Una se cansa, en ocasiones, de leer siempre lo mismo, de, aunque no sean las mismas historias —es obvio, siempre variará algo—, encontrar siempre las mismas pautas, el mismo guión predecible que te arrastra a una desgana lectora bastante preocupante.
No es una sensación agradable, sobre todo cuando se recurre a la lectura como válvula de escape de todos los males que asolan al mundo.
Así que decidí emprender una búsqueda un tanto peculiar, la de un libro que se amoldara a mis gustos y me ofreciera algo nuevo y fresco, que tuviera un mínimo de originalidad que consiguiera no hastiarme, y en este contexto surgió este libro de Alan Bradley que os traigo hoy.
Estamos en el año 1950, en una oscura mansión victoriana de la campiña iglesia, y nuestros protagonistas principales son cuatro: Flavia de Luce, con unos once años y tremendamente maquiavélica y maravillosa, sobre la que girará la trama, sus hermanas Ophelia y Daphne, a las que odia sobre todas las cosas y su padre, un hombre viudo y taciturno que, quizá, con su carácter, haya empujado a sus hijas a ser así.
Y es en este contexto donde aparece un cadáver en el jardín.
Desde luego todas las culpas y las miradas sospechosas recaen sobre el padre, y Flavia, que con una inteligencia brillantísima se hace cargo de la situación, decide demostrar su inocencia indagando en el misterio del muerto dentro de un viejo laboratorio desvencijado que se encuentra en la mansión, llevando a la vez su personal venganza contra sus hermanas.
Debo decir que desde el primer momento me enamoré de la ambientación y, por qué no decirlo, de los actos de la protagonista y de su propia caracterización.
Ese regustillo macabro, ese humor negro tan peculiar y tan ligado a ella misma y esa forma de crear en el laboratorio su propia venganza contra sus hermanas me ha llegado al corazón.
Reconozco que me ha parecido tremendamente divertido, y el ambiente que se respira en la novela es, prácticamente, el de una película de Tim Burton, así que no me extrañaría que si lo conociese lo adaptara, y admito que correría a verla.
De hecho, al hilo de películas oscuras pero fantásticas, desde que vi la portada no puedo dejar de imaginar a Flavia como Miércoles Addams, con su mismo desempeño, su mordacidad y su peculiar forma de ver la vida.
Quizá sólo sea cuestión de tiempo que salga una película.
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