Si la novela negra se combina con historias reales, historias con las que yo pueda documentarme para seguir "investigando" el asunto a mi manera —es que suelo quedarme con ganas de saber más, sobre todo si el libro me llena tantísimo como lo ha hecho este— ya puede considerarme ganada el autor, pero si encima está tan brutalmente bien escrita y plantea sin tapujos y sin miedo a las consecuencias cuáles son los problemas reales de algo tan crudo como las noticias de las terribles matanzas entre cárteles y entre nacrotraficantes en México es que me enamora.
No me malinterpretéis, no soy una sádica aunque a veces pueda parecerlo, sino que es que el libro que os traigo hoy plantea de forma directa y clara la problemática de uno de los países más violentos del mundo, al menos así suele considerarse, un país que, paradójicamente, no está metido en ninguna guerra oficialmente declarada pero que, sin embargo, sigue viendo cómo sangran sus calles por causa de las drogas y su tráfico.
Don Winslow ha utilizado un contexto literario en el que se produce un ataque más violento que de costumbre —y, desgraciadamente, hasta a masacres así nos estamos acostumbrando— y nos plantea la historia desde los informativos para crear una novela policíaca que, para mi gusto, es prácticamente redonda.
El autor nos muestra la fina línea que divide el lujo del desenfreno, cómo a costa de perjudicar cientos, miles de vidas, muchos se enriquecen hasta límites obscenos y acaban guerreando entre sí para controlar este o aquel territorio que pertenece a un rival, quizá más feroz que el anterior, y toda esta descripción nos viene dada por un miembro de la DEA que, aunque es un personaje al uso en este tipo de obras, nos va introduciendo lentamente y bien agarrados de su mano en un entramado que desde el desconocimiento imaginamos brutal pero que desde dentro es aún más terrible.
La verdad es que no me extraña que Winslow sea un autor polémico, tanto por obras como por declaraciones, pero lo cierto es que eso no hace sino añadir extras a un autor que, para mí, ya tiene muchos puntos ganados. Él escribe retazos de realidad incómoda, igual que incómodas son sus declaraciones, y no se oculta.
Por eso os digo que si sois especialmente receptivos a estas atrocidades, porque por mucho que las suelan maquillar no dejan de serlo, y acabáis dándole una oportunidad a esta fantástica novela intentéis buscar un momento en el que no os persiga ninguna tristeza, porque aunque os preparéis acabará revolviéndoos el estómago y os hará plantearos cualquier circunstancia que hayáis dado antes por sentada.
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