15 de enero de 2021

Obabakoak, Bernardo Atxaga

Mi euskofilia y yo. La verdad es que es una pasión que poca gente entiende, pero a mí me satisface bastante. Ella me ha llevado a aprender euskera por puro placer, aunque aún me queda mucho por hacer, y a descubrir libros que nunca hubiera encontrado de otro modo. Y este es uno de ellos. Me encontré con Bernardo Atxaga casi por casualidad, en un tema de literatura, en una asignatura en la que me matriculé, y aunque no era lectura obligatoria, decidí sumergirme en sus páginas, para ver qué me deparaba, y la verdad es que me pareció fantástico. Dentro, estaremos en Obaba, una pequeña población vasca ficticia, donde no hay límites entre lo que es real y la imaginación o la fantasía, y dentro de Obaba, conoceremos a sus habitantes, que con sus actos, con sus pensamientos, nos irán descubriendo un mundo en el que yo, por lo menos, me replanteé muchas cosas, empezando por la repercusión de mi propia conducta. La obra me recuerda a una especie de caja china, en la que diferentes cajitas se entrelazan y se convierten en una sola. Algo así pasa con la historia que nos narra Atxaga. Actos aparentemente no ligados se van entretejiendo hasta que les encontramos coherencia como un todo. 
¿Recordáis aquellos cuentos que aunque no tuvieran relación al final se acababan centrando en las moralejas? Pues un tanto así ocurre con Obabakoak, como si las historias que aparecen intentasen instruirnos contemplando los actos de otros. Algo que, al menos yo, entreveo es un poco la reivindicación de la imaginación y de todo aquello que olvidamos en pos de la modernidad y la tecnología. 
Obviamente no voy a erigirme en "antiavances", está claro que me sirvo de ellos para contaros lo que pienso de los libros que leo y para llegar a vosotros, pero, por ejemplo, destacaría el uso de las cartas entre el profesor de geografía y su chica; a través de ellas la conoce, puede olerla, sentirla, imaginar qué es lo que pensaba en ese momento para llegar a la palabra precisa. 
Es algo que me parece muy hermoso, por eso atesoro todas las cartas y las postales que me han mandado, incluso aquellas que me mandaron personas con las que hoy en día ya no tengo relación; algunas, las más importantes para mí, sigo releyéndolas de cuando en cuando, como si fuera una forma de acercarme a ellos o a otro tiempo.

No hay comentarios: