5 de junio de 2019

Maus, Art Spiegelman


A veces, cuando no puedo concentrarme, procuro volver a lugares donde me siento cómoda, y estos lugares pueden ser tanto físicos como literarios, y si bien los temas no tienen por qué serme agradables sí que agradezco volver a historias que me hacen pensar y reactivarme poco a poco.
Art Spiegelman, con esta obra que os recomiendo hoy, nos trae la biografía de un superviviente del Holocausto en Auschwitz, su propio padre, Vladek. 
A pesar del trazo amable, aunque tosco, el libro recoge las mil y una vejaciones, crueldades y malos modos que nunca debería padecer una persona, y menos por algo tan circunstancial como es la creencia. Y no es que les reste valor, sino que pienso que ninguna es más o menos que otra y que el hecho de destruir a esa otra que nos es ajena por no pertenecer a ella me parece terrible. 
Asimismo, y muy ligado a este tema, creo que es muy propia y acertada la animalización de los personajes, pues es algo que consigue mostrar la diferencia y la igualdad al mismo tiempo.
Spiegelman, así como lo mejor, nos trae lo peor de la humanidad dotando de otro enfoque a un tema que, en apariencia, pueda haber sido exprimido ya hasta la saciedad: no solo de la perspectiva del superviviente, sino la influencia que estos hechos han tenido en él, descendiente de superviviente. Aunque pueda considerarse grotesco, se magnifica el trauma en el propio Vladek, con ese afán recaudatorio de víveres como reflejo de la época de prisión y de todo el hambre, la enfermedad, los trabajos forzados y la muerte que trajo consigo. 
Este hecho repercute en la extraña relación de amor y odio que tiene con su hijo, el autor, algo que, dibujado, hace cercana la historia al lector y hace que se enganche a ella. 
Lo que más me ha gustado de «Maus» es el planteamiento que Spiegelman le ha dado. De hecho y haciendo memoria me parece que es de las pocas, si no la única, novelas gráficas que exponen esta parte tan terrible de la historia. Creo que rebosa de una intención didáctica por cada viñeta, a pesar de ser en esencia una biografía, y también que este es uno de los métodos que más llegan por la ligereza que, erróneamente, asociamos a los dibujos, aunque tengan tanta o más historia detrás que una retahíla de letras.
Sin embargo, debo discrepar en una cosa con la obra. Mientras que la primera parte —el tomo que yo tengo, por lo menos, y que creo que es el que habitualmente se comercializa, contiene las dos partes, la obra completa— me fascinó absolutamente, la segunda parte, especialmente el principio, no me terminó de llenar.
A pesar de la catarsis buscada que se advierte en toda la obra —es incuestionable—, pues está más que claro desde las primeras viñetas, la segunda parte comienza, para mi gusto, muy enfocada en el autor que, aunque es obvio que es un protagonista ineludible dado que es hijo de Vladek y Anja, considero que puso la parte de humano y ratón muy cerca, casi metida con calzador. Para mi gusto, y me reitero en esto, creo que habría sobrado esta disquisición extraña que, si bien justifica —o lo intenta— la relación con el padre, a lo mejor habría sido mejor seguir con el hilo de cosechar la historia para dibujarla después, siempre desde el punto de vista del lector. 
Con todo, como digo, es una novela gráfica necesaria, otra forma, en fin, de entender una parte de la historia humana más cruel y, a la vez, una de las más cercanas. No en vano ha sido el único cómic, si no me equivoco, que ha ganado el Premio Pulitzer, ¿no creéis?

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