22 de marzo de 2019

Presentimientos, Clara Sánchez


Como sabréis si lleváis leyéndome tiempo o habéis leído la columna en la que explico el por qué de este blog soy filóloga, hispánica para más señas, y cuando hice la carrera, entre las asignaturas de literatura, tenía como es natural una lista de libros de lectura de los que luego tenía que examinarme. 
En una de ellas, además de mi idolatrado Eduardo Mendoza, aparecía este libro de Clara Sánchez, un libro que no me llamaba mucho la atención al principio, y sin embargo, una vez comencé a leerlo, me sorprendió gratamente.
Lo que comienza siendo una historia aparentemente normal de una pareja que va de vacaciones a la costa desde el caluroso Madrid cambia por completo cuando Julia, nuestra protagonista, descubre que ha olvidado la leche de su hijo y decide ir a buscarla a una farmacia. Es en el camino donde tiene un accidente y queda suspendida entre el sueño y la realidad, aunque ella no sabe que lo que vive está solo dentro de su mente. 
Su único afán es encontrar a Félix, su marido, y a su hijo, al que teme dejar con hambre. Profana en ese pueblo de vacaciones lo que la guía es su instinto de supervivencia y la certeza de que ya conoce a las personas con las que se encuentra. Conoce sus historias pero no sabe por qué. Es irreal, nunca había estado allí, pero todo le resulta familiar, son caras conocidas y deambula buscando comunicarse con su marido y una salida. 
Después del accidente el libro se divide en dos: por un lado, la historia que vive Julia en su sueño continuo, una realidad paralela que su mente crea para saber qué decisión tiene que tomar, los caminos que recorre y las acciones que lleva a cabo; por otro, la historia que vive Félix, desesperado, tratando de cuidarla y de despertarla. 
A pesar de este sueño Julia tiene conciencia de lo que pasa a su alrededor aunque no sabe muy bien por qué, siente los estímulos, oye las voces y se refugia en ellas para seguir adelante.
La verdad es que al principio no me pareció muy interesante.
Llamadme morbosa pero es que hasta que no se produce el accidente, que ella ve como ajeno, y es algo que una vez se adelanta la escritura te enciende la chispa en la cabeza, el libro no empezó a atraparme.
Es muy curiosa la dicotomía que plantea entre sueños y realidad y la relación que sucede entre ellos, las dudas que crea y lo que puede crear la mente en un momento así. No es que lo haya vivido, naturalmente, pero todos hemos soñado alguna vez.
Este libro ha hecho que, una vez más, me acuerde de que los prejuicios hacia los libros son eso, prejuicios, y hasta leerlos completamente no se debería pensar en inconvenientes que puedan tener. 
Os lo recomiendo encarecidamente. 

No hay comentarios: