24 de abril de 2019

Campos de fresas, Jordi Sierra i Fabra

Esta portada me fascina.
Ese tablero de tres en raya me parece idóneo para el tema del que trata, idóneo y fantástico.
Este libro llegó a mí hace mucho, mucho tiempo, cuando aún era una tierna adolescente perdida —como todos estamos en esa época con más o menos acierto, supongo— que sobrevivía a base de libros. 
Aprovechando esta debilidad mía, madre intentaba inculcarme valores y actitudes a través de ellos, temas que, quizá, consideraba una especie de tabú y veía mejor exponérmelos así, segura de que los comprendería a través de la lectura, y uno de esos temas fue la drogadicción y los peligros que conlleva. 
En este libro de Jordi Sierra i Fabra, al que quizá conozcáis porque su labor se desempeña principalmente —aunque no exclusivamente— en la literatura juvenil y su maestría le hace destacar y ser de los más leídos en los centros escolares, se plasma de una manera directa y sin tapujos la espiral de destrucción que arrastra la drogadicción y muestra que la excusa del «solo una» no es válida bajo ninguno de los conceptos.
La culpabilidad, la vergüenza —por qué no decirlo, para con la sociedad por el fallo cometido y por el no haber sabido encauzar la situación antes— y la muerte se hacen presentes en cada una de las páginas del libro, en las que no faltan momentos lúcidos que arrastran hacia la introspección. 
No me parece justificable bajo ningún concepto la presencia saciadora de drogas legales o no en los medios de masa como algo divertido o que desinhibe o que produce efectos deseados como es el caso de la protagonista de este libro, que llega a la pastilla a través de los desórdenes alimenticios.
Creo que, sin dudar, sin temor a tabúes estúpidos o a cualquier excusa bajo la que podamos escudarnos, deberíamos afrontar limpia y directamente con los adolescentes temas como estos por más crudos que sean. En mi opinión es crucial para ganar tiempo y evitar males mayores, si bien y como todos sabemos los adolescentes aceptan y hacen lo que quieren por norma general.
Convendría saber que aunque se trate de un tema tan escabroso como las drogas, los desórdenes alimenticios y la muerte no es solo ficción literaria, que puede ocurrir, aunque sin caer en el alarmismo. Este libro es una bofetada de realidad, y quizá en esos años en los que necesitamos más guía que nunca debiera ser contemplada su lectura como una opción ineludible. 

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