24 de abril de 2020

El último deseo, Andrzej Sapkowski


Admito que puede que llevemos una temporada saturadísimos de Geralt de Rivia teniendo en cuenta el éxito de la serie, pero es que no puedo evitar sentir cierta debilidad por estos temas.
Ya sabéis que también, entre mis debilidades, suelen estar las sagas de libros. No siempre creo que sean necesarias. Por ejemplo, para «El juego de Ender», reconozco que, no sé si siendo justa o injusta, me sobraron los seis que lo siguieron —y ahora más que le tengo tirria al autor—, pero hay casos en los que es inevitable quedarse con ganas de más, como si un sólo libro no pudiera satisfacer todo el placer bibliófilo que pugna por salir una vez un libro cae en las manos, y este que da inicio a la Saga de Geralt de Rivia, es uno de esos casos.
Andrzej Sapkowski me gusta desde hace muchos años, desde cuando, en lugar de Filología Hispánica, lo que quería era dedicarme a la Filología Eslava —rara que es una—, y dado que en sus libros mezcla lo fantástico con la mitología de esos pueblos del este que me fascinan desde que tengo uso de razón, le encontré perfecto y adecuado a mis gustos.
En la saga que os traigo hoy y doy comienzo con este libro, a pesar de que en su lengua original el primero es otro, he decidido seguir el orden de la publicación española, que, aparte de esta variación de orden, también contiene un tomo más que el original, haciendo un total de ocho.
Es la historia de Geralt de Rivia, vista en retrospectiva desde su momento actual, recuperándose de las heridas producidas en uno de sus combates en el templo de la diosa Nenneke, y explicada para sustentar la base de una historia que, llena de personajes y de criaturas, lo cierto es que se me antoja deliciosa. 
Los saltos que hace desde el presente a sus recuerdos son con una explicación exhaustiva y totalmente adecuada a la presentación de una saga que llenará —espero— hasta su conclusión algún anaquel de nuestra biblioteca.
Geralt es un brujo que hace las veces de mercenario, matando monstruos —tanto mitológicos como humanos, y, de esos, por desgracia hay muchos más—, y a través de estas historias breves pero llenas de bondades que nos traerán a la mente recuerdos de nuestra más tierna infancia dando pinceladas en ellas de cuentos clásicos pero sin la ñoñez que encontramos en ellos. 
Más bien es una reconstrucción de esos cuentos, poblándolos de criaturas que sólo en la imaginación y en la historia encontramos aderezada con la eterna lucha entre el bien y el mal, cuyos límites a veces son tan difusos que no podemos estar seguros.

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