10 de octubre de 2020

Jaque a la reina blanca, José Miguel Carrillo de Albornoz


Debo confesar que soy una ferviente lectora de todas las novelas, ensayos y biografías que caen en mis manos relacionadas con aquellos que ostentaron en las monarquías un poder casi divino, sin ninguna traba a sus deseos o caprichos. 
No sé exactamente el motivo, quizá sea porque adoro la historia en todas sus formas y la historia, sin esas monarquías omnipotentes en la mayoría de los casos, no sería la que es. 
Por esa razón empecé a leer a José Miguel Carrillo de Albornoz, un hombre cuya trayectoria, imagino que por su pertenencia a la nobleza, está repleta de figuras históricas y sus vidas, y aunque muchos de sus libros me han encantado, este quizá es el que más me llegó, porque se dedica a una reina olvidada —algo demasiado frecuente en este país, y no sólo con reyes y reinas— que, sin embargo, en muchas ocasiones fue trascendental para la historia de España, madre de dos de sus reyes y consorte de aquél que hubo de cambiar a la todopoderosa, aunque ya en franca decadencia por la endogamia, por lo menos en España, Casa de Austria para implantar la Casa de Borbón
Claramente estoy hablando de María Luisa Gabriela de Saboya, reina consorte de Felipe V
Este libro que os traigo hoy es una magnífica biografía de esta mujer a la que tocó presenciar uno de los conflictos del siglo, la guerra de sucesión, y la que tuvo que sufrir las intrigas de una corte advenediza —no en vano los viejos luchaban por permanecer y los nuevos luchaban por deshacerse de elementos de un régimen anterior—, y, por si no fuera suficiente con la volubilidad del pueblo español —seamos sinceros—, tuvo que enfrentarse a los mandatos de Francia, que pretendían hacer de su marido un rey títere que sirviera a los intereses de la casa de Borbón y no del país que le había acogido como rey.
Ya sé que las biografías, aunque estén en parte noveladas, no suelen ser plato del gusto de todos, pero a mí me resultan una forma muy interesante, y, sobre todo, didáctica, de aprender más sobre este o aquél periodo concreto, porque al fin y al cabo las personas de las que se tratan son producto de su tiempo, y este tiempo es producto de las personas que lo habitan.

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