8 de noviembre de 2018

El mes más cruel, Pilar Adón


Hace un tiempo recibí un correo electrónico de un profesor amigo de madre. En él me comentaba que había un libro fantástico que había encontrado en la biblioteca municipal, que sabía que me gustaría, y hubo pleno, aunque yo, en lugar de ir a pedirlo prestado, decidí hacerme con un ejemplar digital.
Últimamente, no sé si porque estoy más nostálgica que de normal o si porque, como las personas, el gusto también va cambiando con el tiempo, me cuesta más trabajo leer novelas o cosas densas. 
La desgana me puede y recurro sobre todo a cómics —para estas navidades planeo pedir varios más— o relatos, y este libro me ha venido de perlas, porque forma parte del segundo grupo. 
No tenía el placer de conocer, literariamente hablando, a Pilar Adón, y me ha sorprendido gratamente. 
A través de estos catorce relatos, sin embargo, he podido acercarme un poco a lo que sentía en el momento de la escritura, porque la verdad es que pienso que lo que escribimos es reflejo de lo que sentimos, y aunque alguien pueda fingir muy bien o escribir algo diametralmente opuesto a lo que siente siempre quedará un pequeño rescoldo involuntario que le delatará y será una veta de vulnerabilidad no pretendida que hace que el lector haga suyo el texto.
Al englobar una serie de relatos es difícil poder haceros un resumen coherente con todos ellos, cada uno hiere y llega a una parte distinta del alma, pero sí que puedo deciros que en todos ellos se encuentra cierta predisposición a la catarsis, como una especie de bofetada de realidad que alienta a superar todos aquellos temores que nos despiertan por las noches, para sobrevivir en medio de todos ellos y proclamar la fortaleza sobre sus restos.
Puedo decir que, en cierto modo, me han resultado útiles.
Aunque me deleite en las explicaciones y demás me gustan los escritores que no suavizan la crudeza de la realidad, sino que la muestran y cuentan cómo vencerla.
Qué queréis que os diga, me impacta esta portada.
Me parece, en verdad, todo un arte el tema de las encuadernaciones, porque consiguen —al menos en mi caso— que prejuzguemos un libro desde la cubierta y que libros que a lo mejor no tenías en mente pasen a formar parte del anaquel que tengas más cerca y resulten ser los más queridos.
A mí, por lo menos, me pasa.

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