22 de agosto de 2018

Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán

En mi humilde opinión de lectora empedernida considero que si hay un personaje de la literatura española, una autora magnífica olvidada en cierto modo, esa es Emilia Pardo Bazán.
Es la gran dama de la literatura, un perfecto ejemplo de las corrientes del realismo y el naturalismo, y la mayoría de las veces se ve opacada por otros autores que, si bien brillantes a su manera, no tienen esa picardía, ese buen hacer que tuvo ella. 
¿Recordáis la dicotomía que existía en Doña Bárbara entre Santos Luzardo, representante de la "civilización" y doña Bárbara, que representaba lo salvaje de la selva? 
Pues Doña Emilia hace uso de un recurso parecido, personificar en dos personajes lo rural y lo urbano y ponerlos en choque para reflejar las diferencias que existían en la zona burguesa, cuya lengua es el castellano, acomodada y ciertamente rica, y la zona de los pazos, en el campo, empobrecida y desfavorecida, y hasta cierto punto olvidada, que habla gallego y que lo que conoce son las labores del campo y las inclemencias. 
Si añadimos al señorito que controla todo, su esposa que viene de la ciudad y que no se adapta —razonablemente— al entorno de los pazos, a la criada que tiene un hijo con el señor y que se ve desplazada y conspira para retomar su posición y el sacerdote que consiente y que lucha contra su voluntad y la de dios ya tenemos un cóctel perfecto que hace texto con la sordidez de lo que critica.
La novela es una novela de diferencias y similitudes. 
Doña Emilia usa la contraposición de dos términos, sea rico y pobre, mujer y hombre, gallego y castellano o campo y ciudad para construir sobre esos cimientos la historia que nos presenta. Es rica en descripciones y eso nos facilita el traslado de un lugar a otro y a mí el hecho de las descripciones puntillosas y extensas es algo que particularmente me encanta, puesto que me hace sentir que realmente estoy donde la novela me propone que esté. 
Además, y desde el punto filológico, Doña Emilia hace algo muy interesante en relación al decoro. Según Lope de Vega el decoro consiste en, grosso modo, que cada personaje debe adecuarse a su contexto en cualquier vertiente, sea lingüística, social o en lo que se refiere a los modales. Así, un campesino sin instrucción —hablamos del Siglo de Oro y de épocas previas a la alfabetización general— no puede ni debe hablar como hablaría, por ejemplo, un noble. Su comportamiento también se presupone distinto, así como sus modales. 
De igual manera, Doña Emilia recurre al lenguaje para diferenciar el origen social de cada personaje. Los burgueses, como mencionaba, hablan en castellano, y los campesinos en gallego, y sabedora de que no todo el mundo conoce el gallego y eliminarlo sería contraproducente para la novela y su realismo porque se perdería la esencia lo que hace es crear una especie de lingua franca inteligible por todas las partes, y así consigue que la ambientación sea verosímil. 
Dadle una oportunidad y descubriréis la maravilla que ocultan sus páginas, por lo fino que hila Doña Emilia, por la crítica social que desprende y porque es gloriosa en cada una de sus vertientes.

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