29 de mayo de 2019

Casi la luna, Alice Sebold


¿Dónde queda el límite entre lo mórbido y la piedad más pura?
¿Dónde está el límite entre la cordura y el ansia? ¿entre lo justo y lo necesario?
Supongo que estas son las preguntas que se hace una, o que, por lo menos, yo me hice cuando pasé la última página de este libro de Alice Sebold que os traigo hoy.
Helen es una mujer divorciada con intereses artísticos que un día, sin una razón realmente comprensible —aunque ninguna lo es, está claro— mata a su madre, que padece de agorafobia y de demencia senil. 
Lo que en principio puede parecer un crimen por piedad, si tenemos en cuenta las dolencias de la anciana —y me reitero, no es óbice para el suceso—, pronto toma tintes extraños cuando, poco a poco y a raíz del asesinato, el pasado de esta mujer con su madre en particular y su familia en general va quedando al descubierto, demostrando que no todo era tan bonito como parecía desde la posición del espectador, sino que el crimen ha podido ser perpetrado como una especie de catarsis necesaria para librarse de todo el lastre y como culminación de una vida de sufrimiento y dolor.
Helen, consciente en última instancia de lo que ha hecho y del porqué, no quiere ser condenada como una enajenada que en un arrebato de locura ha decidido destrozarse la vida haciendo lo propio con una vida ajena, sino que le pide ayuda a su ex marido para que la ayude en ese trance y así comienza a ponerse de manifiesto la extraña relación con su familia a lo largo del tiempo y las decisiones y los hechos que han culminado en ese asesinato.
Yo, personalmente, no sé si lo haría.
Hay una serie que vi que en uno de sus capítulos dice que cualquier persona es capaz de cualquier cosa, que nos sorprenderíamos si alcanzáramos a ver qué es lo que piensa nuestro interlocutor, pero, aunque a ratos estoy bastante segura de ello, el resto del tiempo pienso que no todo el mundo puede ser tan mezquino y tan cruel, casi como si fuera una especie de autoconvencimiento para seguir teniendo esperanza. 
Tal vez esté equivocada al mantener esta actitud, pero me resulta raro imaginar a quien estimo como unos asesinos cualquiera. 

No hay comentarios: