18 de febrero de 2020

Fundación, Isaac Asimov


Creo que nunca me cansaré de ver esta portada, quizá porque pienso que ilustra de una forma metafórica maravillosa el concepto de la Saga. 
Y creo que precisamente la ilustración de la portada de este libro fue lo primero que me llamó la atención de él, ya sabéis que para esos temas soy un poco especialita. 
Es la primera vez que os traigo algo de Isaac Asimov, y la verdad es que no sé muy bien por qué no lo he hecho antes, ya que escribía enmarcado en un género que siempre me ha fascinado, la ciencia ficción, y la verdad es que pocas veces he encontrado algún autor que sea capaz de domar la palabra de esta forma. 
Obviamente, siguiendo mi peculiar estilo de aparición, no es el primero de la saga en la que se cataloga el libro, la Saga de la Fundación, aunque realmente sí es el primero en cuanto a historia y a cronología se refieren, porque si bien hay dos libros antes que este que os traigo hoy, ambos son precuelas y están escritos muchos años después de este con el que realmente da comienzo la historia.
Esta obra está compuesta de cinco relatos, en los que Asimov nos cuenta cómo nació La Fundación, en un futuro muy lejano en relación a nuestro presente. 
En este futuro se han establecido colonias por toda la galaxia y están gobernadas, cómo no, por el Imperio Galáctico, que azuzado por corruptelas varias empieza a derrumbarse y a poner en peligro tanto el sistema político como la propia continuidad de la sociedad que auspicia, y es en este contexto que roza lo apocalíptico en tanto se va destruyendo algo establecido para dar paso a otro sistema, o al mismo, pero alejado de los principios sobre los que se basó el primer intento, que aparece la psicohistoria, una nueva ciencia que predice mediante complejos cálculos estadísticos, precisamente, este final, venido de la falta de evolución del Imperio, anclado aún en los viejos usos.
A mí estos libros me dan un poco de nostalgia, igual que ver películas setenteras que supuestamente preconizan el futuro, aunque la verdad es que me encantan y no me cansaría nunca de ellos. 
Me parecen tan ingenuos, tan llenos de esperanza que me da pena, porque a pesar de que realmente traten temas que no son precisamente agradables, es increíble la imaginación que le echaban para dibujar un futuro que se pintaba lleno de avances maravillosos que facilitarían increíblemente la vida humana y les permitiría explorar sin fin nuevos mundos, nuevas teorías, que les permitirían avanzar. Sin embargo, a la vez me convencen de que pase lo que pase, el ser humano nunca dejará de serlo y cometerá siempre los mismos errores, aunque los nombremos de otras formas.

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