9 de junio de 2019

Morirás en Chafarinas, Fernando Lalana


Tengo la suerte o la desgracia —mayormente por no poder agarrar simplemente el coche y plantarme donde realmente quiero y necesito estar y pasar el día o la semana o el tiempo que requiera sin tener que dar explicaciones— de haber nacido en Melilla y seguir viviendo aquí. 
Es una ciudad tremendamente pintoresca, desconocida casi, pero bonita al fin y al cabo en la que se tarda menos de ir desde casa a Marruecos que desde casa a la Península, y en la que, a pesar de todo, he encontrado a personas que han pasado por mi vida y por suerte se han quedado.
Y si algo me llamó la atención en su momento de este libro de Fernando Lalana que os traigo hoy es precisamente todo el recorrido que hace por mi ciudad, por parte de ella al menos, y creo que es más fácil sumergirte en un libro cuando conoces lo que describe y, evidentemente, conozco las zonas donde se desarrolla la trama. E incluyo las Chafarinas, aunque a estas las conozco de vista y en realidad estén enfrente de Marruecos algo alejadas de aquí. En días muy claros se pueden ver en el horizonte en medio del mar. 
En la novela, en Regulares, se producen varias muertes cuya motivación no está clara, de hecho una de ellas es un suicidio que queda sin explicación, así que un capitán del regimiento pone en guardia a un cabo para que investigue la causa de estas muertes. Sin embargo, una vez empiezan a descubrirse asuntos oscuros dentro del cuerpo y relacionados con los cadáveres, el soldado es apartado del caso, aunque su investigación, claro, no concluye.
Por su cuenta sigue indagando de forma clandestina, algo que le pondrá en peligro, y poco a poco irá descubriendo que no todo es lo que parece, que las muertes aparentemente fueron por un ajuste de cuentas por tráfico de drogas y que en ellas y en el tráfico están implicados varios oficiales del propio cuerpo a quienes se les presuponía una carrera impoluta.
En Chafarinas la novela cambia de rumbo, y lo que antes se pensaba gris se convierte en negro para ocultar, o acaso limpiar como se hizo con los otros soldados, lo que está detrás de esas muertes.
Siendo completamente sincera es un libro de trama predecible: desde que se descubre la trama sabemos que le van a perseguir para matarle, pero aun así mantiene el ritmo de la narración de tal manera que estás en vilo durante toda ella, esperando que le maten al pasar la página.
Resulta que el autor hizo la mili aquí y que este pedacito de tierra le inspiró para desarrollar una novela que, personalmente, me gusta mucho, aunque no sé si es porque las novelas de este tipo me pierden, por la localización —todos tenemos algo de chovinistas aunque lo neguemos— o por un cúmulo inseparable de ambas cosas.
Quizá si habéis estado aquí, o si pensáis estar, podría ser un ejercicio curioso recorrer la ciudad con un ejemplar del libro en la mano, aunque en casi treinta años las cosas, evidentemente, han cambiado.
Sería una forma bonita y, cuando menos, original de adentraros más en la historia, ¿no os parece?

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