13 de agosto de 2018

Yerma, Federico García Lorca


"Yo misma he matado a mi hijo".
Creo que esta frase final, junto con el nombre, determina el desarrollo de la obra. Son como dos astros alineados que confluyen para manejar con hilos invisibles el destino de todos los personajes.
Es la segunda parte de la trilogía lorquiana, y aunque todavía no os haya traído la primera que es "La casa de Bernarda Alba" y que prometo que traeré con el tiempo, y se nos narra en esta obra de teatro llena de angustia y anhelos que traspasan las letras y el papel la historia de Yerma, una mujer rural que quiere ser madre a toda costa para sentirse completa, para sentirse una mujer de verdad según su criterio, el de la época y el de sus vecinos. Sin embargo, lo que impide la satisfacción de este deseo vital es su marido, que es estéril, y no es una condición que lleve como una carga, antes bien lo prefiere, puesto que no quiere tener descendencia. 
El ansia de Yerma es trasladado a su marido en la represión que este ejerce sobre ella y lo hace hasta el punto de llevar a sus hermanas a su casa para que controlen a su mujer. 
Yerma es un pájaro libre que desea y necesita volar alto, pero aun así es coherente para con su tiempo. Sabe que mientras siga casada con él no podrá tener hijos ni ser ella misma, y la solución a sus problemas es la viudez. De esta forma se hace patente su dolor y todo el peso que lleva sobre los hombros, en un halo de opresión y podríamos decir locura que se va desarrollando hasta que culmina en el asesinato de su marido. 
El amor —platónico o no, a mi parecer no, pero estoy abierta a sugerencias y al debate— que siente por Víctor la hace ver su tragedia en claro y el desenlace necesario, y todas estas circunstancias la llevan a tomar la decisión fatal 
Sinceramente adoro a Lorca y todo lo que escribió antes de que segaran su vida.
El lenguaje roza la suavidad de la poesía aun sin serlo y te marca. Claro está que a Lorca se le lee mejor conociendo el compendio de su simbología, pero aunque se sea un profano en la materia del autor que nos ocupa las variaciones psicológicas de cada uno de los personajes los marca y marca al lector, y los distingue haciendo que, sin salida, acabes amando sus letras tanto como a la literatura o incluso más. 
Las expresiones que utiliza son como caricias en esta obra en la que, a pesar de todo y como fiel reflejo de la vida, el dolor es la máquina que mueve el mundo. 

2 comentarios:

Bettie dijo...

Me ha encantado tu reseña. Y me encanta Lorca, y las tragedias rurales. Y Yerma es genial. Imprescindible.

Manjo ExLibris dijo...

Lorca en sí es imprescindible, necesario para vivir. Gracias, hermosa.