13 de junio de 2019

Las flores del mal, Charles Baudelaire


Quienes estén más o menos acostumbrados a recorrer mis pensamientos en forma de reseñas de las lecturas que hago y plasmo en este blog o, por lo menos, se hayan pasado alguna vez por entre ellas sabrán que no soy dada a comentar poemas porque, sinceramente, muchas veces pienso que no sé si seré capaz de transmitir todo lo que ya transmiten por sí solos o si mi interpretación será la correcta.
A veces, además, me cuesta leer poesía, pero eso más bien tiene que ver con mi estado de ánimo que con otra cosa. Supongo que todos tenemos nuestras preferencias.
Sin embargo, debo reconocer que la profunda dicotomía y lucha de contrarios que refleja este poemario me cautivó desde el primer momento. Me lo tomé como un juego de opuestos y surtió efecto. 
Este maravilloso poemario del simbolista Charles Baudelaire me tuvo presa desde el primer poema que leí, aunque he de reconocer que fue también su fama como poeta maldito la que me inclinó a leer esta obra. 
Constituido en un principio como libro sobre los pecados capitales al final resultó ser algo completamente distinto —quienes hayáis escrito poesía sabréis que se suele saber cómo se empieza pero que al final toman vida propia y nunca se sabe bien cómo van a acabar—, y, dados sus temas y la aguda forma de tratarlos de Baudelaire fue, naturalmente, censurada por el gobierno, siendo la edición definitiva la póstuma.
Baudelaire ve la vida como una lucha de contrarios, el Bien enfrentado a su negativo, y no deja de tener parte de razón. 
Me inspiré para traeros este poemario releyendo una antología que venía adjunta a mi libro de Lengua y Literatura de 4º de ESO. La tenía en un rincón y la encontré, y me puse a releerla y no muy cerca del final hallé este poema que creo que refleja la esencia del libro, siempre bajo mi punto de vista. Así que como para muestra, un botón, os dejo el poema por cortesía de la Antología de 4º de ESO de Lengua y Literatura de la editorial Oxford Educación. Espero que lo disfrutéis tanto como yo:

Reversibilidad

Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia,
la culpa, la vergüenza, el hastío, los sollozos
y los vagos terrores de esas horribles noches
que al corazón oprimen cual papel aplastado?
Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia?

Ángel lleno de bondad, ¿sabes lo que es el odio, 
las lágrimas de hiel y los puños crispados
cuando su infernal voz levanta la venganza 
y en capitán se erige de nuestras facultades?
Ángel lleno de bondad, ¿sabes lo que es el odio?

Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la fiebre, 
que a lo largo del muro del lechoso hospital
como los exiliados, marcha con pie cansino, 
en pos del sol escaso y moviendo los labios?
Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la fiebre?

Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?
¿Y del miedo a envejecer, y ese odioso tormento 
de leer el secreto horror del sacrificio
en ojos donde un día los nuestros abrevaron?
Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas?

¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!
David agonizante curación pediría 
a las emanaciones de tu cuerpo hechicero;
pero de ti no imploro, ángel, sino plegarias.
¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!


No me digáis que no es precioso. Siempre me recuerda al cuadro «Ángel caído» de Alexandre Cabanel.

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