28 de mayo de 2020

El amante lesbiano, José Luis Sampedro


La verdad es que no recuerdo cómo llegó a mí este libro de José Luis Sampedro, un autor al que había tenido el placer anteriormente de leer y de estudiar, pero puedo decir que me encandiló desde el primer momento.
No es una novela al uso, incluso diría que se aleja mucho del "uso", pero no por ello deja de ser absolutamente fantástica en un mundo en el que, por suerte, la tolerancia hacia lo diferente empieza a crecer y las opciones son sólo eso, opciones, y no enfermedades.
Mario, el protagonista, a través de unas sesiones de terapia que ayudan al paciente a vivir conforme él mismo es con el respeto como único límite, descubre que, en realidad, es una lesbiana, y se enamora de Farida, la psiquiatra que le guía a través de esta peculiar terapia, de origen árabe pero totalmente occidentalizada. Con esta premisa, y sabiendo ella siempre lo que había detrás de él, le otorga un nuevo nombre, Miriam, para su nueva faceta femenina, y se convierte en una especie de Ama que va desenvolviendo y destapando los más profundos deseos de su mente, relacionados con el fetichismo y la sumisión como fin absoluto para convertirse en la mujer que desea ser, una fantasía erótica que irán descubriendo poco a poco con sus relaciones y en la exploración de su pasado, marcado por una madre autoritaria que dominaba incluso en su matrimonio en una época en la que la mujer era poco menos que la colilla del cenicero.
La verdad es que afronta la sexualidad y las fantasías desde un punto de vista diferente y abierto. 
La gente tiende a ocultarse, a reprimirse a ellos mismos en la peor censura que creo que puede haber, y el libro, aparte de explicar la reveladora terapia de Mario hacia ser lo que realmente quiere ser, real o no, con los límites únicamente fijados en el respeto —que creo que es donde deberían estar—, es una suerte de terapia para el lector.
Desde luego que para algunos puede resultar chocante, que lo es, y lo dejarán a un lado, lo leerán a hurtadillas y luego se culparán por haberlo hecho, pero, para otros, se erigirá en la ayuda necesaria para tomar la determinación que quieran tomar, para terminar de comprender que una mente abierta no tiene por qué ser necesariamente mala y que se pueden disfrutar de muchas formas, sin tener que adecuarse a los paradigmas establecidos por una sociedad represora en muchos casos.
Es un canto, en fin, a la pasión en su estado puro, incorrupto.

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