Continúo hoy en el mundo de las novelas gráficas para traeros uno de los mejores regalos de cumpleaños y reyes que tuve hace unos años ya, la pecaminosa Sin City de Frank Miller.
En estos días de otoño en los que nos puede la pereza y acaso la desgana se necesitan distracciones, desconectar, no leer como si fuese una obligación y creo que estos dos tomos son precisamente lo que se necesitan.
En ellos se recoge la edición íntegra de Sin City, la historia de la ciudad de Basin City, paradigma y entorno prototipo de la novela más negra, llena de sexo, alcohol, muerte y, en definitiva, pecados por doquier, y Marv es nuestro protagonista en este mundo sórdido.
Marv es corrupto, esquizofrénico, violento y podría decirse que hasta cruel, pero ¿hasta qué punto influye el entorno en la persona? Él se ve guiado hacia la venganza tras una noche de sexo con una prostituta llamada Goldie que aparece muerta y él no sabe por qué.
A pesar de los clichés —erróneos— que pueden asaltar nuestra mente cuando sabemos que es prostituta, Goldie es la única mujer que le ha tratado bien y por eso se ve impelido a vengar su muerte y la utiliza de detonante, de hilo del que tirar para descubrir quién anda detrás de todo lo malo que corrompe la ciudad y por extensión a sus habitantes.
En última instancia la única que prevalece es la ciudad como recipiente, así que siendo el nexo común de todos estos pecados que cometen sus habitantes, como una especie de imán que les atrae, en cierto modo se la puede considerar como la principal protagonista. Casi como un reflejo de todo lo que pasa, ella es la que sufre, la que manda, la que organiza; es la artífice de los excesos y en los diálogos —que son pequeñas delicias y hay algunos que impactan especialmente— se puede vislumbrar esta conexión ineludible e impalpable entre la ciudad y sus ciudadanos.
Sin embargo, aunque como he dejado patente el vicio y el pecado son como el agua que beben se destila cierto humor santurrón, casi como una rebelión silenciosa que pretende purgar y expiar todos los males de los que se duele. ¿Y cómo se expían esos males? Lo habéis adivinado: matando y haciendo que sobreviva el más fuerte.
En este cómic he encontrado enseñanzas que ni siquiera imaginaríais. No es, como parece ser, la muerte por la muerte, sino todo lo que conlleva y lo podéis adivinar por la magnífica caracterización psicológica de los personajes, tan buena que os descubriréis conforme avancéis en la trama apiadándoos de ellos, quizá porque nos consideramos moralmente mejores que ellos y, en cierto modo, queremos traerles a la luz, aun cuando desde principio a fin la obra no es sino un retrato esperpéntico de nosotros mismos y en lo que podríamos acabar convirtiéndonos sin un mínimo de sensatez.
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