No es un secreto que Federico García Lorca me fascina, tanto su faceta como poeta como la de dramaturgo, amén de la política y personal, pero como alguien interesada en él creo que todas estas partes son el todo que le conforman.
Tampoco lo es que estamos acostumbrados a sus grandes dramas, "Yerma", "La casa de Bernarda Alba" y "Bodas de sangre", y que salvo que se trate —en la mayoría de los casos— de un público especializado o que realmente tengan interés en él y en su obra es complicado que se conozca el resto de su producción teatral, y mucho más complicado es que haya llegado a vuestros oídos la obra que hoy nos ocupa.
Si me creo en potestad de hacer tal aseveración es porque yo misma, devoradora desde la adolescencia de todo lo relacionado con Lorca, descubrí "El público" mientras hacía la carrera, y eso que se la considera una de las obras más importantes de todo el teatro español del siglo XX.
Aquí Lorca crea un metateatro, un teatro dentro del teatro convencional y a la vez lo destruye, arrasa sus cimientos para construir un teatro puro y lleno de símbolos que le permiten crear uno a su semejanza, libre y surrealista, y su forma de hacerlo es destrozando uno de los símbolos teatrales por excelencia, Romeo y Julieta.
Lorca nos plantea si realmente Julieta tiene que ser Julieta, si no puede ser que ese símbolo del amor heterosexual sea interpretado también por dos hombres —en este caso— y revoluciona al público descubriendo la identidad verdadera de la Julieta de la obra como un muchachuelo, ¿es cierto todo lo que se ha expresado? ¿es verdadero? ¿es bueno? Aduce que Julieta puede ser cualquier cosa, incluso hasta un objeto inerte, y con esta metáfora hace suya la de Shakespeare cuando se pregunta si una rosa con otro nombre seguiría oliendo igual. Y el público somos nosotros, los que perpetuamos o intentamos mejorar una sociedad plagada de máscaras de diferentes colores que cuelgan en las paredes de nuestra existencia.
Habréis llegado a la obvia conclusión de que en esta obra lo que hace es desgarrarse y exponerse como hombre homosexual en una época represiva y con ello descubre su verdadera identidad y anima a que los demás la muestren, porque al final lo único que cuenta es lo que se siente, es lo único importante.
Aunque no se trate de poesía también en esta obra reconocemos algunos de los símbolos universales lorquianos tales como el caballo, lo cierto es que al pertenecer al surrealismo toda la obra en sí es simbólica. "El público" es un viaje a la identidad y a todo lo que guardamos dentro y escondemos con distintas máscaras, otro símbolo que emplea Lorca para criticar a la sociedad y a los convencionalismos morales: ¿quién es esta para juzgar no solo a las personas sino también a sus decisiones?
En última instancia el eje sobre el que gira es el amor, el amor que todo lo vence y que sirve de bálsamo para almas heridas, el amor auténtico que huye de hipocresías y que lucha irguiéndose en barbacana contra máscaras y miedos que nos acechan y que son humanos, pero que nos impiden ser felices, y eso me toca el corazón de una manera que no podéis ni imaginar.
Tampoco se me ha ocurrido mejor forma de celebrar su cumpleaños que honrarle de la forma que he podido.
Tampoco se me ha ocurrido mejor forma de celebrar su cumpleaños que honrarle de la forma que he podido.
2 comentarios:
Lo quiero y me lo apunto en Goodreads YA. Gracias por el descubrimiento :)
Ya me contarás qué te parece, ¡podemos comentarlo en Esputos!
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