Debo admitir que no me planteé traer este libro de Elizabeth Kostova hasta hace poco, porque la verdad es que la primera vez que lo leí me resultó complicado engancharme a él aunque me fascinen los vampiros y el vampirismo y no me gustó para nada.
Lo terminé porque no soporto dejarme libros de primera lectura sin acabar y lo metí en un cajón recóndito de la memoria, donde no podía encontrarlo.
Hace no mucho, sin embargo, me lo volví a encontrar limpiando una estantería, y me resultó bastante más amable que la primera vez que llegó a mis manos, si bien sigo mostrando cierta reticencia hacia el resultado final.
El eje del libro se resume en la búsqueda de la tumba de Vlad Tepes en tres épocas históricas diferentes, y se sirve de esta búsqueda cuajada de obstáculos —no podía ser de otra forma— como detonante de la reflexión sobre el hombre y el mito y todo lo que le rodea.
No voy a negar que tiene ciertos momentos de lucidez en tanto puede representar en ocasiones una suerte de reivindicación de las bibliotecas, de esos lugares tan sumamente atrayentes como recónditos, del placer de la investigación —se supone que Kostova estuvo investigando diez años para escribir el libro y eso no es para desmerecerlo— y las dudas y el misterio que acechan entre las estanterías donde los libros guardan polvo y recuerdos, pero aun así tiene algo que no termina de convencerme.
La descripción de paisajes es un auténtico lujo, pero a mi parecer sobra el enlace sentimental que acaricia la obsesión en muchos momentos durante el libro. No lo veo necesario para vertebrar la novela, o por lo menos no para esta novela. Creo que el peso de la investigación y la historia debería haber pesado más que la relación, pero supongo que es cuestión de gustos.
No es que sea una insensible —o sí, no lo sé—, pero al final puede llegar a confundir la mezcla de estilos que utiliza para escribir. Llegado cierto momento acabas dudando de si estás leyendo una novela con tintes históricos —que los tiene— o un culebrón televisivo.
Estoy abierta al debate si lo habéis leído.
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