Alguna vez he mencionado que estoy enamorada de los Libros del Asteroide, ¿verdad?
Lo que no sé si os he dicho que en cuanto tenga un sueldo de verdad o haya montado la hipotética librería que tuve mucho tiempo en mente me haré con todos y tendré una estantería entera para ellos, y lo más seguro es que me quede absorta mirando sus portadas porque me fascinan, son pequeñas obras de arte.
De nuevo os invito a que compartáis mi pasión y os dejéis atrapar por ellos, porque son especiales y dan la sensación de ser ediciones cuidadísimas —bueno, es obvio en realidad— y me transmiten cosas que en otros libros no he sido capaz de encontrar.
Y como el día va de confesiones debo admitiros otra cosa, llevo esperando a que llegue este día para poder traer este libro y reseñarlo, porque aunque estoy convencida de que las historias de amor están más que leídas y más que trilladas a mí me parecen necesarias. Siempre es bonito saber que hay un poquito de amor en el mundo aunque una no sea recipiente del mismo, y por eso he decidido que este libro que cuenta una de las más hermosas historias de amor que he leído en mi vida sea el que nos ocupe hoy. Es la historia de dos mundos que, aunque opuestos, se acaban convirtiendo en uno solo, y es un amor tan entregado, tan incondicional que duele y que me ha hecho llorar.
Bajo la pluma de Kurban Said encontramos la historia de Alí, un aristócrata musulmán, y Nino, una princesa cristiana en Bakú en los albores de la Primera Guerra Mundial, en un tiempo y en un lugar en que todo invita a separarlos, pero a pesar de todo los lazos que les unen son más fuertes, y se sobreponen como pueden a todo lo que el destino les depara para amarse, y este amor será escenario de tragedias y de separaciones, pero sobre todo de algo más fuerte que cualquier cosa que pueda imaginarse, de un marco delicioso y temible a partes iguales, de la certeza que el uno hecho de dos es posible a pesar de todas las trabas.
A pesar de que arriba he mencionado como su autor a Kurban Said lo cierto es que es un pseudónimo y que, aunque la novela se escribió en los años treinta, a día de hoy todavía no se tiene claro quién fue su artífice, y por lo menos para mí también es parte del encanto de la novela, el puntito de misterio necesario para hacerla más preciosa si cabe.
Y ante las dudas que puedan surgir os digo que no, no me pagan, pero igual seguiré enamorada de los libros de esta editorial y de sus portadas.
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