14 de abril de 2020

Los quinientos millones de la Begún, Julio Verne


Siempre he considerado a Julio Verne como un pionero, un iniciado, un visionario —de hecho lo es— capaz de imaginar todo aquello que vendría después con inexcusable exactitud a pesar de las obvias limitaciones de su tiempo.
De pequeñita pensaba que era como un mago, porque las cosas maravillosas que describía me resultaban imposibles, a pesar de haber nacido en una era que empezaba a despuntar tecnológicamente hablando. Me parecían increíbles todos esos inventos que preconizaba, y, lo mejor de todo, me hacía correr las mismas aventuras que seguían sus personajes.
Conforme fui creciendo y comprendiendo la magnitud de lo que narraba, me fui convenciendo de que no había estado equivocada al sorprenderme.
Y hoy he decidido traeros al visionario, al casi mago, en una de las novelas que casi me lleva al extremo de la casualidad o de la coincidencia de «Futility, or the Wreck of the Titan», de Morgan Robertson, otra novela que un día os tengo que traer.
Una begún muere en la lejana y siempre misteriosa India con una gran fortuna que, en apariencia, queda sin heredero. Con el tiempo hacen acto de presencia dos a falta de uno, dos descendientes, uno francés y otro alemán, que ni siquiera esperan o conocen su ligación con ella pero que están emparentados entre sí. Con este dinero, ambos crean dos ciudades, antagónicas en su totalidad. Mientras que la del francés parece ser el sueño de la utopía, moderna, y adalid de la ciencia y de los avances para mantener y prolongar la vida, la del alemán es oscura, industrializada, y opresora, dominada por el capitalismo y por las armas.
¿No os recuerda a algo, aparte de la obvia bonanza con la que trata a sus congéneres y la dureza al otro pueblo que, tradicionalmente, siempre ha sido enemigo natural del francés?
Aparte de la dualidad propia del bien y el mal, y ya sabemos quién refleja qué, si nos vamos alejando de esta premisa para sumergirnos en la narración de la vida diaria de estas ciudades, encontramos sorprendentes coincidencias o visiones que el autor nos trae.
Se advierten tendencias políticas, armas que se desarrollarán con el tiempo, regímenes que herirán a la humanidad e irán matándola lentamente, totalitarismo de cualquier color y, sobre todo, avance, mucho avance.
A mí por lo menos me resulta curioso ver cómo nada es nuevo, que, real o en las mentes de las personas, ya se arrastra desde hace siglos y que todo el cambio está en nosotros, los únicos elementos comunes a todas estas situaciones.

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