3 de mayo de 2021

El lector de cadáveres, Antonio Garrido

Esta preciosa portada —porque no me negaréis que es maravillosa, espero— nos lleva a la mismísima China, donde Antonio Garrido ha tenido a bien ambientar su novela, que debo reconocer que cogí con cierto temor pero que, sin embargo, me ha enamorado.
Los lectores de cadáveres en la China de hace unos cuantos siglos eran unos forenses muy especiales, unos jueces que solo llegaban a ser lectores por su avidez al descubrir hasta los más pequeños secretos de las muertes y no dejar que quedasen sin castigo hasta los crímenes más irresolubles, y Ci es uno de ellos, un joven que ha ascendido desde lo más miserable al puesto, quizá, de mayor consideración en la China imperial, y donde destaca por ser revolucionario con sus métodos e implacable con los culpables. 
De su mano, nos introducimos en una época que desde luego nos es extraña, como puede serlo el siglo XIII, y a su vez en un asesinato terrible que sólo él puede solventar, un crimen que pone en peligro a la mismísima estructura imperial amenazando con su destrucción. 
No es solo que la ambientación y la caracterización de los personajes sea impecable, que lo es, es que me parece de un tremendo valor criminológico, en su vertiente histórica, porque poco a poco nos cuenta cómo se sientan las bases de una profesión que hoy en día está en auge y es famosa por las chorrocientas series que hay del tema, y me consta que esa es la causa de que sea una de las carreras más solicitadas. 
Aparte, es el trazado histórico que recorre, que, con las pertinentes licencias históricas, es fidedigno y, sobre todo, verosímil, algo que consigue el autor con unas maravillosas descripciones y, como digo, con unos personajes que si pecan de poca credibilidad es por lo perfectos que son. 
Decía al principio que era un libro que me había enamorado, y la razón es que China, sobre todo en sus años imperiales, y al igual que Japón por la época del shogunato, me parece un país que destila misterio, precisamente por lo herméticos que han sido a lo largo de la historia y que, indudablemente, siguen siendo. 
Pero ese afán exclusivista, ese aislamiento voluntario hacia prácticamente todo lo que viniera del extranjero y luego solo permitirlo con cuentagotas me parece fascinante. 
Los países asiáticos suelen ser reservados, y quizá eso sea lo que aliente el interés por descubrirlos, y Antonio Garrido lo ha reflejado de una forma deliciosa, así que os invito a que os sumerjáis en él sin temores, porque, aunque sea novela, vais a descubrir mucho de lo más desconocido de esos países, las estructuras sobre las cuales sustentaron el secreto.

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