1 de abril de 2020

Lo que esconde tu nombre, Clara Sánchez


Por suerte —no las tenía todas conmigo—, he podido traeros el libro hoy y la verdad es que lo agradezco, porque me apetecía muchísimo empezar el mes con Clara Sánchez.
Desde que la conocí con «Presentimientos» Clara Sánchez me tocó el corazón con sus escritos y ha hecho que me interese aún más por todo aquello que, desde la ficción, tiene relación con la vida misma.
Asimilando esta lectura a mi momento actual, lo que os traigo hoy, esta fantástica novela de Clara Sánchez,  trasciende más allá de lo que nos tiene acostumbrados.
Sandra está desencantada y embarazada, y decide dejar su trabajo para buscar algo que la llene, acabando en la costa levantina, y una vez allí conoce a Julian, un anciano argentino, superviviente de Mauthausen, que se dedica a vigilar a los noruegos que vienen y van a la localidad, pero, un día, decide abordar a Sandra, haciéndola partícipe de su vida y de sus recuerdos, y va borrando lo poco que le quedaba de inocencia a Sandra, haciendo que se replantee todo lo que había construido a lo largo de su vida.
Es, por decirlo de alguna manera, una novela sencilla, que roza la irrealidad en algún momento —algo muy propio de la autora— y que hace capaz una revisión de un tema tan usado y a la vez nuevo por cómo lo cuenta, pero debo admitir que, como siempre, mi relación literaria con ella comienza de un modo más bien insulso. 
No sé si porque estoy sin ganas en general o si es que los principios no se le dan bien, pero una vez la novela va avanzando, la trama crece sin parar hasta culminar en un final absolutamente sorprendente y fantástico. Ya me pasó como os digo con «Presentimientos», y me ha vuelto a pasar con este, y si os digo la verdad, justo lo que necesitaba era un final a lo grande, que me dejara huella.
Me parecía que un poco de terror también era necesario, aunque sea psicológico y radique en nosotros mismos más que en elementos ajenos.
Esta novela me recuerda que nuestros enemigos más feroces somos nosotros mismos, y que no siempre somos capaces de adjudicarnos ese papel en ocasiones tan ruin y que tanto daño nos hace. 
Es curioso cómo no somos capaces de identificarnos cuando nosotros mismos nos vetamos y nos ponemos las trabas más importantes de nuestra vida, y quizá sea un buen ejercicio pararnos a pensar los límites que nos autoimponemos, incluso en los que dejamos que los demás nos impongan para facilitar las cosas aun a costa de nuestra cordura.

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