28 de octubre de 2018

Los miserables, Víctor Hugo


Pocas cosas hay en esta vida, al margen de la lectura, claro está, que me gusten más que un musical; como se suele decir vulgarmente los vivo más que verlos, los disfruto con cada fibra de mi ser y cuando vi que se adaptaba esta magistral novela de Víctor Hugo que os traigo hoy no pude evitar sentir cierto miedo dada la magnitud de la obra y que, como ya sabéis, no suelo ser demasiado amiga de las adaptaciones de libros a la gran pantalla, ni siquiera a la pequeña. 
Y fue precisamente la aparición del musical la que me motivó a releer el libro en su momento, pues es una pequeña manía que tengo y que me trae no pocas decepciones. La más horrible que recuerdo es la de una adaptación teatral que hicieron en mi ciudad del Don Juan Tenorio: no se me ocurrió otra cosa que refrescar la obra leyéndola antes de la función y maldita la hora, mirándolo desde la distancia pienso que habría sido mejor que hubiese ido con las lagunas inevitables de años sin leerla que teniéndola tan fresca.
Sin embargo en este caso la adaptación me pareció bastante razonable. 
Como obra coral es extensa —mucho— y densa, como suele pasar en estos casos ya que la cantidad de personajes, de motivaciones, de inspiraciones y de diferentes psicologías suelen hacer que el lector se pierda si no está realmente concentrado en la novela, pero, en cualquier caso, es precisamente esta capacidad de cohesión y de tanto detalle que ilustra prácticamente a la perfección un tiempo tan tumultuoso la que la hace magnífica. 
Me gustan los libros que, más o menos sutilmente, dejan entrever la opinión del autor al respecto del tema que tratan, sobre todo los que aparecen en una época censurada o censurable —términos que suelen ir ligados— porque por las metáforas acaba diciéndose más que si el autor lo explicase de forma explícita, y, para mi gusto, con un resultado indudablemente más feliz que si se hiciera de una manera más evidente.
Es estimulante un libro que te haga replantearte los esquemas de la vida, de tu vida.
Por suerte hemos superado muchos de los problemas que se plantean en el libro, otros muchos quedan ahí, a la espera de que nosotros mismos seamos capaces de evolucionar de forma acorde a lo que debería ser nuestra grandeza, y siempre viene bien que nos recuerde alguien ajeno a nosotros todo el potencial que escondemos. 
Este libro me inunda de esa fuerza vital que me invita a superarme.

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