sus tíos. 
Todo cambia para él en el momento en que se da una fiesta en esa casa. 
Aparece otro personaje, Alys, una chica judía, avanzada para su tiempo de mojigatería y reclusión femenina, y más aún con la que se avecinaba, con la que su tío quiere casar a su primo, antagonista de Paul, depositario de rencor, envidia y crueldad, y de la que el pobre Paul se enamora, mientras que su otro primo le confiesa que su padre no murió en combate, sino asesinado, y encima en la misma casa en la que ahora sirve. 
Y ahí es donde empieza, para mí, lo bueno. 
Ahora, tras la sorpresa inicial de la revelación, se erige en una especie de Hamlet que busca la retribución justa por la muerte, asesinato ahora, de su padre. 
Me ha producido algo que, últimamente, me ha pasado poco: la necesidad de terminarlo de un tirón, de conocer los últimos estertores de los personajes hechos páginas. 
Y os aseguro que en plena época de trabajo trasnochar no era precisamente una de mis ideas, pero no pude evitarlo, tuve que terminarlo de madrugada, y ahora os traigo mis impresiones. 
Es muy agradable poder disfrutar de novela actual de calidad, y encima patria. 
Seguramente me dejo en el tintero a muchos válidos y con mi aseveración quizá lo limito un poco, pero es difícil de encontrar, por lo menos, para mi gusto, algo que no se repita hasta la saciedad, que aporte algo de variedad, aun cuando se adecúe a unos cánones que, de primeras, pueda relegarlos.

No hay comentarios: