Aunque la gente que me conoce pueda llegar a pensar que por mis manos han pasado la mitad de los libros del mundo confesaré que aún me quedan muchos mundos en los que entrar y vidas en las que sumergirme. Así siempre estoy buscando nuevas recomendaciones, tanto de novedades como de clásicos, porque nunca se sabe qué maravillas puedes encontrar.
El libro que hoy nos ocupa fue una de esas recomendaciones, indirecta, por cierto, que encontré en Twitter. Reconozco que me muevo en un círculo un poco limitado en esa red social y que muchas de las cuentas que sigo son de gente relacionada con el mundo de los libros y la literatura, y de esa manera llegó a mis manos esta pequeña maravilla de la novela negra, que aunque todavía no lo sepáis es de mis géneros favoritos.
Josephine Tey nos sitúa en Milford, el típico pueblecito inglés en el que a veces hemos soñado con vivir por su tranquilidad y porque nunca pasa nada más allá de la vida. Sin embargo, un día Betty Kane, quien da título a la novela, y quien es una jovencita de lo más angelical y digamos adecuada para las convenciones sociales y lo que se esperaba para una chica de la época en un pueblo como ese acusa a las Sharpe, madre e hija, de haberla secuestrado y provocado tremendos horrores en el desván de su casa. Por supuesto las Sharpe se defienden, aducen que ellas, tranquilas como son, jamás podrían haber llevado a cabo las infinitas torturas que se listan, pero Betty empieza a dar detalles, algunos que solo podría saber si de hecho ha permanecido tiempo en ese desván.
Todo lo que se presenta apacible y hasta anodino de repente se convierte en una olla a presión que nos hará plantearnos si los personajes aparentemente maniqueos y divididos en buenos y malos se ajustan a sus características o si realmente todo es lo que parece.
Es bastante razonable imaginar por qué me ha encantado y por qué me he bebido el libro de un tirón y sin tomar aire.
Desde pequeña me ha gustado lo relacionado con el misterio y la intriga —próximamente os hablaré del primer libro de "adolescente adulta" que leí y que a día de hoy sigue acompañándome en mi mesilla de noche porque sigo teniendo la necesidad de releerlo de vez en cuando—, y por eso me resulta refrescante esta novela, porque se adhiere a los cánones del estilo pero, a la vez, me resulta rompedora en tanto no necesita de giros increíbles de guión o personajes rimbombantes para conseguir que no puedas despegar los ojos de las hojas. Nuestro detective, Robert, que es quien lleva el preso de la trama, no lo es por profesión, simplemente le toca serlo porque desde la mismísima Scotland Yard no consiguen desbaratar la madeja, y la verdad es que lo hace de la mejor de las maneras, y está tan bien escrito que resulta creíble, algo que se agradece infinitamente.
Ya veis que lo que puede resultar en apariencia sencillo o anodino puede guardar grandísimas sorpresas, así que os propongo que lo leáis y que vayáis al pequeño pueblecito que es Milford, os va a encantar.
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