1 de octubre de 2018

Armand, Anne Rice


En un tiempo en el que han convertido la palabra «crepúsculo» en un disparate con la tetralogía homónima que posee una habilidad pasmosa para hacer que Bram Stoker se revuelva en su mismísima tumba hoy os traigo un término medio entre el gran clásico y el desastre que hizo que proliferaran los libros de vampiros y seres de la noche y que, en mi opinión, redujo la calidad en general de los libros publicados con este tema. 
Anne Rice creó hace años, cuando la literatura vampírica era limitada en número y a mi ciudad apenas llegaban unos ejemplares a una única librería porque no era el género que más se vendía, un universo mágico en el que los vampiros están arriba de la cadena alimentaria que incluso se popularizaría en los noventa con adaptaciones cinematográficas.
Hoy, y aprovechando que sé que hay una persona muy especial para mí que adora tanto o más que yo a esta autora y a sus hijos literarios, he querido traeros la historia de Armand, mi vampiro favorito junto a Marius —de quien también traeré su historia— y que ya conocimos en «Entrevista con el vampiro». 
La verdad es que aunque, lógicamente, hay una trama subyacente a lo largo de los libros, como empecé a leerlos sin seguir un criterio cronológico u ordenado de las Crónicas vampíricas porque compraba los que encontraba y no seguían necesariamente el orden de escritura así será como os los reseñe. 
Antes mencionaba a Marius y a su historia, y lo hago porque ambos personajes están ligados de una forma muy íntima en su devenir y son los que más hondo han calado en mí. 
Como una confesión casi expiatoria y deshaciéndose de una pesada carga, el vampiro Armand cuenta la historia de su vida a David Talbot, de la Orden de Talamasca, y con su vida hace un delicioso recorrido histórico y topográfico narrando sus vivencias, que más que marcadas por estos sitios, vampiros o tiempos, han conseguido justo lo contrario, dejar su huella en ellos.
Armand comienza siendo Andrei, un esclavo traído desde la vieja Europa del Este hasta Constantinopla, donde llega a las manos de Marius y le convierte en Amadeo, el amado por los dioses, un joven de belleza casi divina a quien todos perdonan, al que todos adoran y que se metamorfosea en una personalidad oscura, compleja y llena de dudas tras el velo de la creencia de que su mentor Marius ha sido asesinado. Por esto se erige líder de una secta de fanáticos, cambiando una vez más de nombre, convirtiéndose en Armand.
Ya sabéis que todo aquello que conlleve una evolución o una especie de camino iniciático me fascina.
No sé si será que lo identifico con una especie de espiral de subida a los cielos o de bajada a los infiernos y se convierte en una pasión que solo culmina cuando paso la última hoja del libro y cierro sus tapas.
En este Anne Rice lo consigue. Solo en una narración así se puede apreciar la autobiografía más cruel de un ser vivo que ha dejado de serlo.

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