6 de octubre de 2020

El último encuentro, Sándor Márai


La verdad, cuando ya han trascurrido muchos años de ella, resulta casi una expiación. Y este es el eje de la novela que os traigo hoy, que ha sido una noche de insomnio como hacía tiempo que no pasaba, de esas que suelen traerme a la memoria pequeñas joyas guardadas en el olvido como esta.
Sándor Márai es un autor húngaro que descubrí casi por casualidad, a pesar de estar asentado como literato más que de sobra, no había tenido nunca el placer de encontrarme con su prosa, dinámica, pero fuerte y conmovedora, que, una vez pruebas, siempre quieres más.
La verdad, como decía, arrastra todo lo demás. La melancolía, la ética, la moralidad y el silencio, y son estos puntos de creación de la humanidad como ente abstracto. 
El problema es que todo se acepta con el tiempo, y una vez este ha transcurrido, no hay nada que hacer, porque todo lo que se tenía que llevar ya ha sido arrastrado, y las viejas glorias y esplendores alcanzados ya han sido olvidados. Y además de la verdad, lo que une a los protagonistas es una vieja amistad que se ha distanciado pero que, en un momento dado, se reencuentra para volver a sacar a flote todo aquello que se creía oculto en un baúl de la memoria.
Si me leéis con cierta asiduidad, o si, por casualidad, habéis topado con una de mis notas en las que dejo entrever retazos de mí, sabréis que una de las técnicas literarias que más me gustan —y de las que me temo que abuso— es la descripción
Adoro sentir que un libro me transporta a su terreno, que la descripción, si no fidedigna, es tan plástica que me permite acariciar en mi pensamiento la flor de la que se está hablando o lograr «ver» aquello que está sucediendo. Este es uno de esos casos. El delicioso uso de la descripción que hace Márai se hace querer hasta el punto de pedir más, de trasladarnos en la historia hasta momentos en los que el viejo Imperio Austro-Húngaro entra en declive tras alcanzar su cénit, vividos ambos por los dos amigos, opuestos e iguales al mismo tiempo, ya sea porque se complementan o porque los hechos importantes de su vida parecen ir de la mano de los dos, intercambiándose.
Es uno de los libros que más me ha impactado últimamente y que parece mejorar conforme va pasando el tiempo por mí, y no yo por el tiempo, y va cambiando, mientras que va fluyendo todo, la novela gira a la par, redescubierta por asuntos tan humanos como la amistad, el dolor y el olvido y auspiciada por las viejas glorias que se llenan de polvo en los anaqueles del rincón más oscuro.

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