27 de junio de 2018

Algún día este dolor te será útil, Peter Cameron


Antes de haceros mi particular pseudocrítica de este libro tan maravilloso debo declararme fan absoluta de la editorial Libros del Asteroide —no, no me pagan, ni siquiera en especies y ya os digo que moriría de felicidad si así fuese—, de su nombre y, sobre todo, de sus portadas.
Qué preciosas son, por todos los libros del universo.
Y una vez dicho esto, ¿no conocéis algún libro que hayáis leído en un tiempo concreto y se os ha quedado cara de idiotas porque lo habríais necesitado mucho antes?
Pues algo así me pasó a mí con este libro de Peter Cameron cuando lo leí, con la de veces que lo habría necesitado de adolescente mientras estaba en mi primer instituto, y resulta que llega a mí en un momento en el que más o menos los asaltos de tristeza no son tantos. 
Sin embargo, ha sido una pequeña señal que llegue justo ahora que estoy tan sensible, porque he podido extrapolar algunos de sus contenidos a mi situación actual y me han ayudado a afrontar de otra forma los acontecimientos, recordando las palabras de un amigo que me recomendó ver las cosas de otra manera en un momento en el que no podía más.
James Sveck es el narrador y protagonista de esta novela que me ha llegado tan dentro. 
Es un adolescente un poco fuera de lo común en tanto que es bastante maduro para su edad. Acaba de terminar el instituto y está admitido en una universidad bastante prestigiosa, pero la verdad es que él no se plantea su futuro de esa forma, él preferiría una casa en el campo, leyendo en soledad.
No entiende a la gente de su edad y ellos tampoco le entienden a él, y esta difícil convivencia hace que marque su carácter hasta el punto de preferir una soledad autoimpuesta antes que una soledad infligida.
Y desde este punto de madurez casi inusual nos retrata su realidad, la suya de verdad, no la que se supone que tiene que tener con bastantes dosis de acidez y mordacidad y critica con ellas las determinaciones que toma su familia, como la de mandarle a un psiquiatra para conseguir sacarle de un aislamiento que no es malo per se pero que no entienden.
Como decía antes, el libro me habría venido muy bien hace unos cuantos años porque me habría enseñado a ver las cosas con otra perspectiva, desde luego no con la que tenía tan dañina para conmigo, pero es bonito saber que no se está solo aunque lo parezca, y más cuando estás rodeado de gente que no te llena y cuyo único afán es destruirte, por diversión o por cualquier otra razón que, desde luego, carece de fundamento. Pero aun así es una prosa muy bonita, con mucho talento, así que para mí se convierte en un libro necesario en esa época tan terrible que es la adolescencia, para enseñar y aprender a un mismo tiempo que no todo es como creemos, sino que, más bien al contrario, también puede que haya algo mejor más allá de nuestro mundo reducido, quizá hasta esperándonos. 

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