23 de enero de 2021

Ariadna en Naxos, Javier Azpeitia


Ya no recuerdo cuándo apareció en este anaquel algo de mitología. Propiamente dicho no es mitología al uso, pero sí que es una reconstrucción muy entretenida de la misma. 
Javier Azpeitia tiene, para mi gusto, una trayectoria bastante interesante. Reconozco que no había leído nada de él hasta una asignatura que tuve en la carrera, pese a que es un autor español y relativamente conocido en el círculo de la literatura española —y no española—, pero como siempre digo, me queda mucho que aprender. 
Ariadna en Naxos, comienza de una forma un poco dura, por decirlo de alguna manera. 
Da inicio con el asedio a la ciudad de Cnosos y acaban con el sistema establecido en la isla. 
De un matriarcado próspero y pacífico pasan, impuesto por los guerreros griegos, a un patriarcado militarizado, imponiendo credos y dioses a una sociedad que rendía culto a la Diosa Madre y que vivía acorde a sus creencias. 
Obviamente, después de tantos siglos de convivencia y de bondades, frutos de la Diosa, no podía acabar de forma tan simple. En la ciudad se crea una especie de disidencia, de cara a la galería aceptan lo impuesto, como vencidos, aunque no de forma legal, como legal no puede ser nunca una guerra; mientras tanto, en la clandestinidad y en la oscuridad del hogar, el antiguo culto permanece tan vivo como siempre. 
Y tras esta desolación, un joven que se finge adivino, asume para sí la no menos valiosa misión de encontrar al heredero secreto de Europa —¿hijo de Zeus, quizá?—, con su propia ayuda, la de Pasífae y Ariadna, sacerdotisas de la Diosa, que salvará a Cnosos de la destrucción y le devolverá a su antiguo culto y realidad. 
Este trasfondo tan dinámico que mezcla novela con realidad —por desgracia fue realidad—, Azpeitia nos muestra los más hermosos pasajes de la mitología griega, tales como el rapto de Europa, el laberinto y el minotauro, Teseo o Ícaro, y los utiliza como hilo conductor para enlazar la historia con el mito, la ficción con lo absolutamente real. 
Y no es sólo lo fantástico de la prosa con la que une todos estos puntos en uno, sino las divagaciones filosóficas y el replanteamiento social que acabas asumiendo cuando lo terminas. 
La verdad es que esta pequeña joya que os traigo hoy fue uno de los descubrimientos de la carrera. 

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