11 de enero de 2021

El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

Quizá pocos sepáis —o muchos de vosotros, no lo sé— que en este librito de Joseph Conrad que aparenta ser un insulso —en apariencia, siempre en apariencia, y no os olvidéis de que estas suelen engañar con relativa frecuencia— monólogo que reflexiona acerca de la vida, la muerte y todo lo demás se inspiró la archiconocida película de Coppola «Apocalypse Now», interpretada por un fabuloso Marlon Brando que, aunque reflejada en una situación histórica bastante posterior, muestra con exactitud los horrores de cualquier momento así. 
No sé si es mi predilección por Coppola —que es posible, no lo niego—, pero las adaptaciones cinematográficas que hace de libros no me suelen parecer atentados literarios. 
Es la historia de un viaje a través del río Congo, en una época en la que todavía estaba oprimido por los belgas, y las vicisitudes acaecidas a lo largo de él, como si se tratara de un cruel descenso a los infiernos, purga y expiación de cualquier pecado. Lo que se esconde es una crítica velada al devastador imperialismo de principios de siglo y el intento de saber qué es realmente la locura. Me impactó desde el momento en que le vi. Además de por su leve grosor, porque desconocía que la película estuviese basada en una novela corta, por la parsimonia y la densidad con la que las palabras fluyen a lo largo de ella. 
Es dura y melodramática, y, en mi opinión, es el reflejo afortunado de una época en la que la oscuridad estaba presente por doquier y afloraba por cualquier parte. Es época de guerras, rupturas, uniones locas, golpes y sangre, y creo que por eso gusta, porque explota el lado más dramático de la humanidad, de lo que no debería volver a ser y de lo que lamentablemente aún hoy es. Es búsqueda y horror, y la aparición de las brutalidades propias de una época en la que era el pan de cada día, y extrapolable a situaciones denigrantes sucedidas no hace tanto. 
Al igual que con «La Carretera» —que os traeré pronto, espero—, debo decir que no se lea en esos momentos en los que la elocuencia y la alegría brillen por su ausencia. De lo contrario, la espiral de dolor que contiene el libro se hará presente y arrastrará todo a su paso. 
Sólo es un consejo.

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