1 de febrero de 2021

El retorno de los dragones, Margaret Weis y Tracy Hickman

Sé que insisto mucho en las trilogías, no sé por qué siempre he sentido cierta afinidad hacia ellas, y, siempre, de una manera u otra, han llegado a mí. 
Esta vez, y digo esta porque os la traigo ahora, aunque a mí me llegó hace años, fue curioso. No fue el segundo tomo el que decidió elegirme, sino que fueron el primero y el tercero. 
No sé si es que no tengo suerte para las trilogías, si es una forma de hacer que me enganche o un cúmulo de casualidades. Como os digo, fue hace años, en la terrible adolescencia —en mi caso no fue tan terrible, aunque, como a todos, me afectó profundamente—, cuando estaba empezando a intentar sacar la cabeza del nido y descubrir mundos nuevos que se me habían vedado. Uno de ellos era el del rol
Recuerdo que hacía no mucho había actuado el famoso asesino de la katana, al que estoy segura que recordaréis también, y el miedo hacia este mundo tan delicioso era patente; no es que se haya perdido, sino que el olvido ha hecho su efecto. 
En este contexto, mi madre decidió ceder ante el interés que mostraba por este mundo de fantasía épica en el que se conjugaban dragones, magia e incontables aventuras, y me regaló los tomos que he mencionado, y fueron los primeros de un mundo maravilloso que aún hoy recuerdo con emoción. Este fue el primero de la Dragonlance que leí, de Margaret Weis y Tracy Hickman, y la verdad es que comenzó un periplo que aún continúa. En este tomo da comienzo a una saga fantástica. 
Se nos presenta el mundo de Krynn, donde se desarrolla la trama, y a los principales personajes de la misma, Tanis el semielfo, Sturm Brightblade —le adoro—, Caramon y Raistlin Majere, Flint Fireforge y el travieso kender Tasslehoff, que se reencuentran después de haber emprendido un viaje en busca de los antiguos dioses, que ya sólo quedan diluidos a través del tiempo, de las creencias, y de las ciudades, porque han abandonado Krynn y a sus habitantes tras el Cataclismo. 
Es curioso cómo va desvelándose poco a poco todo este mundo de fantasía de la mano de las historias de los personajes. Grosso modo, me recuerda a El Decamerón, casi me los imagino sentados al fuego contando las historias, con sus aventuras y desventuras, con humor, valerosidad e, incluso, con momentos de plena ternura. Al parecer hay una película, pero admito que no la he visto, e, incluso, hasta un musical, y, si no estoy equivocada, está narrado por Raist. 
Creo que es porque, inconscientemente, es una forma de proteger mi idea de los libros. 
Supongo que puedo parecer bastante tiquismiquis, pero en realidad pienso que no deberían adaptarse las obras literarias a un espacio cinematográfico; desde luego que entretendrán y que serán más o menos acertadas respecto al libro, pero creo que la interpretación que se hace de un libro es algo muy personal, cada uno imagina una cosa diferente de los libros que lee, y, para bien o para mal, puede ser diametralmente opuesto. 
A mí me pasó con «El señor de los Anillos», aunque, cuanto más la veo, más me gusta. 

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