17 de octubre de 2021

Insomnia, Stephen King


Incauta o ingenua de mí, la primera vez que vi la portada de este libro lo relacioné con el insomnio como trastorno del sueño, algo que me atormenta a rachas discontinuas, algo que padezco demasiado a menudo para mi gusto, aunque, obviamente, no llego a alcanzar a los niveles del protagonista del libro que hoy nos ocupa. 
Inconsciente de mí, lo convertí en mi mente en una especie de ensayo, terrorífico, desde luego, porque ya había leído a Stephen King anteriormente —y os lo he traído a este anaquel virtual que poco a poco estamos llenando—; creo que el primero fue Carrie, el primero que leí y el próximo que traeré, pero la verdad es que ni mucho menos pensé que lo enfocaría así, y debo decir que me gustó. Muchísimo, además.
Stephen King —si me preguntáis, maestro del terror—, hace un maravilloso y cruento retrato de lo que puede llegar a ser semejante carga psicológica, pero lo convierte en algo bastante desconcertante como acostumbra. 
Nuestro anciano protagonista, Ralph Roberts, queda viudo, y, a raíz de este suceso, padece un insomnio progresivo que le lleva a adquirir o a desarrollar una sensibilidad paranormal que le permite ver más allá de las personas y de la vida. 
Aquí entremezcla la mitología griega con su relato, en el momento en que recurre a las Moiras, las que medían el hilo de la vida y lo cortaban para enviar al alma del difunto al Hades, para explicar una situación similar aunque en su presente, una especie de agentes de la Muerte que se llevan al humano en que habitan y que precisamente toman el nombre de ellas para identificarse ante Ralph, y mientras tanto, la gente que conforma su entorno, cada vez se va convirtiendo en más agresiva como una respuesta, quizá instintiva, hacia el nuevo don —o carga— de Ralph. 
Poco a poco, con esta novela, King va sentando precedentes de lo que luego será su bibliografía.
Encontramos a personajes que veremos después y conceptos que más tarde, a lo largo del tiempo, se irán asentando y, por qué no, tomando vida propia hasta seguir un camino totalmente diferente. 
La verdad es que ese pequeño detalle es algo que me gusta en los escritores, y hasta en los cantantes —Ismael Serrano lo hace mucho—, porque es como si te dejasen ver parte de su alma, de su mente, de lo que les asusta o de lo que planean. 
Igual son sólo imaginaciones mías por la falta de sueño. 

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