14 de julio de 2018

Petirrojo, Jo Nesbø


Ya sabéis que a veces peco de fangirl de la novela negra —qué le voy a hacer—, es este posiblemente uno de mis géneros literarios favorito y no lo puedo evitar, y disfruto especialmente si se trata de la novela negra escandinava.
Quizá tenga que ver con el hecho de que hace unos cuantos años, y empiezan a ser muchos, pasé dos semanas en una ciudad finlandesa durante el invierno —la nieve me llegaba a la altura del muslo y no la había visto nunca antes, imaginaos mi emoción— y me enamoré absoluta e incondicionalmente de esa tierra tan fría pero al mismo tiempo tan especial.
No es un sitio perfecto, pero puede que precisamente por eso me gustara tanto. Solo estuve dos semanas y como digo fue hace ya demasiados años, pero igual la añoro, aunque reconozco que menos mal que fueron solo dos, porque aunque me encantó la nieve acabó agobiándome, tengo el desierto demasiado cerca como para que me soltaran ahí sin preparación en medio de tanta nieve. 
Aunque de forma inconsciente tendamos a identificar Noruega, Suecia y Finlandia como un único ente con características similares, lo cierto es que sus semejanzas son las propias de tres países cercanos, nada más, y yo misma peco de esa identificación indiscriminada porque puede que para suplir esta pequeña carencia que se ha formado en mi corazoncito me dedico a leer todo lo que cae en mis manos y está contextualizado en cualquiera de estos países, porque aquello de imaginar los paisajes y sumergirme en mi propio libro siempre me ayuda ante una realidad que suele serme ajena.
Es precisamente en Noruega donde se desarrolla la trama del libro que hoy nos ocupa, y he elegido esta novela de Jo Nesbø para añorar esa tierra tan fría que se instaló en mi corazón precisamente porque no se deleita relatando bucólicas imágenes de fuego entre la nieve o acaso de lo idílica que es la vida en el norte a pesar del frío.
Jo Nesbø es sórdido, mucho, mucho más de lo que se suele considerar aceptable, y es el primero que saca a relucir los fallos de su Noruega natal, quizá para en una mezcla de justificación y una suerte de reproche demostrar que no son perfectos y que a veces tampoco pretenden serlo.
Si además hace uso de la Segunda Guerra Mundial para demostrar que ellos también tuvieron momentos oscuros, y no me refiero al hecho de la invasión que, en cierto modo, se puede evitar más o menos según los efectivos militares y demás variables que no conozco debido a mi condición de mera civil, sino a la displicencia con la que cierto sector de la población la asumió y la hipocresía posterior, como si realmente no hubiera sucedido nada que tuviera que ver con la Alemania nazi y en realidad fue bastante.
Todo comienza cuando Harry Hole, nuestro protagonista y policía que tiende a sumergirse en el alcohol forma un lío de magnitudes descomunales.
En una visita del presidente estadounidense a Noruega ve a un hombre con un arma y creyéndole una amenaza no se le ocurre otra cosa que dejarle un bonito agujero en la cabeza. Podría considerarse que cumplió con su deber como policía que defiende a un mandatario, pero, ¿cuál es la pega? Pues que el hombre caído era un agente del servicio secreto del presidente de Estados Unidos. 
Para tapar el follón le ascienden a inspector por su hipotético buen hacer, pero, como digo, simplemente para quitarle importancia al hecho de que ese hombre con el arma en realidad estaba haciendo su trabajo. La otra parte del ascenso es mandarle a una especie de brigada ciudadana en la que aparentemente haga bonito y no hiera ni mate a nadie de nuevo.
Es precisamente a raíz del descubrimiento de un arma a la que encuentra relación con una célula neonazi que se va hilando la trama y nos lleva al pasado, a la Noruega ocupada por el nazismo en 1944, y es aquí donde comienza lo más complejo de la historia, las dos caras de una misma moneda de la que solo solemos ver una. 
A mí, personalmente, me ha gustado mucho, pero mucho muchísimo.
Si bien es cierto que no es el mejor libro de este género que he leído sí me gusta que presente un hecho que a la mayoría de la gente se le suele escapar. Estamos acostumbrados a leer por aquí y por allá acerca de la invasión de Polonia, de la invasión de los Sudetes, de la Solución Final y poco más, y la Segunda Guerra Mundial fue mucho más que eso, aunque no quiere decir que solo esto sea poco. También hubo un frente en Escandinavia, y quizá la rendición noruega sea una de las más desconocidas, por lo menos entre el gran público.
Así que con todos estos hilos de los que tira para definir esta compleja trama puedo decir positivamente que me ha encantado la historia, que me he bebido el libro y que me quedo con la parte histórica, que es al fin y al cabo la gran desconocida. 

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