Aunque reconozco que en ocasiones me he agobiado por aquello de tener que publicar cada día, de tener que pensar en qué libro era el idóneo para añadirlo a este mes, de saber o no si iba a acertar con la recomendación, creo que he elegido bien trayendo el libro que hoy nos ocupa.
Como me he puesto sentimental, he decidido que hoy era necesaria una dosis extra de ternura de la mano de Ana María Matute, una de las más curtidas escritoras en el panorama español y, por qué no decirlo, una de las más luchadoras.
«Paraíso inhabitado» es la historia de Adriana, una niña cuya vida no ha sido feliz precisamente y va adentrándose en el mundo de los adultos poco a poco, ese mundo que le resulta tan ajeno y tan extraño porque lo ve como insensible y hasta cruel en ocasiones, un mundo que a pesar de que va perteneciendo a él conforme pasan los años nunca la acepta y la fuerzan a crear sus propios mundos, llenos de fantasía y de intimidad. Y como trasfondo, la vida misma. La pérdida y adquisición de nuevos sentimientos y personas.
Aparte de porque es obvio que se lo merece dada su trayectoria y su condición, he elegido a Ana María Matute porque es una de las autoras que más me transmite cuando escribe, una de las pocas que es capaz de superar todas las capas de armadura —y os aseguro que son muchas, a pesar de que, teniendo en cuenta que escribo en un blog de lo que pienso cuando leo un libro, no parezcan tantas— y hacerme llorar como una niña cuando la leo, algo que es difícil a pesar de ser la mayoría del tiempo la reencarnación de un oso amoroso recubierto de azúcar y nubes de gominola.
Como ya imaginaréis, lo primero que me hizo soñar fue la portada, que dice y calla tanto con ese unicornio rampante adornado de estrellas que evoca la pureza de la pequeña Adriana, la pureza de la niñez, en definitiva, que se hace extraña conforme vamos creciendo y olvidando todo lo que dejamos atrás, y después el título.
La connotación de paraíso tiene múltiples formas. Borges decía que siempre pensó que sería algún tipo de biblioteca, algo que, como sabéis, comparto en parte, aunque para mí desde hace tiempo no está deshabitado, pero es mi pequeño reducto y así debe mantenerse, igual que vosotros tendréis vuestro propio paraíso, adaptado a vosotros y vuestras circunstancias.
Creo que precisamente por eso es fantástico este libro.
No sólo por lo que narra, sino por lo que deja para que descubramos y seamos parte de la historia.
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