Creo que la sinceridad es inexcusable y he de confesar que la verdad es que este llegó a mis manos porque me gustó el título.
Me parece que encierra mucho más de lo que aparenta, no sólo porque podemos, en un momento dado, dudar de si es ella, referido a una mujer en concreto o Ella, un nombre propio, como averiguamos después, sino que ese tuvo indica más de lo que calla, nos habla de lo que ha tenido y ha perdido después, algo que quizá nunca más tenga, algo que fue sólo de ella y de nadie más y que ahora ha perdido.
Quizá le doy demasiadas vueltas al asunto, pero os lo dice alguien que no puede escuchar «Oxímoron» de Ismael Serrano sin acabar con un terrible dolor de cabeza por buscar todas las relaciones.
Ángela Becerra, una escritora colombiana de reciente "adquisición" por mi parte, por encontrarla hace no mucho tiempo, nos trae la historia de Ella, una escritora que tiene un accidente en un momento dado, y, una vez despierta, pide ayuda desesperada.
En el coche también viajaba su hija y su marido y no hay rastro de ellos; de hecho, en el hospital, le dicen que deje de preocuparse puesto que ellos no iban en el coche.
Sin embargo, no ceja en su empeño, ella está convencida de que la acompañaban, y se dedica a investigar durante un año qué pasó con ellos, sacando fuerzas de flaqueza para conseguir encontrarles y volver, aunque sea de forma diferente, a su antigua vida.
Como preludia el título, es un libro de ambigüedades, que trae y lleva, que duele y cura.
Y, si os digo la verdad, casi más que una novela, Ángela Becerra podría haber hecho un drama poético al viejo estilo, porque se advierten giros y formas más propios de la poesía que de la novela. En ocasiones hasta la propia historia pide los versos, pero es algo que se perdona cuando para conseguir sobrevivir la única forma que encuentra es la de hacer sobrevivir a los demás, un acto que, aunque en apariencia altruista, es mucho más egoísta de lo que se puede pensar, porque los exprime, hace suyo su dolor y lo transforma a una motivación.
El planteamiento de venderse a cambio de vida, por decirlo de alguna forma, me pareció muy curioso en el momento en que lo leí, principalmente porque sigue siendo algo tabú en nuestro mundo y porque nadie piensa que se pueda obtener algo tan terapéutico como la calma, sobre todo si es por gusto que se hace. Obviamente lo de ser obligada es algo tan diferente y tan dañino que debería ser erradicado.
Lo que veo es el poder de escuchar, algo tan simple pero tan olvidado, y a la vez el misterio, lo que nos ayuda a abrirnos sin necesidad de sentirnos vulnerables por no conocer a quien escucha, pero para Ella no es tan fácil, puesto que acaba siendo una especie de bipartición en su vida y lo que, en principio podría ayudarla, ahora podría destruirla.
Quizá esta novela sea, en última instancia, una advertencia en sí misma, y yo, desde aquí, os invito a leerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario