Hacía tiempo que me apetecía retomar la ciencia ficción en tanto que es un género que me fascina y que suelo consumir a menudo, y qué mejor manera de hacerlo que de la mano de Stanisław Lem, máximo exponente de una generación en la que lo satírico y lo filosófico daban luz a novelas tan maravillosas como es esta que os traigo hoy.
Me parece genial el punto de vista desde el que se refleja este texto, porque se enfoca directamente desde el protagonista. Esto consigue que tenga la cualidad de omnisciente, algo que en lo personal me encanta en la literatura porque me hace sentir como una especie de titiritera que mueve a la vez los personajes.
Ya sea porque soy una maniática a la que le gusta tener todo bien agarrado y estructurado, ya porque otorga unos puntos de vista que un narrador no omnisciente no podría tener de ninguna de las formas, lo cierto es que desde las primeras páginas del primer capítulo me enamoré de esta novela. Me parece destacable para bien el detalle y el detenimiento de las descripciones, siendo para mí uno de los puntos fuertes de la novela.
El planteamiento, pensaréis, poco tiene de ajeno en las novelas de ciencia ficción de la época.
Lem nos lleva a una realidad en la que la humanidad intenta establecer contacto con un ente alienígena, personificado, si se puede decir así, en forma de océano. Este océano es, aparte de una forma de vida en sí, receptáculo de de muchas otras sustancias y que se presupone inteligente y vivo en un principio. Cuando la forma de contacto comienza a ser agresiva comienzan a sucederse circunstancias imprevistas: el océano es más inteligente que la tripulación que lo estudia y lo utiliza en su contra, extrayendo información de ellos. De esta manera Lem nos permite un viaje a la mente humana y sus características, al conocimiento en sí mismo y a las relaciones afectivas que podemos crear en cualquiera de los niveles.
Me reitero en que, además de lo previsor o visionario que pudo resultar Lem a la hora de reflejar estos contactos, anteriores a los que se intentaron con la sonda Voyager y la propia exploración extraterrestre, el punto fuerte de la novela es la descripción minuciosa y detallada de los seres y del mismo espacio que los rodea y que se pretende contactar. Milimétricas y destallistas, son estas descripciones las que hacen Solaris perfecta para adaptarla en cualquier medio, algo que se hizo en dos ocasiones con diferentes resultados. Me resulta maravilloso el modo en que acerca la psicología de los personajes y del propio ente a la realidad, acariciando con ello el abrazo de estas dos realidades, literaria y fantástica.
Creo que tanto si sois fanáticos de la ciencia ficción como si no os gustará, y si es el último caso, os introducirá en una espiral deliciosa de fantasía y posibilidades que cada vez parecen estar más y más cerca.
2 comentarios:
Lo he leído a trozos, pero nunca entero, y me parece una aberración. Tengo que ponerme con él más pronto que tarde. Jum.
¿Por qué una aberración? A mí, por ejemplo, el tema del lenguaje me parece muy muy bien tratado.
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