26 de enero de 2019

La ciudad de los prodigios, Eduardo Mendoza


Vaya desde esta entrada mi más sincera admiración hacia Eduardo Mendoza, en mi opinión uno de los más grandes escritores que ha dado la literatura patria. Y como hacía tiempo que no me dejaba perdida entre las líneas de sus libros he decidido venir hoy con esta obra que es una de las más preciadas para mí en su bibliografía. 
Barcelona es una ciudad que me apasiona, tengo familia allí y debido a esto he estado muchas veces, tiene esa habilidad que tienen los sitios bonitos de hacerte sentir como en casa aunque no seas de allí. Y el retrato que hace de ella en los siglos XIX y XX uno de mis autores favoritos justo cuando comenzaba su esplendor no iba a dejarse esperar. 
Una ciudad, según creo, además de por sí misma es reflejo de sus gentes, y a través del retrato de estas gentes que la conforman y sus andaduras en la vida nos ofrece Mendoza un fantástico recorrido en la convulsión de estas épocas, una convulsión de la que una ciudad que se erigía como centro alternativo de un imperio obsolescente no se libraba y, acaso, padecía con más fuerza, algo que la convirtió en paradigma necesario para sentar las bases de ideas, luchas e injusticias.
Mediante un personaje casi caricaturesco, de sus andanzas, venturas y desventuras, vamos descubriendo las nuevas tendencias de la época y las diferencias entre una sociedad que, por un lado, crecía sin frenos hacia la burguesía adinerada y su contraparte, el resto, los obreros, sus empleados, que descendían de la misma forma hacia la miseria más absoluta.
En lo que he leído de este autor que, por si no había quedado claro, a mí me resulta delicioso de leer por la densidad y la documentación de las que dota a sus obras creo que este libro es indispensable para entender «La verdad sobre el caso Savolta», la que es de todas mi favorita y que os traeré con algo de tiempo. 
Cronológicamente es posterior. De hecho se sitúa en la mitad de la «Trilogía del detective innombrado» —que, por supuesto, también formará parte de este pequeño anaquel—, y pienso que este retrato de la Barcelona de finales y principios de siglo podría utilizarse e, incluso, recomendarse para entender lo que anteriormente se desarrolló en la trama de Savolta.
Desconozco si el autor la escribió con esa intención, como una precuela en ciernes o explicación de las contradicciones que poblaban la Barcelona de aquellas fechas, pero a mí me resulta una descripción indispensable para perderse en los hilos del asesinato, en las causas y las consecuencias de este. 

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