17 de mayo de 2019

El último ritual, Yrsa Sigurðardóttir


¿Recordáis que os comenté cuando os traje hace un tiempo «Diabulus in musica» que llevaba muchísimo tiempo queriéndolo traer para vosotros y que siempre pasaba cualquier cosa que me hacía posponerlo o cambiarlo por otro?
Pues algo así me ha ocurrido con este libro de Yrsa Sigurðardóttir, aunque en este caso no ha sido porque me haya sentado delante de la hoja en blanco durante interminables horas y no haya podido escribir ni una sola palabra, sino más bien porque lo tenía pensado para el mes de marzo y lo que al principio fue una forma de hacer listas para saber si este o aquel libro se adaptaba mejor a lo que proponía se acabó convirtiendo en una especie de descarte que aún hoy dos meses después sigo aprovechando. 
Y este no es que no pasara la criba, sino que me parecía que debía dejarlo para más adelante, y ese momento ha llegado. 
Un joven, Harald, aparece muerto en la Universidad de Reikiavik, en la Facultad de Historia en la que estudia, y lo que podría pasar por un anodino asesinato más —aunque, entendedme, un asesinato no debería ser nunca un hecho anodino o rutinario—  se convierte en una especie de hito porque al cadáver le han arrancado los ojos y le han marcado el cuerpo con unos signos que todavía no se han logrado identificar.
Días después es su madre, Amelia, quien recibe una carta escrita con la sangre de su propio hijo y que contiene unas palabras que terminan de desconcertarla. Este será el pistoletazo de salida de la trama del libro, la investigación de este crimen que hundirá sus raíces en los aciagos momentos de las quemas y cazas de brujas en el medievo
La causa no será otra que el descontento con la investigación, y contratarán a una abogada islandesa que echará por tierra la intención policial de culpar a un delincuente adolescente de poca monta para descubrir el verdadero secreto que hay detrás de la muerte de Harald.
Debo reconocer que las tramas así me pueden, aunque se sepa a partir de la página cincuenta, pongamos de ejemplo, cómo van a acabar y que realmente no van a suponer un antes y un después en la historia de la novela policíaca, pero es una especie de descarga emocional que liga la historia y las ideas que, personalmente, me fascina. 
Como os digo, creo que este es un libro de esos que se usan para desconectar, para apartarte de todo el estrés y el agobio y permitirte un ratito de paz, y ahí radica parte de su encanto, así que con entera conciencia os lo recomiendo para que seáis capaces de disfrutar de él y de su intertextualidad, y, por qué no, del misterio que encierra tanto como lo he hecho yo. 

No hay comentarios: