23 de diciembre de 2018

Capricornio Uno, Ron Goulart


Me chifla de una forma que no podéis ni imaginar la ciencia ficción setentera —salvo que me conozcáis en persona u os lo haya dicho antes expresamente, cosa que no dudo dado que mi memoria es bastante pésima hasta el punto de que hay una persona que me llama cariñosamente Dory, como la de Buscando a Nemo, con eso os lo digo todo. 
Me parece la mejor del universo, quizá sea por sus efectos especiales cutres —pero adelantadísimos para la época— o por la pretensión de adivinar un futuro que les resultaba lejano y que preveían mucho mejor y avanzado que su época, lleno de telas que parecían de papel de aluminio y lucecitas que no presagiaban nada bueno la mayor parte de las veces. Y si como en este caso también está escrita desde el punto de vista de la conspiración ya puedo dar saltitos de felicidad cual niña pequeña. 
A finales de los años setenta y con la euforia de haber llegado a la Luna —supuestamente según algunos— la NASA se prepara para mandar a Marte el primer grupo de tres tripulantes para explorarlo también, pero una vez está preparado el vuelo, a punto de salir como quien dice, los técnicos de la NASA descubren que hay un tremendo problema en la nave y que es imposible salir. Sin embargo, como se ha generado tantísima expectación y eso provocaría la automática pérdida de fondos para continuar el proyecto se decide que es mejor generar una especie de película —¿os suena?—, en un escenario, con los propios astronautas que asisten perplejos a lo que se les propone una vez se les ha conducido en secreto y por la fuerza a unas instalaciones cinematográficas.
Allí deberán permanecer hasta que la supuesta nave llegue a Marte para escenificar la toma de contacto y conseguir un éxito más en la historia de la agencia, pero no todo saldrá tan bien, puesto que un técnico descubre que las transmisiones no son correctas y la nave se destroza al reentrar en la atmósfera, con lo que cambian las tornas y comienza la trama de la novela. 
Como dato curioso del libro que os traigo hoy debo decir que esta vez fue la gallina antes que el huevo.
Es decir, la obra es el resultado de una novelización de la película homónima y que a falta de una adaptación contó con dos, una para Reino Unido y escrita por el mismísimo Ken Follett y otra, la que os traigo hoy porque es la que más me gusta de las dos, la que escribió Ron Goulart para el público estadounidense, en última instancia destinatario también de la película. 

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