24 de julio de 2020

Las uvas de la ira, John Steinbeck


Mientras pensaba en qué libro debía elegir para cerrar prácticamente el mes de julio que tantísimos cambios nos está trayendo inmediatamente pensé en esta novela; cuando la tuve en mis manos otra vez y la releí, supe que había elegido bien. 
Porque más que una novela, es una crónica casi periodística, por la forma en la que está escrita, y muestra cómo una sequía en Oklahoma puede llevar a una familia, en este caso, la familia Joad a abandonar su granja en Dust Bowl —el nombre del lugar lo dice todo, ¿no creéis?— para llegar a California, una suerte de tierra prometida, para trabajar en lo que parece ser el paraíso de los jornaleros por la necesidad de mano de obra, y resulta curioso el relato que hace Steinbeck de esta familia, que se vuelca junto con la comunidad para luchar por la dignidad arrebatada desde el momento en que dejan atrás sus tierras, aquella que todo el mundo tiene, incluso en un mundo de penurias como aquél que quedó tras la crisis del 29.
De la mano de los Joad, vemos que la tierra prometida no es tal, sino que el resquemor, el rechazo y el despotismo de los terratenientes hacen que la insalubridad y el agotamiento campen a sus anchas, sin dejar títere con cabeza; decidido a cambiar las cosas, es el hijo de los Joad el que revindica sus derechos en pos de los de todos los demás trabajadores.
Esta obra bien podría ser, como dije antes, una crónica de las miserias que sufrió Estados Unidos en una época tan mala como la que sucedió a los «felices años veinte», que, aderezada con una sequía y acabada la novela con una inundación, casi recuerda a un éxodo divino.
Esta no es la portada que tengo, mi edición es de Cátedra - Letras universales, pero esta me parece que transmite más y mejor uno de los mensajes de la novela, quizá, el más importante de ellos. 
Al fin y al cabo, Steinbeck no dice sino la verdad cuando afirma que «al final de la escalera, la sucesión de patadas económicas acabaron afectando a los de siempre, a quienes ya antes tenían muy poco, o casi nada».
En los tiempos que corren, y a pesar de que ya se auguran cambios a mejor, es una novela muy recomendable, ya no sólo por la situación económica y lo que ello acarrea, sino desde el punto de vista del que tiene que migrar. 
Es un buen ejercicio ponerse en la piel de aquél que tiene que dejarlo absolutamente todo para buscar algo mejor, para mantener la esperanza de una forma u otra. A veces juzgamos demasiado rápido las diferencias sin pararnos a pensar qué llevó a esa persona a irse de su casa para volar, en el mejor de los casos, a un país extranjero, dejándonos llevar por los prejuicios que la diferencia conlleva.

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